lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (VII)

El castigo de Sonia

Ayudado por las dos niñas, colgué a Sonia de la grúa del techo de la bodega de sus rodillas y sus muñecas con cadenas, de forma tal que quedaba en posición como sentada en el aire. Coloqué también una barra de acero con dos candados a las cadenas de las rodillas, lo cual la obligaba a tener las piernas totalmente abiertas, con las rodillas a la altura casi de sus mejillas, dejando su coñito, culo y tetas a mi total disposición. Hice que las niñas colocaran y atornillaran al suelo mi "polla empaladora", que no era más que un brutal consolador vertical de acero inoxidable, de unos 75 cm de alto con 6 de grueso en sus primeros 10 centímetros, 7 en sus siguientes 10 centímetros y 8 en el resto. Los cambios de espesor no eran escalones rectos, sino que estaban redondeados, para permitir al esfínter dilatarse poco a poco. También hice que diesen un poco de vaselina en la primera zona para facilitar la entrada en un culito tan estrecho como el de Sonia. Mi intención era penetrar por el culo a Sonia con esa polla, dejando caer su cuerpo poco a poco sobre ella, para que fuese entrando en su cuerpo por su propio peso unos cuantos centímetros como si estuviera empalada de verdad. No tenía intención de destrozarla ni mucho menos, sino simplemente educarla a ser una buena esclava obligándole a hacer lo que yo le mandase sin rechistar.
  • "Dios, no veo nada. ¿Qué me vais a hacer?. Basta por favor no puedo más. Os lo ruego, mi señor, no me hagáis nada más".
  • "Has sido mala negrita y por tanto te vamos a castigar. Mientras el castigo se lleva a efecto, quiero que me demuestres eso que has dicho antes de que has comido alguna polla antes. Quiero que me hagas una mamada excelente y te comas toda mi corrida. Hasta la última gota. Hasta que no consigas hacerme dos mamadas así, no cesaré con el castigo". Mientras hablaba, me acerqué a ella y con mi mano derecha comencé a acariciarle la entrepierna, perfectamente depilada.
  • "Por favor, no me obliguéis a eso. Os lo ruego. Por favor, no. ¿Qué me vais a hacer?. ¡¡No me toques, dejame!!".
  • "Pues voy a hacer que te sientas empalada de verdad. Como se torturaba en la edad media a las prostitutas. Te voy a meter una buena polla metálica por tu culito nuevamente y te iré dejando caer sobre ella para que te vaya penetrando. Voy a hacer que te arrepientas de tener las tetitas tan gordas y el culo tan gordo. Vas a arrepentirte de tener unas curvas tan bonitas y no estar anoréxica, porque tu propio peso hará que te claves la polla hasta el fondo de tus entrañas. Mientras esto ocurre tendrás que conseguir que me corra 2 veces en tu boca, pequeña negrita".
  • "Por Dios, no me hagáis eso. Me vais a matar. ¡¡¡¡¡¡NNNNNooooooooo!!!!!!!!!". Gritó Sonia en cuanto notó mis manos sujetando su cintura y la punta de la polla metálica rozando su culito bastante dilatado por las penetraciones anteriores.
Sonia estaba realmente asustada y gritaba sin parar mientras suplicaba que no la dejase caer sobre la polla. Una vez enfrentado su culito y la polla metálica, dejé caer la grúa unos 5 cm, para conseguir que su cuerpo comenzase a ejercer presión sobre la misma y no se moviese. De momento no había penetrado en su culito, pues ella lo apretaba con todas sus fuerzas para evitar la entrada del intruso de 7 cm de grosor.
  • "No creo que aguantes mucho tiempo haciendo tanta fuerza en el culo, negrita. Además cuanto más te resistas, más de dolerá la penetración, o sea que tu verás".
  • "¡¡Basta, por favor, basta. No me hagáis esto por Dios, me vais a destrozar!!".
  • "Ya sabes cual es la condición para que detenga tu empalamiento, pequeña".
  • "¡¡Está bien. Por favor, haré lo que me pidas, pero detén esta tortura, por favor. No dejes que eso me entre por detrás. Te lo ruego mi señor!!".
