lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XVIII)

A pesar de que mi vida se había convertido en una especie de aventura, yo continuaba con mi trabajo de jardinero con normalidad. No quería levantar sospechas y además era un trabajo tranquilo que me gustaba. Terminado el verano no había vuelto a la casa de mi esclava Vanesa. Allí es donde comenzó toda esta historia, pero el contrato que mi empresa firmó con su urbanización continuó durante mis vacaciones en Julio durante las cuales ocurrieron todo lo descrito en las páginas anteriores. Ahora era 1 de Agosto y al reincorporarme al trabajo, me dijeron que tenía que retomar la ruta que hacía en Junio, es decir, que tendría que seguir haciendo el jardín de Vanesa, a pesar de que ahora en Agosto yo sabía que la familia se había ido de vacaciones.
En agosto, solo tenía en Madrid a Verónica y a Elena, o sea que me tendría que divertir con ellas en mi tiempo fuera de horas de trabajo. Elena me dijo que se quedaría todo el mes castigada por no haber aprobado y Verónica probablemente aprovecharía a dar clases a varios críos para sacarse un sobresueldo en verano. No quería dejar de trabajar a pesar de que me tentaba el hecho de dedicarme a vender el material de videos y fotos que tenía de las chicas por Internet. Yo también debía cumplir mi parte del trato. Por las mañanas trabajaba de 7 a 3 y por las tardes comencé a tratar de seguir a Verónica para comprobar si había cumplido mi orden de no sacarse las bolas chinas.
El primer día de trabajo se me hizo duro, pero cumplí a la perfección, incluyendo la casa de Vanesa, que me trajo muchos recuerdos al entrar a pesar de estar vacía. A las 4 de la tarde, después de comer algo, me acerqué a la casa de Verónica para tratar de comenzar a seguirla y ver cual era su habito por las tardes.
Aparqué el coche frente a su casa y comprobé que las luces de la sala y cocina estaban encendidas, por tanto la chica estaba en casa, posiblemente comiendo. Después de 2 horas esperando, las luces se apagaron y Verónica salió en vaqueros y camiseta, llevando una pequeña mochila. Se fue caminando, por lo que opté por salir del coche y seguirla. Comprobé que fue hasta una urbanización de pisos próxima y tras llamar a un portero automático la abrieron. Posiblemente iría a dar alguna clase a otro estudiante como Elena. Después de más de 2 horas volvió a salir y tras hacer una parada en una cafetería donde tomó una Coca Light, volvió hasta su casa. Eran cerca de las 7 cuando llego nuevamente a casa. La verdad es que por la forma de andar completamente normal, no pude saber si llevaba puestas las bolas chinas o no. Desde luego si las llevaba puestas no la habían molestado demasiado, puesto que andaba normalmente. A las 9:30 volvió a salir de casa, esta vez con mallas deportivas que marcaban sus piernas, una camiseta larga por encima, zapatillas deportivas y el pelo recogido con una cinta. Salió corriendo hacia el parque que tenía cerca de su casa para hacer algo de footing. Yo la seguí caminando para que no me viese hasta que llegó al parque. Una vez allí aceleró el ritmo y comenzó a dar vueltas en un circuito de unos 500 metros que probablemente repetía todos los días. El parque estaba solitario y mi polla estaba a tope o sea que localicé la zona más oscura del parque, donde había una farola rota, unos arbustos y una pequeña caseta que por la pinta en su día habían sido unos baños. La puerta y una ventana estaban rotas y se podía acceder al interior, donde el olor era bastante nauseabundo, pero me servía perfectamente, puesto que no se veía nada desde el exterior. Una vez encontrado el lugar salí hasta el camino por el que pasaría Verónica en un par de minutos nuevamente.
  • "Hola pequeña".
  • "¿Eh?, ¿Cómo?, ¿Qué haces aquí?". Dijo la chica con cara de gran sorpresa, dejando de correr y quedándose mirándome con cierto miedo.
  • "Pues vengo a verte. A ver si has cumplido lo que te pedía el otro día".
  • "¿Cómo?. Por favor. Me hizo todo lo que quiso el otro día. Yo me dejé a cambio de que usted ocultara el video. Por favor basta ya. Yo cumplí mi parte y me sometí a todas sus fantasías. Por favor, basta".
  • "Bueno, sí. Es verdad que el otro día cumpliste. Te portaste bien y de hecho no solo no te castigué sino que te recompensé con varios orgasmos. Lo que pasa es que yo te pedía algo más que vengo a ver si estás cumpliendo o por el contrario no me has hecho caso".
  • "Por favor basta ya".
  • "Ven un momento conmigo, le dije mientras me dirigía y entraba a la caseta abandonada".
  • "Por favor, déjeme en paz", dijo sin moverse.
  • "Como quieras. Te espero 10 segundos. Si quieres entrar OK, y si no ya sabes lo que hay".
La chica asustada por mi amenaza de nuevamente enseñar el video entró en la caseta.
  • "Muy bien. Así me gusta. Que seas obediente. Acércate a mi", le dije mientras me sentaba en un banco individual del parque que alguien había arrancado y metido en la caseta.
