Las clases continúan para las dos hermanas
El martes por la mañana fue sin duda el más positivo para mis finanzas de todos los días hasta ese momento. Con unos breves retoques para ocultar mi cara, comencé a ofrecer la cinta completa de Elsa a mis clientes, enseñándoles un par de imágenes capturadas del vídeo. El éxito fue rotundo, ya que en 5 horas vendí nada menos que 48 copias de la película al precio de 800 dólares americanos. El tiempo hasta la hora de comer se me fue en hacer las copias, comprobar que había recibido cada transferencia y hacer el envío por correo urgente a sus destinatarios en todas las esquinas del planeta. Tuve que comer un par de sándwiches ya que no tuve tiempo para nada más. De hecho no pude ni pensar nada para castigar a Gemma por no haber llegado al 7 en el examen. De cualquier forma, en el camino hacia la casa de la chica fui dando vueltas a un par de ideas que me iban poniendo como una moto. La verdad es que no quería castigar a la chica con algo que la resultase doloroso, ya que el motivo no era suficiente y tampoco me apetecía en ese momento, por tanto opté por hacer algo que la resultase humillante.
Media hora antes de llegar a su casa le envié un SMS diciendo "Quiero que me recibas vestida solamente con tu mejor conjunto interior de tanga. Responde OK". La chica respondió un "OK" breves segundos después de enviado el mensaje.
Un par de minutos después de la hora acordada toqué el timbre del portal de la chica, que me abrió sin preguntar. Lo mismo ocurrió en la puerta de su casa, que recordando lo que la había dicho en mi anterior visita, abrió completamente quedando frente a mi vestida solamente con un conjunto azul oscuro con puntillas blancas, que le quedaba realmente espectacular. Su pelo estaba recogido en una coleta detrás de la cabeza, que la hacía parecer aún más atractiva al resaltar sus preciosos ojos verdes.
"Hola mi amo", dijo alternando la mirada entre mis ojos y el suelo, fruto de la vergüenza de sentirse desnuda ante cualquier que pudiese pasar por el rellano de la escalera.
"Hola, pequeña. Estas divina. Realmente preciosa. Date la vuelta un momento".
La chica obedeció dejando a mi vista su prefecto culo que era aún resaltado más por el bonito tanga que llevaba puesto.
"Estás buenísima, cariño. De rodillas y a trabajar bonita, que vengo cachondo de verdad".
"Ehhh, mi amo, por favor. La puerta. Por favor te lo pido. Puede venir cualquiera".
"Yo decidiré cuando cerrar la puerta. Tú cumple lo que te he dicho y si eres buena mamando cerraré la puerta sino quedará abierta".
La chica sin rechistar se arrodilló frente a mí, me abrió la bragueta, me sacó la ya durísima polla y comenzó a mamarla a toda velocidad. Abrió la boca todo lo que pudo y comenzó a chupar con toda la fuerza, abrazando mi miembro con sus deliciosos y suaves labios mientras lo sujetaba con las dos manos en la base, a la altura de los huevos. Gemma movía la cabeza tan rápido como podía, tratando de hacer que yo me corriese lo más rápidamente posible.
"Eres una chupona de primera, rubia. Me encanta verte agachada y humillada comiéndome el rabo y haciendo todo lo que te mando. Tienes que estudiar más y así no te dejaré a la vista de cualquiera que pase por la puerta".
Mientras yo hablaba, la chica asentía como podía, tratando de conseguir mi aprobación para poder cerrar la puerta de su casa.
"Levántate rubia", le dije cogiéndola suavemente del hombro. "Y ahora ponte aquí, contra el mostrador de la entrada. Quiero que subas una pierna arriba y te apoyes en el suelo con la otra, como si fueses una gimnasta haciendo estiramientos".
La chica obedeció, subiendo al mostrador del mueble de la entrada su pierna izquierda completamente horizontal. En esa postura, la entrepierna de la chica quedaba completamente a mi disposición, por lo que me coloqué detrás de ella y dejando el hilo de su tanga hacia la mitad de su nalga izquierda, abriéndole con mis manos, clavé mi miembro hasta el fondo de su sexo.