  • "Es tarde para parar nada. Hiciste algo mal y tienes que tener tu castigo. Ya te he dicho 2 veces cómo parar esto y no lo vuelvo a repetir".
  • "Esta bien, esta bien. Dame tu polla mi señor. Fóllame tu boca como quieras, pero para esto por favor".
  • "Vaya, veo que ahora tienes prisa. Pues no tengas tanta negrita. Yo te daré mi polla cuando quiera que me la chupes pequeña putilla".
En ese momento dejé caer otros 2 centímetros el cuerpo de la niña, que tenía los músculos de manos y piernas totalmente tensos, intentando no dejar caer su peso sobre el castigo aupándose con sus cadenas. Mi polla estaba totalmente dura pensando en la mamada que me iba a hacer la niña, pero antes de empezar quería que la polla metálica entrase en su culito, o sea que decidí jugar un poco con ella.
  • "Bueno negrita, o sea que me decías que tus únicas relaciones hasta el momento han sido comiendo pollitas. Cuéntame eso en detalle. ¿Cuándo ha ocurrido, con quien, donde, ...?". Tanto Elena como Vanesa se reían con la tortura de Sonia y además estaban deseando escuchar con quien se lo había montado ya su amiga.
  • "Por favor, mi señor. Basta. Haré todo lo que tú me digas a partir de ahora, pero detén esto por Dios. Me vas a destrozar con lo que tengo debajo. Es demasiado grueso, por favor, bastaaaa", gimoteaba y rogaba Sonia.
  • "Veo que sigues sin ser buena esclava, o sea que como no te corrijas tendré que ampliar el castigo. Ya te he explicado en qué consiste el castigo y punto. Eso no va a cambiar. Además te estoy haciendo unas preguntas que no me respondes y eso no me gusta".
  • "Está bien. Está bien. Te contaré todo", dijo Sonia con aire de resignación y derrota.
  • "Se lo he hecho a mi novio y a mi profe de la academia de inglés". En ese momento, Vanesa y Elena se pusieron con ojos de plato, pues ambos conocían al Sr. Roberts, un hombre gordo de unos 50 años en absoluto atractivo.
  • "Vaya, vaya, pues cuentanos como fue eso de tu profesor de inglés".
  • "Hace casi 3 años, al salir de la academia y recoger mis cosas de la percha, se me cayó al suelo un sobre con una postal porno que me había dado un amigo por mi cumpleaños, en la que una chica joven hacía una mamada a un hombre más mayor. El Sr. Roberts se indignó muchísimo y dijo que iba a llamar a mis padres inmediatamente. Yo le rogué que no lo hiciese y le dije que haría cualquier cosa para que no lo hiciese, pues mi madre es del Opus Dei y me mataría por esa tontería". Mientras Sonia contaba su experiencia, yo me senté en una banqueta frente a ella y comencé a sobarle las tetas y pellizcarle los pezones. "Por favor mi señor, estoy haciendo lo que me pides".
  • "Sigue contando tu historia y no pienses más que en el aparato que te va a perforar el culito".
  • "Por favor, te lo ruego,.... Bueno pues el Sr. Roberts me dijo que o yo le hacia lo de la foto o llamaba a mi madre en aquel mismo momento. Yo me senté en una silla, le saqué el pene y se lo comí como supe. Nunca lo había hecho, o sea que él me fue dando instrucciones de cómo le gustaba más. Me dio un asco horrible, sobre todo cuando terminó corriéndose en mi cara. Casi vomité en el baño cuando me fui a limpiar antes de marchar".
  • "No me puedo creer que ese profesor tuyo solo te obligase a hacerle una mamada".
  • "No, porque se quedó con mi postal y desde aquel día me obliga a hacérselo siempre que el quiere. Me manda un mensaje al móvil y yo tengo que ir corriendo a su casa o a la academia a hacérselo".
  • "¿Cada cuanto te hace que se la mamas?.
  • "Casi todos los días. Incluso algún día se lo he hecho 2 veces. Por favor mi señor detén esta tortura. Te lo ruego. No puedo más. Por favor me estoy agotando". Sonia se estaba ya agotando de hacer fuerza para sostener su peso y no permitir la penetración del pollón metálico por su culo.
