jueves, 4 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XXIX) Parte 2

La primera clase con Elsa


El lunes por la mañana se me fue estudiando un rato y pensando en el plan para abusar de Elsa. Solo se vio interrumpido por una llamada al móvil de Gemma a medio día, en que me decía que le acababan de dar la nota del control semanal de matemáticas y había sacado un 6. Ya le había llamado a su madre y se había puesto como loca de contenta.
"No está mal pero ya te dije que tenías que sacar al menos 7".
"Joer, mi amo. Hacía más de 1 año que no aprobaba un examen de matemáticas y ahora he sacado un Bien. No está nada mal para empezar. Intentaré sacar un 7 en el próximo de verdad. He estado estudiando todo el fin de semana".
"Bueno, eso espero. Te mereces un pequeño castigo por niña poco aplicada".
"Lo que tú digas mi amo, pero estoy empezando bien. De todas formas la verdad es que igual hasta vale la pena que me castigues, aunque no sé de que tipo de castigo hablas".
"Ya lo verás mañana. Hoy no he pensado nada todavía".
"Vale mi amo. Haré lo que me digas".
"Eres una zorra de campeonato rubia".
"Mi amo, ayer mi madre me preguntó por ti y te puse por las nubes o sea que igual me perdonas ese castigo y me das un premio en su lugar".
"Gracias por la recomendación, pero la disciplina es la disciplina".
"Creo que vas a empezar con Elsa pronto, ¿no?".
"Eso es lo que me ha pedido tu madre".
"Es una idiota, pero ten cuidado con ella. Solo es una cría".
"No te preocupes. No le haré nada que ella no quiera".
"Bueno te dejo que tengo que volver a clase. Hasta el martes".
"Adiós y gracias por llamarme".
Llegué a casa de las chicas a las 5 y veinticinco y toqué el timbre. No hubo respuesta, por lo que supuse que la cría no había llegado todavía. 15 minutos más tarde vi aparecer a Elsa por la esquina con su uniforme escolar y la mochila con libros en la espalda. Venía corriendo a toda velocidad.
Sin duda ella no esperaba encontrarme en el portal, porque su sorpresa fue mayúscula cuando llegó allí con la llave de la mano, la cara roja de la carrera y alguna gota de sudor por la frente.
"Hola. Llegas tarde. Habíamos quedado a las 5 y media y son ya más de menos veinte".
"Eeeeh. Sí. Estooooo. Perdona. Es que me han liado dos amigas a la salida y se me ha hecho tarde. Yo, esto…".
Al principio no entendía el por qué de su corte al verme en el portal, pero enseguida me di cuenta, porque llevaba en la mano derecha un paquete de Chesterfield y en la izquierda un cigarrillo encendido a medio fumar que trató de tirar al suelo sin que yo le viese.
"¡Vaya!. O sea que vienes tarde por echar un cigarro ¿No eres un poco joven para fumar?. ¿Ya lo sabe tu madre?".
"No. Yo, si yo no fumo. Es que… es que me lo he encontrado y … Joder no le digas nada a mi madre por favor. Si le dices algo de que fumo me mata. Por favor te lo pido".
"Ya. Bueno. Mi nombre es Jose, por cierto. ¿Tu te llamas Elsa, no?".
"Eeeee…. Si. Elsa me llamo Elsa. Por favor, no le digas a mi madre que me has visto fumando".
"Es que no solo te he visto fumando sino que llevas un paquete de tabaco. Bueno abre la puerta y vamos arriba".
Mi suerte estaba de cara, pues había encontrado la excusa perfecta para chantajear a la adolescente. Su cara de susto al verse descubierta estaba claro que indicaba que si su madre sabía que ella fumaba iba a tener muchos problemas. Mientras yo iba pensando cómo podía desarrollarse la tarde habíamos entrado ya en su casa, cerrado la puerta y accedido a su dormitorio. El dormitorio era una amplia habitación llena de muñecas, peluches y algún póster de cantantes de moda para las crías. Tenía también una mesa de estudio con una sola silla.
Elsa seguía con cara de asustada una vez dentro de la habitación, donde tiró la mochila sobre la cama si se dirigió a mi con la mirada en el suelo.
"Por favor te lo pido. No le digas nada a mi madre del cigarro. Te prometo que estudiaré, haré todos los deberes que me digas y me portaré bien. Por favor".
"Ya veremos. Si te portas bien no le diré nada. De momento es algo entre tú y yo. Pero te debes portar bien de verdad y ser una chica buena. ¿Esta claro?".
"Sí, si. No te preocupes te prometo que haré lo que me digas", dijo Elsa ya mirándome a los ojos.