"Aaaahhhhh", gimió la chica al sentir como milímetro a milímetro pero rápidamente, mi polla penetraba su vagina.
"Pero qué bien entra. Si es que te pones cachonda solo con chupármela. Eres una zorrita de la pera, nena".
En esa cómoda postura para mí, me la follé los siguientes 5 minutos en los que tuve la suerte de que nadie pasó por la escalera.
"Ahora no te muevas pequeña", le dije.
"¿Qué me vas a hacer ahora, mi amo?", dijo la chica con voz totalmente lujuriosa.
"¿Tú que crees?".
"¡¡¡Aaaaaaaaahhhhh!!!. Ya sabía yo que me la querrías meter por detrás", dijo entre gemidos con mi polla ya completamente clavada en su culo.
"Cada día te entra mejor, chica. Tienes un culo que es una joya", le dije abriéndola de nalgas lo posible a la vez que me movía cada vez más rápido en un frenético mete y saca.
Mis manos acariciaban sus nalgas, estrujándolas con fuerza, recorrían su vagina, masajeando y dando palmadas en su clítoris y también habían liberado sus pechos del sujetador, dejándolos a mi disposición para tratar de mordisquearlos en una acrobática postura. En esa postura, la chica se olvidó de que podía ser vista por quien pasase por la escalera y cerrando los ojos, se dejó llevar por sus más bajos instintos, disfrutando del sexo con total libertad. Pasados 10 minutos de sodomización, cuando yo estaba cerca de correrme pasó lo que podía haber pasado antes: alguien pasó por la escalera y evidentemente se quedó boquiabierto observando la escena. Yo hice como que no le había visto y Gemma estaba demasiado "ocupada" para darse cuenta de nada.
Por suerte para los dos, se trataba de un chaval de unos 20 años, vestido con ropa deportiva y con una pesada mochila a su espalda, en lugar de una vieja y escandalosa vecina que habría puesto el grito en el cielo. El chaval se quedó mirando la escena, con un evidente bulto en los pantalones y dudando si decir algo o no. Cuando yo me corrí en el interior del culo de la chica, el chaval dio un par de pasos atrás ocultándose en la subida al piso de arriba, por lo cual pude sacar mi polla del apretado ano de la chica y mandarla cerrar la puerta sin despertar sospecha ninguna en ella.
"Buff. Mi amo, te has pasado. Nos podía haber visto cualquiera y se hubiese montado gorda. No me vuelvas a hacer esto, por favor", dijo Gemma colocándose bien el tanga y el sujetador pasando hasta su dormitorio
"Pues pórtate bien y estudia. No quiero que saques menos de un 7 en ningún examen", le contesté siguiéndola mientras me guardaba la polla en la bragueta.
"Está bien. Haré todo lo posible. Me has dejado machacada. Tengo el culo hecho jariguay, dijo la chica limpiándose con naturalidad la leche que le chorreaba por la pierna derecha desde su ano.
"Túmbate en la cama boca abajo con un libro de matemáticas y empieza a estudiar ahora mismo".
"¿Ahora?. Está bien. Lo que tú digas", respondió la chica sacando su libro de matemáticas y tumbándose boca abajo en la cama dejándome contemplar su perfecto culo.
"Dame el pañuelo de papel. Yo te limpiaré".
Dicho y hecho, haciéndola abrir un poquito las piernas y sentándome a la altura de su culo en la cama, comencé a limpiarla el ano perfectamente introduciendo mi dedo con el pañuelo en su interior. La chica se dejaba hacer mientras hacía como que leía el libro, dejando escapar leves gemidos de vez en cuando. En esa postura me recreé en el perfecto culo de la chica, sobando sus nalgas una y otra vez con una mano, mientras con la otra masajeaba su entrepierna concentrándome en su clítoris y en introducirle un par de dedos por su coñito de vez en cuando. Así estuve 40 minutos machacando a la cría, que chillaba y gemía de placer sin parar corriéndose hasta 5 veces.
"Ahora me toca a mí. Venga, chúpamela, putón", le dije tumbándome a su lado en la cama. "Quiero correrme en tu boca y que te tragues hasta la última gotita".