La chica se acercó y se colocó de pie frente a mí. Yo con las manos la acerqué más y la hice una indicación para que se pusiese a mi derecha y se tumbara sobre mis rodillas como se coloca a los niños malos para darles unos azotes. Verónica tras una pequeña resistencia inicial, accedió a colocarse en esa postura en la que su culo quedaba justo sobre mis muslos.
  • "Pero que culo tienes chica. Da gusto verlo. Es precioso", le dije echando hacia delante la camiseta viendo la forma perfecta que le hacían las mallas en el culo. "Bueno, vamos a ver si has sido buena".
  • "Por favor no me hagas nada".
Con cierta dificultad bajé las mallas y el tanga hasta las rodillas de la chica, dejando su precioso culo a mi disposición, lo cual aproveché para sobar un par de minutos, abrir sus nalgas, ver su sexo y sobar sus muslos.
  • "Veamos".
Con cierta dificultad abrí sus nalgas con la mano derecha mientras dos dedos de mi mano izquierda los dirigía a su vagina, totalmente seca y sin lubricar. Verónica en ese momento se dio cuenta de mi intención y comenzó a rogar que la dejara. No le hice caso y comencé a introducir dos dedos de mi mano izquierda por su vagina, buscando las bolas chinas que debían estar en su interior. Verónica gemía por el dolor de la penetración ya que estaba completamente seca. De todas formas introduje hasta el fondo dos dedos, para comprobar que allí no había bolas.
  • "¿Dónde están las bolas?".
  • "No podía andar con ellas. Me las tuve que quitar. Por favor no me hagas nada. Por favor. Las tengo en casa. No las he tirado. Te las devolveré", rogaba la chica con lágrimas en los ojos.
  • "Me has hecho enfadar, pequeña. No quiero que me des las bolas. Quiero que te las pongas y cuando yo quiera ya te las quitaré".
Me levanté cogiéndola por las caderas para que no se cayese al suelo y la hice reclinarse sobre el banco, apoyando sus manos en el asiento. Me saqué la polla por la bragueta y a pesar de sus lloriqueos, comencé a metérsela por el culo sin lubricación de nada.
  • "No grites zorra, sino ya sabes lo voy a hacer con tu video".
La chica se mordía los labios para no gritar por el dolor de mi brutal violación anal, pero mi polla desapareció completamente en su ano. Las mallas y el tanga seguían a la altura de sus rodillas, por lo que no la permitían abrir las piernas, aunque ella lo intentaba para facilitar mi penetración y evitar el dolor. Su culo era realmente estrecho para alojar mi polla, pero aún así, una vez metida hasta el fondo, se la saqué completamente para volvérsela a introducir de nuevo. De esa forma era más doloroso para ella y más placentero para mí, puesto que me excitaba de sobremanera ver como centímetro a centímetro mi polla desaparecía en su trasero.
  • "No, por favor. Basta. No sigas. No puedo más. Por favor. Basta, basta,...".
  • "No supliques ahora. Lo que tenías que haber hecho es obedecerme", le dije mientras comenzaba a moverme en su interior con rapidez, dándole por el culo con todas mis ganas.
Después de 20 minutos de enculada salvaje, mi polla se movía ya con más libertad en su interior y estaba a punto de correrme o sea que le saqué la polla y la empujé para que se sentase en el banco.
  • "Abre la boca, pequeña".
  • "No, por favor. Eso no".
  • "¡Abre la boca y saca la lengua!. No me hagas enfadar aún más", le dije.
La chica obedeció y abrió la boca sacando la lengua. Yo posé mi glande en su lengua y comencé a masturbarme muy lentamente. En un momento, el primer chorro de esperma salió disparado hacia en interior de su boca, seguido del segundo y el tercero y ... todos los demás hasta terminar de correrme. Hasta la última gota de mi semen estaba alojado en su boca.
  • "Traga, pequeña puta".
Verónica obedeció y a pesar del asco que le daba, tragó el contenido de su boca provocando una arcada que casi le hace vomitar.
  • "Muy bien. Ahora límpiame la polla con una mamadita, que seguro que esta sucia de tu culete".
Con lágrimas en los ojos la chica obedeció y a pesar de las nuevas arcadas, se metió en la boca mi polla recién salida de su culo. La chupó y la succionó a conciencia haciendo que quedase totalmente limpia.
  • "Muy bien. Ahora vete a casa siguiendo con tu footing y metete las bolas chinas tu sola. Espero que el próximo día que te vea las lleves puestas, sino directamente entregaré el video en la siguiente reunión. Además como castigo por haber sido desobediente quiero que te depiles completamente la entrepierna. No quiero que tengas ni un solo pelo en tu rajita ni en tu pubis. Se me ha acabado la paciencia contigo pequeña", le dije mientras me guardaba la polla en la bragueta y cerraba la cremallera.
Verónica se levantó con la cara llena de lágrimas y se subió el tanga y luego las mallas. Salió por la puerta de la caseta delante de mi tras limpiarse la cara con la manga de la camiseta y se alejó corriendo con algo de dificultad, probablemente debido a que tenía el culo dolorido por mi clavada.