Era una adolescente realmente guapa, con un pelo parecido al de su hermana. Hoy lo llevaba atado en una sola coleta. No era demasiado alta para su edad, por lo que parecía incluso más joven que los 16 años. Sus ojos eran azules, nariz respingona y cuerpecito realmente sexy, en el que solo hacían presagiar una mujer las caderas que ya tenía un poquito marcadas. El pecho lo tenía prácticamente sin desarrollar y solo unos mínimos bultitos presagiaban lo que serían sin duda, unas buenas tetas en unos meses, similares a las de su hermana. Sería un espectáculo increíble poder disponer de ese cuerpo para hacer con ella lo que quisiese y dar rienda suelta a mis perversiones. Llevaba puesto el uniforme escolar sin chaqueta debido al calor, por tanto era una faldita de cuadros a tablas negra y roja que le cubría hasta por encima de las rodillas. Camisa blanca abotonada casi hasta arriba y zapatos abiertos que se había quitado arrojando bajo la cama. Bajo la camisa se transparentaba una camiseta de tirantes también blanca. Ahora debido a la carrera que se había dado y probablemente también a los nervios por el tabaco, estaba sudando más que hace unos minutos y varias gotas caían claramente por su frente a pesar de que se había pasado la manga de la camisa varias veces.
"Espera un segundo por favor", le dije saliendo de la habitación, para retornar en escasos 5 segundos con una toalla blanca del baño. "Hoy vas a tener que portarte bien de verdad para que no le diga nada a tu madre. ¿Trato o no trato?", le dije sentándome en la silla de estudio.
"Si, si. Trato, claro. Te lo prometo".
"Pues ven aquí. Estás toda sudada por venir corriendo".
"Gracias", dijo Elsa estirando la mano pensando que le iba a dar la toalla para secarse.
"He dicho que vengas aquí. No que cojas la toalla", le dije señalando el espacio entre mis rodillas entreabiertas.
La chica obedeció con cara de extrañada y se colocó de pié frente a mi al alcance de mis manos. Con la toalla empecé a secarle el sudor de la frente primero, luego la cara y después el cuello.
"Lo primero de todo es secarte un poco el sudor. Sino no te vas a enterar de nada de la lección de hoy".
La chica se dejaba con cara de asustada, que fue en aumento cuando le solté primero los botones de los puños de la camisa para secarle los brazos. Luego empecé uno por uno a soltarle los botones de la camisa empezando por arriba sin que ella dijese otra cosa que la cara de susto que iba en aumento segundo a segundo. Un minuto después la camisa estaba tirada en la cama y yo "secaba" con la toalla milímetro a milímetro los brazos desnudos de la chica, cuyo torso solo estaba cubierto por una camiseta de tirantes blanca. Sus sobacos no tenían ni rastro de vello, por tanto eso me hizo suponer que estaba todavía sin desarrollar. Bajo la camiseta ahora se podían adivinar unos mínimos pechos incipientes que sin duda no necesitaban sujetador y que parecian de una chica aún mas joven que los 16 años de Elsa.
"Levanta los brazos", le dije.
"¿Para qué?. Por favor no me hagas sentir peor. Hemos hecho un trato pero no te pases más".
"Si quieres lo rompo ahora mismo el trato".
"¡No, no!. Está bien. Haré lo que me digas, pero no le digas nada a mi madre del tabaco", respondió inocente la chica levantando los brazos.
Mi polla para ese momento tenía una erección de campeonato, que se acentuó más aún cuando saqué de un movimiento rápido la camiseta de la chica por la cabeza y la tiré a la cama.
"Esta camiseta está toda sudada y te puedes resfriar", dije.
El primer instinto de la chica fue protegerse los pechos incipientes con los brazos, bajándolos y cruzándolos por delante de su cuerpo.
"Levanta los brazos mona y no me hagas enfadar".
La inocente cría obedeció y levantó los brazos dejando a mi vista unos pequeñísimos pechos en los que el pezón estaba bastante erecto, posiblemente debido al frío del sudor de la camiseta. Estuve un rato pasando la toalla por su pecho, vientre y espalda evitando sus pechos en un primer momento para luego centrarme ya en ellos.
"Veo que te están saliendo ya las tetitas, pero todavía no tienes nada … increíble, por que las chicas de tu edad suelen tener unas buenas tetas chica".
Elsa se puso roja como un tomate y no contestó. Simplemente miró al suelo y dejó que hiciese con ella lo que yo quisiese.
Primero fue con la toalla con la excusa de quitar el sudor, pero luego fue con las manos directamente con las que acaricié los dos pechitos de la chica que simplemente se quejaba con un gemido de dolor cuando pellizcaba sus pezones.
"Tienes unos pezoncitos realmente ricos- ¿A ver a qué saben?", le dije estrujando un pecho con cada mano dejando los pezones libres para poderlos lamer y chupetear a placer. Eso lo estuve haciendo un buen rato sin que ningún gemido saliese de la chica. Se los lamí, chupé, mamé incluso se los mordisqueé suavemente poniéndome cada vez más cachondo. "Perdona, me he entretenido. Voy a seguir limpiándote el sudor".
Sin que ella mostrase oposición solté la hebilla que la falda tenía en la cintura, para bajando la cremallera sacársela por la cabeza. Dejé, por consiguiente, a la chica solo con unas braguitas blancas con mariposas de colores frente a mí.
"Ya total, para secarte bien será mejor quitarte todo", le dije sujetando las bragas por la cintura a ambos lados de sus caderas y de un solo tirón bajándoselas hasta las rodillas. De unos golpecitos en los tobillos la indiqué que levantase las piernas para sacárselas completamente y tirarlas con el resto de la ropa encima de la cama.