La chica obedeció y colocándose a cuatro patas con sus rodillas cerca de mi cara, comenzó a mamármela con total dedicación. Ahora ya sin tantas prisas, me la chupó una y otra vez hasta conseguir que me corriese en su boca, mientras yo introducía dos dedos por su vagina y otros dos por su culito, arrancando de su garganta sordos gemidos de mezcla de placer y dolor. Tal y como le había ordenado, la chica tragó toda mi corrida que llegó a llenar su boca.
"Perfecto, cariño. Me temo que es la hora y me tengo que ir. Nos vemos el jueves a la hora de costumbre. Ya te llamaré para ver cómo me recibes", le dije mientras me levantaba y me guardaba la polla contemplando el cuerpo de la chica prácticamente desnudo en la cama tumbada.
"Está bien, mi amo. Lo que tú digas".
Salí de la casa cerrando la puerta tras de mi, cuando para mi sorpresa vi unas zapatillas deportivas asomando de las escaleras. Al principio me mosqueé un poco, pero enseguida me di cuenta que se trataba del chaval que me había estado viendo encular a Gemma hacía ya aproximadamente una hora.
Cuando me vio pasar a su lado, parecía que quería decir algo, pero no acertó a articular palabra ninguna, posiblemente un poco asustando al ver que yo era bastante mayor que él.
"Hola chaval. ¿Qué pasa?. ¿Quieres algo?", le dije.
"Eeehhh. Ahhh. No. No. Nada. Hola".
"¿Te ha gustado lo que has visto antes, ¿eh?".
"¿Cómo?. Yo, esto. Yo no. Yo no he visto nada, señor".
"Venga chaval, no seas corto, joder. ¿Te gusta la rubita, eh?".
"Joder si me gusta", respondió el chico totalmente ruborizado y mirando al suelo.
"Veo que te has tenido que hacer un par de pajitas a su salud", le dije apuntando con el pie un charco de líquido blanco en uno de los peldaños de la escalera".
"Yo, esto… es. No, no, claro. Eso no es mío".
"Chaval, que no importa hombre. Tranquilízate. ¿Tu te quieres follar a la rubita?".
"Joder, claro que quiero. Me he hecho mil pajas pensando en Gemma. Soy su vecino de enfrente. Mi hermana es compañera de clase de su hermana pequeña Elsa. A veces la he visto en bragas en su habitación y me pone como una moto, pero es mayor que yo y no me hace caso", dijo el chaval ya más tranquilo.
"Bueno, ahora no podemos hacer nada, pero creo que puedo hacer que te la folles como yo me la he follado hace un rato con dos condiciones y un favor".
"Joder, ¿en serio?. Te estás quedando conmigo, ¿no?".
"Pues no. Te estoy ofreciendo la oportunidad de follarte a tu vecinita. ¿Quieres o no?".
"Sí, joder que si quiero. ¿Qué tengo que hacer?.
"Las condiciones son que tengo que grabar la escenita y que tienes que obedecerme".
"Coño, eso está hecho".
"Y el favor ya te lo pediré después. Confío en que me lo hagas".
"Hecho. Pero dime por lo menos qué tipo de favor será".
"Nada malo para ti. Solo un favorcillo de nada, que si no lo quieres hacer no lo harás, puesto que tú te habrás cepillado ya a tu vecinita, o sea que …. ¿Trato o no trato?".
"Por supuesto".
"Bien, chaval, dime tu número de móvil y te llamo el jueves. A eso de las 6 de la tarde estate preparado".
"Apunta", dijo dándome su número de móvil. "Espero que no te estés quedando conmigo y me llames".
"Te llamaré chaval. Tú no te hagas pajas de hoy al jueves así tendrás mas ganas de follarte a tu amiguita la rubia", le dije mientras me marchaba caminando escaleras abajo, dejando al chaval boquiabierto en el rellano de la escalera sentado.
El día siguiente por la mañana se fue sin darme ni cuenta, estudiando un rato y atendiendo unas peticiones de "material" en mi correo. Por la tarde tenía clase con la más jovencita de mis esclavas: Elsa, la chica que me había dado unos ingresos increíbles con el vídeo del castigo por fumar. Estaba un poco confuso y no sabía si volver a intentar algo con ella o dejarlo como un hecho aislado. Ese mismo pensamiento contradictorio seguía dando vueltas por mi cabeza hasta el momento en que llamé a su timbre y la chica me dejó entrar a su casa sin levantar la mirada del suelo.