  • "¡Vaya!, pues si llevas más de dos años comiéndole la polla a un tío, seguro que sabes hacerlo muy bien. Me lo vas a tener que demostrar. ¿Nunca te ha obligado a comer su corrida?".
  • "Sí, la segunda vez, en el cuarto de baño de la academia me dijo que no abriera la boca hasta que el me lo dijese y que me tragase su semen. Se corrió dentro de mi boca. Luego me dijo que lo tragase, pero me dieron tantas arcadas que se me cayo encima del jersey. Cuando llegué a mi casa mi madre casi se da cuenta de lo que era la mancha que tenía en el jersey de arriba abajo. Esa fue la única vez que me lo hizo, porque le dije que no podía aguantar y que me daba asco. Desde entonces siempre me lo hecha encima de la cara, por las mejillas, los ojos, la nariz,...".
  • "¿Te metes toda su polla en la boca, putilla?.
  • "No mi señor, porque solo me cabe la punta. No creo que me meta más de 5 centímetros de la polla del Sr. Roberts".
  • "¿Y nunca te ha hecho nada más que follar tu negra boquita?".
  • "No mi señor. Solo me hace eso. Soy virgen. Me ha dicho que dentro de unos días me enseñará otras cosas, pero no pienso dejar que me desvirgue"
  • "Bueno, digamos que eres virgen por delante, pero ya no por tu culito, que te lo hemos taladrado varias veces, ¿no?".
  • "No me puedo creer que no haya tocado estas tetitas nunca", le dije mientras acariciaba y estrujaba sus tetas con las dos manos.
  • "No mi señor, solo me ha tocado un poco por encima de la ropa, pero nunca me ha desnudado... Por favor no puedo más. Bastaaaaa, sácame de aquí por favor, nooooo".
La niña no podía aguantar más su propio peso, y empezaban a flaquear sus fuerzas, por lo que la polla metálica iba haciendo más y más fuerza en su apretado ano, que se iba dilatando poco a poco nuevamente para permitir su entrada. Sin decir nada, presione el botón de bajar la grúa unos 2 centímetros más, lo cual fue suficiente para romper toda su resistencia y la polla metálica comenzó a penetrar su culito.
  • "¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAhhhhhh!, Dios no puedo soportarlo", gritó Sonia, tratando de quedarse totalmente inmóvil para evitar que al moverse la polla penetrase más profundamente en sus entrañas.
  • "¿Ves como te has cansado inútilmente negrita?", dije mientras me agache por detrás de ella para comprobar como la polla metálica se hundía unos 6 centímetros en su culo.
Bajé otros 5 centímetros más la grúa, de forma que Sonia se empaló totalmente los 10 centímetros de polla más estrechos (6 centímetros de diámetro). Sus gemidos eran constantes y no dejaba de suplicar que le soltase de allí, pero casi no se atrevía a moverse, pues creía que iba a ser empalada totalmente.
  • "Bueno negrita vamos a ver si eres capaz de comerme la polla en condiciones y que me corra dentro de tu garganta".
  • "Piedad, por favor mi señor, sácame de aquí no puedo mgggggggghhh".
Su voz se cortó inmediatamente al sentir mi durísima polla en sus labios.
  • "Adelante pequeña. Es toda tuya. Abre bien esa boca comepollas que tienes y demuéstrame lo que has aprendido con ese profesor tuyo".
Era difícil para la niña comerme la polla sin utilizar sus manos y además con el miedo que tenía de que al moverse, se clavase más y más la polla de su culito. Se metió el glande en la boca y lo chupeteó con la lengua de forma realmente espectacular, haciendo que mi excitación fuese en aumento. Después de un par de minutos así, comenzó a mover su cabeza muy despacio, metiendo y sacando mi glande de su boca.
  • "Mi polla tiene que desaparecer en esa boquita, zorra. Quiero que tus labios toquen mis huevos. Te voy a tener que ayudar", ante lo cual cogí la cabeza de la niña por la parte de atrás y comencé a obligarla a meterse cada vez más y más dentro mi polla. Yo notaba como tocaba su garganta cada vez más claramente. Sonia tenía grandes arcadas y su saliva resbalaba por mi polla cayendo en sus pechos.