La chica en ese momento estaba casi llorando por la humillación de verse desnuda frente a mí y mantenía los brazos levantados como le había indicado hacía unos segundos. Pero no sabía que este no era el castigo en sí, sino el comienzo de todo.
Su pubis estaba sin un solo pelo, que sin duda aún no habían nacido y se veía totalmente infantil, con una rajita visible desde el frente. Siempre había querido jugar con un coñito como ese. Para su edad estaba poco desarrollada sin duda. Con la excusa de secarle el culo le obligué a darse la vuelta para verla bien. Su culo estaba poco desarrollado y aunque tenía ya la forma de un bonito culo de mujer, no tenía la caída típica de un buen culo adulto. Estaba duro y con las dos nalgas rectas desafiando la ley de la gravedad. Estuve todavía un rato pasando la toalla por todo su cuerpo, concentrándome en su culo y sus piernas, sin obligarla a abrir las piernas.
Terminado el juego de la toalla, la hice apoyar sobre la cama de un empujón en la espalda y fueron mis manos las que exploraron el cuerpo de la aterrorizada chica, que lloraba y gemía para que no le hiciese daño. Primero fue su culo lo que sobé, palmeé, abrí para descubrir su pequeñísimo ano, por el que pasé mi dedo sin tratar de introducirlo. Luego fue su entrepierna la que sobé sin cuidado, pasando el dedo para notar su clítoris, sus pequeños labios y también su vaginita por la cual parecía que no iba a entrar ni un dedo. Se notaba totalmente falta de lubricación toda la zona de su sexo.
La cogí en brazos y la arrojé sobre la cama.
"No por favor. No me hagas daño. Yo no quería fumar. Me han obligado a hacerlo. Por favor no me hagas nada", rogaba la chica tumbada desnuda en la cama mientras yo me quité toda la ropa dejando mi polla empinada y durísima a su vista.
"¿Te gusta mi polla, eh, zorrita?".
"Por favor no me hagas nada. Dijo sin retirar la vista de tan enorme aparato que sin duda veía por primera vez".
"Ven aquí, relájate y disfruta", le dije cogiéndola por los tobillos y colocándola boca arriba, con el culo cerca del borde de la cama y los pies apoyados justo en dicho borde.
En esa postura yo me arrodillé frente a la cama exactamente a la altura a su entrepierna. Su sexo parecía más infantil que sus 16 años, con los labios externos sin forma completamente definida, su clítoris pequeño y los labios internos que escondían una agujerito realmente pequeño por el cual parecía que desde luego era imposible meter nada sin abrirla en canal. Con las manos primero sujetándola por las rodillas para que no cerrase las piernas, observé su sexo, luego lo recorrí con mis dedos sobándolo y jugando con él. Finalmente comencé a concentrarme en masajear su pequeño clítoris con mis dedos llenos de saliva arrancando pequeños quejidos de dolor de la boca de la chica. Un par de minutos después sentí la necesidad imperiosa de devorarla, por lo que mi lengua comenzó a recorrer su sexo de arriba abajo lentamente varias veces para terminar un momento después lamiendo y jugando con su clítoris y otros instantes tratando de penetrarla con mi lengua. Su vagina era tan estrecha que incluso mostraba oposición a la punta de mi lengua.
"Basta por favor. No sigas. No puedo más. Necesito ir al baño", dijo la chica entre gemidos mezcla del placer que la estaba dando y de la humillación y las lágrimas que cubrían su cara.
"¿Al baño?. Eso es que te quieres correr cariño. Ya lo vas a ver", le dije mientras aumentaba el ritmo de mis lametones en su clítoris.
En unos segundos y de forma no deseada, la chica tuvo su primer orgasmo. No chilló ni gimió. Solo se retorció frenéticamente y se mordió el labio inferior hasta casi hacerse sangre.
"Vaya, o sea que parece que el castigo no es tan malo", le dije.
"Basta por favor", me respondió ella con lágrimas en las mejillas.
"Tú tranquila. Ahora vamos a probar otras cosas", le dije mientras me tumbaba boca arriba en la cama, dejando mi polla durísima a la vista. "Ahora quiero que me la chupes cariño. Nunca me la ha chupado una nena tan jovencita y quiero disfrutar de ello", le dije mientras me ponía cojines bajo la cabeza para disfrutar el espectáculo y la decía a ella que se tumbase paralelamente a mí pero en sentido contrario y con su cabeza a la altura de mi entrepierna y su trasero en mi pecho.
"No por favor. ¿Qué te chupe eso?. No puedo, por favor. No me hagas hacer eso".
"¡¡¡Plaaaas!!!. No te lo repito putita". El azote que le di en el culo debió de oírse en todo el edificio y tuvo que hacerle daño, porque dio un grito considerable.
"No sé qué hacer".
"Yo te voy diciendo. Empieza a chupar arriba y abajo como que fuese un polo de fresa".
La chica obedeció y sacando la lengua comenzó a lamerme la polla arriba y abajo como si se tratase de un polo. Evitaba pasar la lengua por el glande ya que probablemente el líquido preseminal la daría asco.