"Me alegra ver que esta vez has sido puntual", le dije.
"Sí", respondió la chiquilla escuetamente.
"¿Has vuelto a fumar desde el otro día o no?.
"No, no. Nunca más. Solo fue una tontería que me dijo una amiga para probar y eso".
"Ya. Me alegro. ¿Y los deberes?. ¿Has hecho todo?".
"Sí. Mira. He hecho toda la lección que me tocaba. Ejercicios y todo a limpio", dijo con la voz acelerada mientras me enseñaba lo que tenía escrito en el cuaderno.
"Bien. Me alegro. Te voy a poner un par de problemas similares y quiero que me los hagas".
Dicho y hecho, puse un par de ejercicios a la chica similares a los que tenía el libro y en poco más de 20 minutos los resolvió perfectamente y sin dudar un momento. Comentamos un poco la lección para el día siguiente y le puse unos deberes a para la próxima clase. Poco a poco Elsa fue tranquilizándose pensando que efectivamente esa era una clase de matemáticas y no una violación como el día pasado. El tiempo de la clase pasó y me despedí de ella con un calentón de cuidado, pero sin haber abusado de la chiquilla nuevamente.
Durante el viaje de vuelta hasta mi casa, aunque se me pasó el calentón, me arrepentí de no haber hecho nada con la cría, o sea que tendría que pensar algo para el la clase siguiente.
El jueves a la tarde era la última de las clases semanales con las hermanitas, y a las 5 y media llegué puntual como siempre a mi cita con Gemma. Esta vez no le había pedido nada especial, o sea que me recibió con un pantalón de chándal y una camiseta de manga corta. Ropa nada sexy pero muy cómoda para estar en casa. No habiéndome olvidado del vecinito, preparé el mensaje en el móvil, e incluso introduje su número de móvil, de forma que con darle "Enviar", el mensaje le llegaría al momento.
"Cariño, no me gusta nada que me recibas con una ropa tan poco atractiva. Por esta vez pasa por que no te lo había recordado, pero que sea la última vez. Quiero ver lo buena que estás con ropa que te quede especialmente buena a tu elección, pero siempre diferente salvo que yo te diga lo contrario".
"Vale. No lo sabía. Lo siento mi amo".
"De momento por llevar hoy esa ropa tan fea, quiero que te quedes en pelotas en menos de medio minuto".
La chica obedeció y en 25 segundos se quitó la camiseta, el pantalón, el sujetador, las bragas y los calcetines que llevaba. Mientras tanto, como siempre y monté el trípode, encuadré la cámara y comencé a grabar la escena.
"Cariño, pero que buena estás y qué cara de putilla tienes. Ya sabes como me gusta empezar, o sea que de rodillas y a chupar. Además hoy tengo una sorpresita para ti".
"¿Qué sorpresa?", respondió la chica obedeciéndome y comenzando a soltar mi cinturón, abrir el pantalón y sacarme la polla.
"El otro día al salir de tu casa una persona me dijo que nos había visto follar en tu hall y tuve que llegar a un acuerdo con él".
"¡Será broma!, espero", respondió Gemma con mi polla ya sujetada por su mano derecha y mi pantalón y calzoncillos a la altura de las rodillas.
"Pues de broma nada, pero no te preocupes, con echarte un par de polvos se conformará".
"¡¡¡¡¿¿¿¿Queeeeee????!!!!. Por favor, no me hagas follar con un viejo asqueroso. Eso si que no"
"No te preocupes. No es ningún viejo. Además tú le conoces. Me ha dicho que le vuelves loco. Además aquí mando yo bonita. Tú empieza a mamar, cariño".