Después de 15 minutos follándome su boca, conseguí meter mi polla completamente en su garganta, donde la dejé unos segundos para que la saborease. Su garganta era estrecha, pero no tanto como la de Vanesa, pero sus gemidos eran similares.
  • "Gime todo lo que quieras zorrita, pero ya veras como te voy a enseñar a comer una polla".
Varias veces saqué completamente la polla para volver a metérsela hasta el fondo. Una vez en el fondo, le obligaba a sacar su lengua a duras penas y lamerme los cojones. Mi ritmo fue aumentando hasta que me movía como si estuviese follando un coño en lugar de una boca.
  • "Allá va zorrita, no dejes ni una gota", dije mientras me corrí en su garganta. Mi semen golpeó directamente en su garganta, ante lo que no tuvo más remedio que tragarlo a pesar de sus arcadas. "No dejes ni una gota puta".
Una vez terminé, se la saqué de la boca, para lo cual le ordené apretar los labios al máximo haciendo que mi polla saliese completamente limpia.
Con la boca ya libre, Sonia rompió a llorar de rabia, mientras las arcadas casi la hacían vomitar.
  • "Bueno negrita, desde luego ya sabías como comer una polla, pero hoy has aprendido a tragártela enterita y ya lo has hecho una vez. Cuando consigas hacerme otra mamada como esta, dejaré libre tu culito de su actual ocupante". Inmediatamente dejé caer otros 4 centímetros la grúa, ante lo cual el culo de Sonia comenzaba a recibir el escalón de 7 centímetros, volviendo a arrancar de sus labios todo tipo de súplicas y ruegos.
Centímetro a centímetro, durante los siguientes 20minutos, fui dejando caer a la niña hasta que su esfínter llegó al último escalón: el de 8 centímetros de diámetro. En ese momento tenía por lo tanto 20 centímetros de frío metal clavados en su culito, que se seguía resistiendo a dejar entrar el que yo sabía era el último grosor de su castigo anal. Si era capaz de recibir este diámetro, su culo sería capaz de recibir un fist fucking, cosa que hasta el momento no había conseguido hacer a mis otras dos esclavas.
  • "Basta por favor, te lo ruego mi amo, dame tu polla y déjame comértela. Me la tragaré entera, pero no me hagas esto por favor. Me vas a matar por favor. No puedo más.".
Dejé caer otros 3 centímetros a la cría sobre la polla, para que su ano se apoyase totalmente en el último escalón y para ver si con el movimiento de la mamada, su culito era capaz de dilatar hasta los 8 centímetros de grosor de la polla metálica. Mi polla estaba ya totalmente recuperada y deseando alojarse nuevamente en la garganta de la niña. Antes de ofrecérsela, se me ocurrió una pequeña variante y ordené a Elena que se acercase y que comenzase a lamer el clítoris de Sonia. Lámelo como a ti te guste, chúpalo, mordisquéalo, pero prohibido hacerle sangre ni introducirle nada por el coñito. Eso lo tengo reservado para mí.
  • "Está bien negrita aquí tienes tu polla", le dije mientras acercaba mi glande a sus labios y Elena comenzaba a lamer el clítoris de Sonia, que tenía completamente a su disposición, ya que la dilatación de su ano forzaba a abrir su coñito al máximo. "Muy bien putita, muévete tú y cómemela entera. Demuestra que mereces que te levante el castigo". Sonia lanzó un quejido al notar algo en su coñito, pero no pudo hacer otra cosa que dejarse llevar.