"Ahora cariño, ya que no me quieres chupar la puntita, quiero que lamas la punta y la chupetes como si se tratase de un helado de bola. Todo ese liquidito que te da asco, te lo tienes que tragar cariño y luego me lo tienes que besuquear como si se tratase de tu muñeca favorita".
"Es que no voy a poder por que me …".
"¡¡¡Plaaaas!!!".
Otro azote en sus pequeñas nalgas la hizo callar y cambiar de opinión, empezando a chupar primero y luego besuquear con su boquita mi glande, limpiando con su lengua hasta la última gota de mis líquidos preseminales. Mientras tanto mis manos sobaban sus deliciosas nalgas pre adolescentes, duras, pequeñitas y redonditas.
"Vas aprendiendo cariño. Ahora abre la boca al máximo y métete mi polla. Quiero que te la metas tan dentro como puedas y luego empieces a mover la cabecita arriba ya abajo apretando al máximo los labios y la lengua, succionando hacia dentro y sin tocarme con los dientes. ¡Venga!. Como un chupete de los que usabas hace unos años".
La adolescente abrió la boca todo lo que pudo y se introdujo mi glande en la boca. Una vez dentro cerró los labios con fuerza y trató de meter un poco más dentro la polla hasta que empezaron a darle arcadas.
"Vale cariño. No la metas más dentro que por hoy no quiero que vomites".
Elsa fue haciendo exactamente lo que yo le había indicado, mamando y succionando mi polla a la vez que movía su cabeza arriba y abajo. Su boca era deliciosamente jugosa y mi glande entraba perfectamente en ella a pesar de su edad. Sin embargo no entraba demasiado al fondo, pero eso ya lo corregiríamos más adelante. Mis manos habían entreabierto las piernas de la cría y sobaban a placer sus nalguitas y su entrepierna, que seguía mojada por su orgasmo y por mi saliva.
"Pero qué bien la chupas cariño. Ni se te ocurra parar hasta que yo te lo mande. Además vaya un culito tan pequeñito que tienes. Me encanta tu culito", le dije mientras le abría el ano con los dedos índice y pulgar de mi mano izquierda y tocaba su esfínter con el índice de la derecha. Se oía como la pobre chica estaba lloriqueando mientras me la mamaba y yo abusaba de ella tocándola por todos los sitios.
Así siguió moviendo la cabeza arriba y abajo mientras mis manos sobaban sus nalgas, sus muslos y su entrepierna hasta que ya no aguantaba más y me entraron ganas de correrme.
"Sigue zorra. Ni se te ocurra parar ahora", le dije mientras con una mano sujetaba la cabeza por su nuca y movía mis caderas follándome sin piedad su boquita.
"¡¡¡Mmmmgggghhhh!!!", gemía la chica al notar como mi polla entraba y salía sin parar a toda velocidad de su boca.
"Trágate hasta la última gota zorra, sino me vas a hacer cabreaaaaaar".
En ese preciso momento el primer chorro de esperma inundaba la boca de la pobre chica, que se vio absolutamente sorprendida por lo que para ella era un líquido desconocido que le llenaba la boca. Su reacción natural fue tratar de retirarse para escupir el líquido caliente, de sabor extrañamente mezcla de dulce y salado, que le estaba llenando la boca. Sin embargo mi mano en su nuca y lo incómoda de su posición hacía que no se pudiese retirar mientras mi polla seguía descargando la corrida en su infantil boca. Solo abría un poco los lábios dejando caer parte de mi corrida a lo largo de mi miembro, que se fue bañando en una mezcla de mi leche y su saliva.
"¡Traga lo que te queda en la boca joder. Eso no se escupe!", le dije al terminar de correrme y notar como mi leche descendía por mi polla.
Una vez que retiré mi mano de su nuca, la chica se incorporó sobre la cama sacándose mi polla de la boca quedándose con los labios cerrados conteniendo el líquido que llenaba su boca. Con la cara llena de una mezcla de lágrimas, saliva y esperma, obedeció mi orden y a pesar del asco, tragó de una sola vez el contenido de su boca mientras con una mano se sujetaba el cuello en señal de prevenir arcadas.
"¿Qué?. ¿Te ha gustado, pequeña?".
"No. Ha sido una violación. Yo no quería hacer nada", dijo la chica conteniendo a duras penas el comenzar a llorar.
"No exageres. Tú te has corrido primero como una zorrita en celo y luego me tocaba a mí o sea que no te pases un pelo. Por cierto, me has dejado la polla llena de leche y eso sí que no me gusta nada. La leche no se puede desperdiciar, o sea que ya estás chupando hasta la última gota cariño. Quiero ver mi polla limpia como estaba antes de ocupar tu boquita de guarra".
"No por favor. No me hagas hacer eso. Me da mucho asco. Yo no …".
"¡¡¡Plaaaaaaas!!!, no me lo hagas repetir dos veces guapa", le dije dándole un nuevo fuerte azote en las nalgas.
Por increíble que me pareciese, la cría se inclinó sobre mi polla y fue lamiendo gota a gota hasta el último rastro de mi corrida que se extendía por mis huevos y sobre todo por mi vello. Al cabo de 5 minutos, no había dejado ni rastro y se incorporó nuevamente tratando de contener las continuas arcadas que le venían.