Con cara de enorme sorpresa y dudando por unos instantes, Gemma se introdujo mi polla en la boca y comenzó a mamármela con su habitual maestría, mientras yo me quitaba el resto de la ropa hasta quedar completamente desnudo. Al cabo de 10 minutos de mamada mi polla estaba ya a tope, por lo que opté por lo que me tumbé boca arriba en la cama y la ordené que se pusiese sobre mí en posición de 69. En esa postura su mamada era espectacularmente placentera, en especial cuando mi lengua lamía a toda velocidad su clítoris. Mis dedos lubricados, se metían por su coñito y por su culo de forma juguetona, preparando los dos agujeritos para recibir mi polla. Por primera vez noté claramente como Gemma tragaba por completo mi polla, ya que mi glande penetraba por algo estrecho que sin duda era su garganta. Eso ocurrió cuando tuvo su primer orgasmo de la tarde. Cuando terminó de correrse, la hice levantar de la cama, yo me senté en el borde y cogiéndola por las caderas, la senté sobre mí clavándole la polla hasta el fondo de su fantástico coñito. Gemma gemía como loca cabalgando sobre mí mientras mis manos sobaban sus pechos, pellizcando con bastante fuerza sus pezones. En esa postura, cogí a la chica por la parte trasera de las rodillas levantándola con fuerza hasta sacársela.
"Vamos ahora por ese culito que me vuelve loco lo estrechito que está".
Suavemente la fui dejando caer de culo sobre mi polla, haciendo que su apretado esfínter fuera nuevamente perforado con relativa facilidad. Gemma gimió de dolor al sentirse sodomizada, pero se dejó hacer, sabiendo y esperando que al final le iba a gustar. En esa postura, mi dominio sobre la chica era total y le sacaba una y otra vez la polla para volver a dejarla caer, notando así como su esfínter se relajaba y se dilataba. En el espejo podía ver como su ano estaba más abierto cada vez y sus gemidos, cada vez más suaves, la delataban que poco a poco las molestias por la enculada iban desapareciendo. Cuando comenzó a gustarle la sodomización me dí cuenta que eran las 6 pasadas, por lo que estirándome apreté el botón de enviar mensaje en el móvil.
"¿Qué haces?, ahora que ya no me está doliendo casi, ¿no irás a parar?".
"Tranquila zorrita. Estoy cumpliendo mi palabra", le dije moviéndome lo rápido que permitía la incómoda postura en que debía mover el peso de la chica arriba y abajo una y otra vez.
En menos de un minuto sonó el timbre de la puerta una sola vez y por un intervalo muy corto. Gemma se asustó haciendo ademán de levantarse por si alguien venía, pero no la dejé desclavarse y lo que hice fue apoyar sus pies en el suelo para, cogiéndola por las caderas con fuerza, levantarme de la cama sin sacarle la polla del culo. La chica se quejó de dolor puesto que había metido mi polla completamente en su trasero sin previo aviso. En esa extraña postura caminamos los dos hasta llegar a la puerta de la entrada a casa.
"Abre la puerta".
"No, por favor, no me hagas eso. Puede ser cualquiera y nos va a pillar", dijo Gemma con cara realmente de asustada.
"He dicho que abras la puerta. Yo ya sé quien es y no pasa nada. Ya te lo he explicado antes".
La chica obedeció y giró la manilla de la puerta dejando entrar a quien estuviese en su interior mientras los dos quedábamos tapados por la propia puerta.
"Pasa y cierra la puerta", dije en voz alta.
El vecino de arriba pasó y cerró la puerta tal y como yo le había dicho. Sus ojos se quedaron como dos platos al ver a su vecinita desnuda frente a él y yo pegado a ella por la parte de atrás. Instintivamente y tratando de escapar de sus miradas, Gemma se cubrió los pechos con una mano y la entrepierna con la otra.
"Ho, ho, hola", dijo el chico.
"Hola chaval. Nos has pillado en plena faena. Pasa ahí", dije señalando el dormitorio de la chica, donde nosotros le seguimos andando con dificultad, sin sacar la polla de su alojamiento, cerrando la puerta a nuestro paso.
Yo me volví a sentar en el borde de la cama cogiendo a Gemma en volandas de nuevo.
"No te tapes, joder, deja a tu vecinito que disfrute de la visión", dije, dando un pequeño azote en un muslo de la chica.
"Por favor, no me hagas esto. Es un crío. Si su madre se entera se lo dirá a la mía y me va a matar", dijo Gemma apoyado las dos manos en la cama, dejando ahora a la vista del chaval su entrepierna y sus pechos.