Sonia lamió, chupó y succionó con fuerza mi polla, introduciéndosela varias veces completamente en su garganta sin mi ayuda, mientras Elena se iba trabajando su clítoris. Después de 10 minutos de mamada, a pesar de no desearlo, la experta comida de coñito que le estaba haciendo Elena fue surtiendo efecto y Sonia comenzó a gemir con la boca llena de mi polla. Estaba disfrutando y a pesar de no querer correrse, después de otros 5 minutos se corrió ante lo cual yo cogí su cabeza con fuerza y me follé su boca hasta que descargué completamente por segunda vez en el interior de su garganta. Sonia no podía dejar de gemir, dado que Elena no dejaba de lamer y mordisquear su clítoris. Como en la ocasión anterior, le ordené apretar bien los labios para sacar mi polla completamente limpia de su boca. En cuanto su boca quedó libre, pudimos oír los gemidos de placer de la chica, que estaba excitadísima por el cunilingus practicado por Elena.
Comprobé como los 8 centímetros están completamente alojados en el interior de la niña y en total tenía unos 27 centímetros de polla metálica ocultos en su culito. Estaba claro que ese culito lo tenía que penetrar con mi muñeca.
Después de 20 minutos de cunilingus, ordené a Vanesa que relevara a Elena. El clítoris de Sonia estaba cada vez más hinchado por la excitación. Eran ya varios los orgasmos que había tenido y estaba rogando que parásemos. Después de otros 20 minutos de comida, ordené nuevamente a Elena el relevo, que se colocó a gatas para alcanzar con comodidad el sexo de Sonia. La visión del delicioso cuerpo de mi esclava Elena en esa posición, comiendo en coñito a Sonia, que no podía dejar de parar de gemir como consecuencia de la mezcla de excitación e irritación que sentía en su clítoris, hizo que mi polla volviese a pedir guerra, o sea que me coloqué detrás de Elena y por sorpresa la penetre, ya que su coñito estaba húmedo por la excitación.
  • "¡¡¡Aaaaaaah!!!, ¿qué me haces mi amo?" dijo Elena.
  • "Tú sigue comiendo hasta que yo te diga que pares preciosa. No he podido soportar la visión de un coñito como el tuyo a mi disposición", dije mientras le sujetaba por las caderas y metía mi polla hasta el fondo de su sexo.
Elena también se corrió con mi follada por sorpresa, y yo cuando estaba a punto de terminar en el coñito de mi esclava, se la saqué y lancé mi corrida contra la cara de Sonia, que se estremeció al recibir por sorpresa los chorros de caliente semen en sus mejillas y labios. En esta ocasión no pudo ni quejarse, por el agotamiento que sentía tras los múltiples orgasmos que le causaron los más de 60 minutos de comida de clítoris con los que le había obsequiado.
Una vez que había terminado el castigo de Sonia, la desempalé de su tortura suavemente y le ordené que se pusiera a cuatro patas para comprobar si la dilatación de su culo había desgarrado su esfínter. El estado de dilatación de su ano era realmente increíble y mis dos esclavas probaron a introducir su puño sin dificultad, cosa que les dije que hiciesen para dejar grabada tan bonita imagen en el vídeo que siempre filmaba lo que pasaba en al bodega. Sonia no se quejó, pues las muñecas de mis esclavas eran considerablemente más estrechas que el consolador que le había estado enculando hasta hace unos segundos. Yo tuve tentaciones de meter mi mano, pero lo dejé para mejor ocasión. Quería disfrutar de ello, volviendo a dilatarla. Tras comprobar que el esfínter de la cría estaba perfectamente aunque muy dilatado, ordené a mis esclavas que la aseasen completamente, incluyendo el interior de su culito aplicándole una pequeña lavativa, antes de dejarlas dormir a las tres. Vanesa y Elena hacía días que las dejaba dormir sin atar y de hecho me pidieron permiso para juntar sus dos colchones y dormir juntas, cosa que por supuesto les concedí. Muchas noches antes de meterme a la cama, me entretenía un rato viéndolas por el monitor de la cámara que enfocaba a su cama. Se acariciaban, se besaban y varias noches se premiaban con un precioso sesenta y nueve hasta que se corrían las dos, olvidándose por completo de que yo grababa cada minuto de lo que sucedía en aquella bodega. Sonia sin embargo, para dormir la coloqué el collar de cuero encadenado a la pared, y las manos esposadas a la espalda, haciendo pasar por entre sus piernas una cuerda que amarraba a su cuello. De esta forma seguro que no escaparía ni se quitaría sus gafas negras permanentes.

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