"Muy bien, así me gusta. Que seas obediente".
"Deja que me vista por favor", dijo la chica mirando al suelo y tratando de levantarse de la cama.
"De eso nada pequeña. No tengas tanta prisa. Estas buenísima y te quiero ver así. Además hoy he quedado con tu madre en darte 2 horas para comenzar bien, o sea que todavía tenemos algo más de una hora para jugar con ese cuerpecito tuyo", le dije sujetándole por un hombro haciendo que se sentase nuevamente en la cama. "Cuéntame algo de tu vida para darme un poco de tiempo a recuperarme. ¿Habías practicado algo de sexo?. ¿Habías visto hombres en pelotas?".
"Por supuesto que no. ¡Tengo 16 años!. Ni había visto a un hombre desnudo ni un beso ni nada de nada".
"Ya. Eso está bien. O sea que esto está siendo un bautizo completo".
La chica no respondió y simplemente miró fijamente al suelo a la vez que se sonrojaba.
"Bueno, me apetece seguir jugando contigo, o sea que ya que la mesa de estudio no la usas demasiado y está muy limpia, quiero que te tumbes encima".
"Por favor. Déjame. Yo no quiero fumar. Te juro que no lo vuelvo a hacer. No me hagas daño, por favor", dijo la chica comenzando a llorar nuevamente otra vez.
"Ya eres pesadita maja. Levántaté un poco", le dije empujándole en el hombro para que se pusiera de pie frente a la cama donde estábamos sentados".
Una vez se puso en pie frente a mi, volvió a sonar un azote aún más fuerte en sus duras nalguitas: "¡¡¡¡¡¡¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaasssss!!!!!!!!!!".
"¡¡Aaaaauuuuu!!. No me pegues más por favor", dijo la chica dando un salto y agarrándose con las dos manos el culo.
"Joder, pues haz lo que te he dicho. Túmbate encima de la mesa de estudio apoyando los pies en la mesa para que te queden las piernas bien abiertas. Pero bien, bien abiertas que sino te doy no uno sino 10 azotes en el culo para ver si espabilas de una vez".
Esta vez Elsa obedeció y se tumbó en la mesa de estudio en la posición que yo le había indicado, apoyando los pies justo en el borde y por tanto dejando sus piernas completamente abiertas a alguien que se sentase en la silla.
"Así me gusta. Que empieces a ser obediente", le dije mientras me levantaba y me sentaba en la silla frente a la entrepierna de la cría.
Al verme, instintivamente hizo por cerrar las rodillas, pero con un leve toque en su pantorrilla, se asustó y volvió a abrir las piernas dejando su sexo a mi disposición completamente.
"Por favor no me hagas daño. Tengo mucho miedo, por favor".
"Tú relájate y disfruta, que así te lo vas a pasar bien. Eres una zorrita y antes te ha gustado correrte, o sea que ahora te lo vas a pasar mucho mejor. Desde luego, que no se te ocurra cerrar las piernas ni por un momento, porque entonces me vas a hacer enfadar de verdad. Te voy a volver a hacer como cosquillas, pero tú relájate y disfruta zorrita".
En esa cómoda postura, sentado en la silla, con los dedos índice y pulgar de mi mano izquierda abrí los labios vaginales de la cría, mientras con el índice de la derecha jugaba con su clítoris acariciándolo muy suavemente.
El agujero se su sexo parecía realmente pequeño y desde luego no daba la impresión de poder admitir la entrada de una polla bien dura como la mía. Sin dejar que se moviese, acaricié una y otra vez su clítoris, haciendo que la chica se estremeciese y cambiase su gesto al de una pequeña golfilla. Ella no quería sentir placer, pero su cuerpo reaccionaba de forma instintiva al delicado masaje que estaba recibiendo. Elsa se volvió a correr con mi masturbación, esta vez con unos leves gemidos y movimientos compulsivos de su cabeza a uno y otro lado. Después de que la chica se corrió, seguí exactamente igual, tocándola con total suavidad, pero ahora ya no hacía falta saliva, ya que de su vaginita salía lubricante que hacía que su entrepierna y todos mis dedos de la mano derecha estuviesen totalmente brillantes. Con mucho cuidado probé a introducir la primera falange del dedo índice de mi mano derecha por su agujerito. Al notar esa nueva sensación su cuerpo se estremeció y me rogó que no le hiciese daño, si bien esta vez con una voz diferente a la de hacía unos minutos. Hasta la segunda falange del dedo índice entró sin dificultad, sintiéndose abrazado por un estrechísimo sexo en el que no parecía pudiese entrar nada más grueso. En ese punto sentí su himen, prueba inequívoca de la virginidad de la chica. Si presionaba un poco más rompería dicha virginidad, o sea que decidí sacar mi dedo y esperar a una mejor opinión.
"Sí que eres virgen, pequeña".
"Por favor déjame levantar. No me hagas daño".
"Tú tranquila que todavía tenemos que jugar un buen rato. Relájate y déjate hacer".