"¿Su madre?. Chaval, a que no se lo vas a decir a tu mamá?".
"¡Hostia si se la tienes metida por el culo!. Joder, ya te digo que no se lo voy a decir".
"Tu vecino me ha dicho que le pones más que cachondo y que no quiere volver a desperdiciar una gota de su leche sin dártela a ti, o sea que más te vale ser buena con él. Sino me enfadaré yo. Además ya nos ha visto follando o sea que si no haces lo que él quiera sí que se lo dirá a su mamaíta. ¿A que sí ,chaval?".
"¿Eh?. Ah, sí. Sí claro que sí. Yo lo que quiero es follarte Gemma. Me la has puesto dura cientos de veces".
"Por favor, es un crío. No me hagas esto", dijo Gemma.
"Pues para ser un crío lleva una buena erección. Venga chaval ponte en pelotas y dale a tu vecinita la polla que te la chupe un poco. ¿Eres virgen?".
"¿Eh?. Si, sí que soy virgen, pero eso no importa. He visto mogollón de pelis porno y sé lo que hay que saber", respondió mientras se desnudaba a toda velocidad, dejando a la vista su más que importante aparato.
"De eso estoy seguro. Venga zorrita, enséñale a tu vecinito una clase práctica de cómo se deja follar una buena zorra como tú".
El chaval se puso de pié en la cama ofreciendo su polla a Gemma para que se la chupase, que ante mi nuevo azote accedió y se la introdujo en la boca mientras yo volvía a comenzar a bombear su culito. Eso la hizo gemir nuevamente, al igual que al chaval al notar cómo el objeto de sus sueños se la estaba chupando. Así seguimos un buen rato con nuestra zorrita particular recibiendo mis embestidas por la parte de atrás y las de su vecinito por arriba.
"Jefe, ¿me la puedo follar?".
"Claro chaval. Tú no me preguntes nada. Haz lo que quieras. Fóllatela ahora mismo si quieres, venga".
"Ahora, no por favor, que estás tú detrás", respondió Gemma.
"Venga chaval, baja de la cama y métesela por el coño a esta putita ya verás como gime".
Dicho y hecho, el chico bajó de la cama con la polla llena de la saliva de Gemma, se colocó entre sus piernas abiertas y ayudándose de una mano, dirigió su polla a la vagina de la chica.
"¡No, los dos a la vez, no. Me vais a machacar, por favor!".
La situación, a pesar del miedo, tenía realmente excitada a la chica, por lo que su vagina estaba bien lubricada y permitió la entrada del pollón del chico que sujetándola por las tetas con fuerza comenzó a follársela a toda velocidad.
"Eso es chaval. Dale fuerte, con cojones. Ya verás como le gusta".
"¡¡Aaayyy!!, basta por favor no os mováis los dos a la vez. Me hacéis daño. Me vais a desgarrar".
Si hacerle caso, los dos nos movimos en el interior de la chica, que aguantó como pudo, con más dolor que placer el sándwich a que le sometimos durante 20 minutos, junto con los brutales estrujones de tetas de su vecino, transcurridos los cuales primero yo e inmediatamente el chaval inundamos de semen el interior de la chica. Yo noté perfectamente la eyaculación del chico a través de la pared interior de Gemma. La cara de Gemma era una mezcla de lujuria y dolor al terminar su primera doble penetración.
"Joder que pasada de buena estás tía. Te dejas hacer de todo como en una peli porno", dijo el chico.
"¿Te gusta tu vecinita, eh?, le respondí.
"Ya lo creo que sí. Joder a quien no le gusta. Estoy alucinado de que me haya corrido en su coño mientras tú le dabas por culo. ¡Joder!, todavía no me lo creo. Además me la ha chupado la muy guarra. La única pena es no poder haberle dado por el culo. Es algo que me fliparía, pero bueno".
"Otra vez será chaval", dije sacando mi polla del dilatado ano de la chica.
El chico se quitó suavemente a Gemma de encima dejándola en la cama tumbada, agotada y aún algo excitada. Se vistió y se marchó sin decir nada más que un "Hasta otra colegas. Ha sido un placer".
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