Con su coñito ya vacío de mi dedo y su entrepierna brillante por el lubricante de su sexo, opté por que esa tarde sería la tarde de su culete, o sea que dirigí el dedo que había ocupado hacía escasos segundos su sexo a la entrada de su ano. En esa postura su culo quedaba completamente a mi disposición para hacer todo lo que yo quisiese
"¡No, por favor!. ¿Qué estás haciendo ahí abajo?. Déjame por favor, no me hagas guarradas".
"¿Guarradas?. Esa expresión me gusta. ¿por qué dices guarradas?".
"Me estás tocando el … eso. Ahí abajo".
"Bueno a partir de ahora llama a las cosas por su nombre pequeña, sino te voy a empezar a castigar. Quiero que llames a cada cosa por su nombre. ¿Está claro?. Si te toco el culo, dilo. Y si te meto un dedo por tu mini coñito también, que ya eres bastante mayor para saber cómo se llama todo".
"Por favor, profe. No me toques ahí abajo, en mi… En mi eso. En mi agujero del culo, por favor. Me da mucha vergüenza".
"¿Por qué te da vergüenza, cariño?", le pregunté para humillarla un poco más mientras mi dedo índice derecho pasaba en todos los sentidos una y otra vez por su cerradísimo esfínter anal, a la vez que mi mano derecha no dejaba de rozar y masajear muy suavemente su clítoris. "¿Qué pasa?, que acaso prefieres que te meta el dedito por el conejito como te estaba haciendo antes?"
"¡No tampoco!, pero es que ahí abajo en el agujero del culo me da como vergüenza. Por favor no me toques ahí".
"Supongo que ya sabes para que sirve el coñito, ¿no?. Aunque no lo hayas utilizado quiero decir".
"Sí. Claro". Respondió la cría después de unos segundos de silencio.
"Explícamelo"
La cara de la chica reflejaba una mezcla de vergüenza y placer por el masaje en el clítoris. Ahora además se puso roja como un tomate ante mi petición.
"Pues para hacer hijos. O sea, que un hombre pueda meter … eso, su pene dentro y embarazar a una mujer".
"Ya claro. ¿Y a ti te gustaría que yo probase a meter mi pene durito en tu agujerito?".
"No por favor. No me hagas eso. Me da mucho miedo. Te he visto antes el pene y no me iba a entrar. Es enorme. Yo soy muy pequeña para eso todavía", dijo la chica ahora sí que asustada nuevamente.
"Ya. Puedes llamarlo polla, que queda más sexy, pequeña. Pues igual tienes razón, que sea demasiado pequeño tu conejito para una buena polla como la mía por eso de momento he decidido hoy no tocarte la vaginita. ¿Qué te parece?".
"Gracias", respondió tras un nuevo largo silencio.
Sin duda la mentalidad de la chica no parecía la de una chavala de 16 años, sino más bien de una niña de 14.
"Por eso estoy jugando con tu culito de nena traviesa".
"¿Cómo?. No te entiendo".
"¿No me entiendes?. Pues mira tú me has explicado como se lo montan en la cama un hombre y una mujer. ¿Has pensado alguna vez como se lo montan dos hombres maricones?".
"Ehhh, no sé".
"Responde, que me enfado", dije apretando un poquito mi dedo en su ano, sin querer todavía penetrárselo sino ponerla un poco más en situación para comprobar sus reacciones.
"Pues se harán lo que me has obligado a hacer antes, supongo. No se".
"Sí también se la chupan, pero ahí algo que les gusta más todavía. Ten en cuenta que los hombres no tienen vaginita, o sea que, ¿por donde crees que se la mete uno a otro?".
"¡¡¡¡No puede ser!!!!. Por favor no me hagas eso. ¿por ahí abajo se la meten?. ¡¡Menuda guarrada!!. Por favor. No me hagas eso, por favor. Me harás muchísimo daño. Además eso es una guarrada. De todas formas eso se lo harán solo los maricones, ¿no?".
"No te creas. A muchas chicas les encanta que les den por el culo. A tu hermanita sin ir más lejos le vuelve loca. Se corre como una zorra en celo con una polla metida por el culo. Se lo puedes preguntar si quieres, pero la verdad es que está de moda entre las chicas y chicos modernos el follarse a sus novias por el culete".
Mientras seguíamos hablando, mi dedo comenzó a apretar en su esfínter, haciendo que la primera falange penetrase por primera vez el culito virgen de la chica.
"¡¡¡¡Aaaaaauuuuuuu!!!!. ¡No por favor. Eso no me lo hagas. No me entrará por ahí. Por favor, no. Sácame el dedo, por favor".
"Te he dicho que a la putita de tu hermana mayor bien que la gusta".
"No puede ser. No me lo creo".
"Pues debieras creertelo, porque yo he probado y gime como una zorra con el culo lleno de polla".
"Por favor no me hagas daño, por favor. ¡¡Aaaaaaaaaahhhhhhh, aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh, aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh!!".
Si previo aviso, a la vez que empujaba mi dedo por su culito, comencé a devorar nuevamente su clítoris haciendo que se corriese esta vez como una chica mayor, gimiendo de placer al notar mis labios en su infantil sexo.
"¿Ves como te corres como una guarrilla?. Te quejas por quejarte. Te encanta notar algo duro metido por el culito. Ahora tengo un dedito metido hasta el fondo y te has corrido otra vez, o sea que no será tan malo.
Mientras hablaba, mi dedo había entrado completamente en el culo de la chica y lo estaba moviendo en su interior, girándolo, metiéndolo y sacándolo una y otra vez para tratar de dilatar un poco el culito de la cría.
Elsa terminó de correrse y se quedó con la cabeza ladeada y los ojos cerrados respirando agitadamente. Sus pezones estaban más duros que nunca y gimió de placer cuando se los masajeé y pellizqué suavemente. El dedo que tenía en su culito presionaba las paredes de su ano, en un último intento de dilatarlo lo que fuese posible ahora que su relajación tras el orgasmo era completa. En esa situación, con mi polla morada por la excitación, pensé que era el momento de intentar follarme el culo más joven y estrechito que me hubiese imaginado en mi vida, por lo que saqué el dedo limpiándomelo en un clinex que había sobre la mesa, me levanté de la silla poniéndome frente a su entrepierna, coloqué una de las piernas de la cría sobre mi hombro y tomé la postura idónea hasta enfrentar mi glande a la entrada de su ano mientras sujetaba su otra pierna por el tobillo, abriéndola al máximo.
Como si no se hubiese dado cuenta de lo que le iba a pasar, la chica permaneció con la cabeza de lado y los ojos cerrados, relajada tras el orgasmo, respirado agitadamente.
Apoyé ahora ya el glande justamente en su rosado esfínter anal y sujetando con una mano las caderas de la chica comencé a empujar con decisión.
"Relaja el culete cariño. Ya verás como te entra toda mi pollita hasta el fondo".
En ese preciso momento la cría despertó de su relajo y se dio cuenta lo que iba a suceder si no hacía algo para evitarlo, ya que comenzaba a notar algo enorme empujando por su ano tratando de abrirse paso. La dilatación de su esfínter le estaba resultando muy dolorosa, por lo que a pesar de haber prometido que iba a obedecer, comenzó a empujar con las dos manos en torso de su violador mientras trataba de mover las piernas para intentar cerrarlas. Eso provocó que la presión de mi polla en su esfínter disminuyese y por tanto imposibilitase la penetración.
"Maltita pequeña zorra mentirosa. Me había dicho que te ibas a portar bien y te estas tratando de escapar".
La mano que sujetaba sus caderas se soltó y ¡¡plaaaas!!, ¡¡plaaaas!!, golpeó su cara con la palma abierta, en los dos tortazos más fuertes que sin duda la cría había recibido antes.
"¡Basta!. Por favor no me la metas por ahí. Por favor. No me hagas esto. Por favor te lo pido", rogó la chica deteniendo un momento sus esfuerzos al ser consciente de la superioridad física de su violador.
"He dicho que te relajes. Ya verás como luego me pides que te encule, zorrita", le dije mientras con cada mano pellizqué a la chica en cada uno de sus dos durísimos pezones sujetándole por ellos.
Las manos de la chica se asieron inútilmente a mis muñecas tratando de soltar las "pinzas" que le hacían ver las estrellas.
"Estate quieta joder. Que sino va a ser peor".
La chica ahora parece que concentró sus fuerzas en librarse del pellizco que le estaba dando es sus pezones, relajando las piernas y permitiéndome volver a colocar mi glande a la entrada de su ano. Este forcejeo duró no menos de 5 minutos en los que las lágrimas de la cría caían nuevamente por sus mejillas. La presión que estaba ejerciendo sobre su ano consiguió su efecto y pasados esos 5 minutos, noté como mi glande había sobrepasado el ano de la chica y se abría paso ahora fácilmente por su interior. Ella lo notó también y se quedó quieta pensando que si no le iba a destrozar el culo.
"Así me gusta zorrita. Tenerte empalada como te mereces", le dije soltando el pellizco de sus pezones y sujetándola ahora por los hombros para metérsela todo lo profundo que pudiese.
La chica no se atrevía ni a gritar notando como algo descomunalmente grueso se introducía en su cuerpo en unos segundos que le parecieron horas. Simplemente abrió la boca y gimió por el miedo contenido. Pasados esos segundos mi polla hizo tope a falta de un par de centímetros para meterse completamente en el cuerpo de la chica. La visión de mi polla clavada en el ano de la cría me excitaba hasta el punto de casi hacer que me corriese solo de pensarlo, ya que comparativamente al resto de mis esclavas, la relación del grosor de mi polla al cuerpecito infantil de Elsa la hacía parecer realmente empalada por una especie de tronco. Con mi polla clavada hasta el fondo de su culo y sin moverme, me recree un rato acariciando su cuerpo, sus pezones amoratados por los pellizcos anteriores, sus labios, su cuello, sus caderitas, sus muslos, su clítoris y en general todo su cuerpo de niña. La chica estaba lo suficientemente asustada para no moverse ni lo más mínimo por miedo a que su culo se fuese a reventar por la violación, agarrándose al borde de la mesa por encima de su cabeza. Su vaginita aparecía medio abierta debido a la estaca que ocupaba su culo y lo abría al máximo. Tras unos minutos en que dejé mi polla quita en el interior del culo de la chica para dilatarlo un poquito mientras la sobaba por todos los lados, colocando mis dos manos en sus caderas comencé a sacársela suavemente hasta que solo mi glande quedó en su interior. La chica puso cara de dolor pero no se quejó, puesto que pensaba que se la iba a sacar. Nada más lejos de la realidad, puesto que una vez mi polla casi salio del ano de la chica, volví a metérsela suavemente hasta el fondo. Ese movimiento lo repetí varias docenas de veces, poco a poco incrementando la velocidad del movimiento. Al principio la presión que notaba mi polla era enorme por lo estrecho y poco lubricado del agujero, pero al cabo de varias metidas y sacadas, la cosa fue cambiando y mi polla se pudo ir moviendo con algo más de libertad. No ya por la dilatación, ya que seguía siendo un agujerito increíblemente estrecho, sino por la lubricación que fue generando su virgen ano.
La cara de dolor y las lágrimas iniciales de la chica, poco a poco se fueron suavizando, pasando a ser más bien una cara de humillación por tener a un hombre mucho mayor que ella abusando de su culo sin que ella pudiese hacer nada.
"Sin duda es el culito más estrecho que me he follado nunca. Y veo que ya no chillas ni te quejas tanto o sea que no te dolerá tanto como decías, ¿no?".
"Para por favor. Te lo pido por favor. Noto que algo me va a reventar".
"No será para tanto. Mira que bien entra la pollita por el culito tuyo", le dije mientras con las dos manos cogía sus hombros y la incorporaba todo lo posible obligándole a ver cómo mi polla estaba entrando y saliendo de su culo una y otra vez.
Me apetecía muchísimo sacarle la polla completamente y volvérsela a meter una y otra vez para hacerle sufrir un poquito más, pero me pareció un tratamiento demasiado agresivo para un culito tan pequeño. Por otra parte mi excitación era tan brutal que tenía que frenar mis movimientos para evitar correrme o sea que opté por seguir dándole por el culo en la misma postura hasta que me apeteciese correrme en su interior. Eso ocurrió 20 minutos después de haber violado su culo. Ya no pude aguantarme y aceleré el ritmo hasta que los borbotones de mi leche llenaron el culo adolescente, que para ese momento daba pequeños gemidos a cada empujón de mi polla. Nuevamente le traicionaba su cuerpo y estaba comenzando a disfrutar aunque sea un poquito de mi enculada. Mis gemidos fueron casi gritos al correrme en su interior y ese fue posiblemente el orgasmo más salvaje que había tenido con ninguna de mis esclavas. La corrida tuvo que ser enorme, porque notaba cómo mi polla chapoteaba en el interior de la cría.
Cuando mi polla se estaba relajando después de permanecer un par de minutos en el interior de la chica después de la eyaculación, se la saqué y me senté en la silla para comprobar el estado de su pequeño ano. La dilatación era enorme y el esfínter estaba más rojo que un tomate. Tal vez comparable en proporción, a la que tuvo Sonia cuando la metimos la polla metálica por el culo. De todas formas no había sangre o sea que se recuperaría sin problema.
"Bueno. Tienes el culo perfectamente. Ahora lo tendrás unas horas abierto, pero no te preocupes que se cierra solo. A la noche lo tendrás ya perfectamente. Ahora ya no te dolerá tanto cuando vayas a hacer caquitas y estés estreñida", dije en tono burlón.
"¿Me puedo vestir?", preguntó la pobre chica entre sollozos por la humillación.
"Sí vístete. No me quiero pasar más contigo".
Me apetecía obligarla a que me chupase la polla llena de su mierda, pero me dio un poco de pena la pobre cría que se vistió sin dejar de lloriquear mientras yo me limpié la polla con un par de pañuelos de papel.
"Bueno, dentro de dos días vuelvo a darte clases. Más te vale dos cosas. Por una parte que no digas nada de lo que ha pasado hoy aquí. Ese es nuestro pequeño secreto a cambio de que yo no diga nada de lo de fumar. ¿Está claro?".
"Si, claro", respondió la chica muy bajito.
"Y la segunda cosa es que el próximo día quiero que me explique perfectamente la lección que teníamos que haber hecho hoy, o sea que ya puedes estudiar como una loca. Sino estudias te toca castigo, o sea que tú misma. ¿Está esto claro también?".
"Sí. Estudiaré luego dentro de un rato. Me voy a duchar ahora", respondió la cría.
"Está bien. Ya sé el camino de salida. Hasta el miércoles".
"Adiós", respondió la cría mirando al suelo, humillada tras haber sido violada y su cuerpo utilizado a placer por un hombre mucho mayor que ella.
Me fui de casa de las crías sin dejar de pensar en que lo que había pasado hacía unos minutos con Elsa era completamente diferente al resto de las chicas. Una parte de mí me pedía repetir, mientras la otra me decía que era excesivamente inmoral. Lo que estaba claro es que la cinta que había grabado como siempre de la violación de Elsa se iba a vender como rosquillas y por un montón de dinero entre mis contactos de Internet.


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