A las 10:30 de la noche, llamé al teléfono de casa de Verónica.
  • "¿Sí?, ¿Quién es?".
  • "Hola soy yo. ¿Ya te has metido las bolas?". Se hizo un silencio de unos segundos que se podía cortar con un cuchillo.
  • "Sí".
  • "¿Estas segura?. No te oigo convencida".
  • "Sí ya las tengo. No me puedo casi mover. Por favor dame el video y dejemos esto. Yo no diré nada a nadie, te lo prometo".
  • "Claro que no dirás nada. ¿Cómo te las has metido?".
  • "Por favor. Basta. Para esto por favor. No he hecho nada".
  • "Joder. No te vuelvo a repetir las cosas. ¿Cómo te las has metido?"
  • "Las he untado en vaselina".
  • "De acuerdo. ¿Te has depilado como te dije?"
  • "Por favor basta ya. Esto es humillante. No me merezco esto. Yo no he hecho nada".
  • "Joder chica. A veces pienso que eres medio tonta, de verdad. ¡Que no me hagas repetir las cosas, coño!. ¿Te has depilado sí o no?".
  • "No, pensaba hacerlo antes de ir a la cama hoy".
  • "Bien, eso espero. Quiero que hagas vida normal absolutamente. Te acostumbrarás a tener las bolas dentro. Incluso te gustará en breve. No seas mala y yo seré bueno. Hasta luego", y colgué el teléfono.
Al día siguiente a la salida del trabajo, nuevamente fui a seguir a Verónica para ver lo que hacía. Al igual que el día anterior salió de casa a las 6 de la tarde caminando hacia la urbanización donde daba las clases. Ahora sí que llevaba las bolas metidas porque su forma de andar era ligeramente diferente a la del día anterior. Caminaba más despacio y cada 5 minutos paraba un rato disimulando frente a un escaparate, pero se quedaba inmóvil frente al cristal, para seguir caminando al cabo de un minuto. La vuelta a su casa fue igual, parando 2 minutos cada 5 minutos de paseo. Era claro que las bolas estaban surtiendo su efecto llevándola una y otra vez cerca del orgasmo involuntariamente, por lo cual paraba de andar. A la noche también fue a hacer footing como yo le había ordenado, incluso miró en la caseta al pasar a ver si yo estaba allí, pero no estaba. Me encontraba bastante más lejos controlando sus movimientos. Corría un rato y paraba como para hacer estiramientos. Así continuo tratando de controlar sus orgasmos hasta que una de las veces no pudo y se corrió ella sola. Su cara era de excitación total y pude ver cómo se mordía el labio inferior para no gritar mientras comenzaba a caminar de vuelta a casa.
La seguí otros 3 días más y cada día a la hora del footing era lo mismo, pero ya no se paraba para controlar el orgasmo. Cuando su cuerpo se excitaba, se dejaba llevar y se corría. Se le notaba perfectamente en la cara cuando le venía un orgasmo, pero había aprendido a seguir corriendo. Parecía que estaba ya disfrutando las bolitas en lugar de sufrirlas.
El tercer día a las 10:00 de la noche le llamé por teléfono nuevamente:
  • "¿Sí?".
  • "Hola soy yo. ¿Cómo lo llevas?".
  • "Ehhh. Bueno. Mal pero al menos lo soporto".
  • "Ya. Estoy frente a tu puerta. Cuelga y abre la puerta en menos de 10 segundos. Uno, dos, tres, cuatro, ...". Antes de llegar al 5 ya había abierto la puerta. De esta forma no le dejaba pensar si debía o no abrir la puerta y evitaba que estuviese llamando y no quisiera abrirme.
  • "Hola. Así cara a cara hablaremos mejor".
  • "Por favor, para esto. No puedo más. He hecho lo que me has pedido. Por favor dame el video y terminemos esto".
  • "Tranquila, no tengas tanta prisa".
Verónica tenía puesto un pijama como de seda rosa muy suelto con el pantalón tan corto que parecía una braguita. La parte de arriba era abotonada y la tenía solo abotonada hasta la mitad, o sea que se podía ver la forma de sus pechos.
  • "Quítate la ropa preciosa. Quiero verte desnuda completamente. Espero que te hayas depilado como te dije".
La chica se quitó el pijama y los calcetines quedando frente a mí completamente desnuda. Su pubis estaba completamente depilado como yo le había ordenado, lo que junto al pequeño tamaño de sus pechos deba la sensación de tener delante a una cría desnuda.
  • "Así me gusta, que seas obediente. Me apetece darte por el culo otra vez. Tu veras si quieres primero mamarme la polla para lubricármela. Sino ponte a cuatro patas que te la voy a meter otra vez en seco".
  • "No por favor, me hace demasiado daño así", me dijo mientras se arrodillaba delante de mí, me sacaba la polla por la bragueta y comenzaba a chupármela con todas las ganas.
  • "Vaya. Qué sorpresa más bonita. Eso es pequeña mámala bien, que has aprendido a hacerlo de maravilla".
Después de 10 minutos de excelente mamada, se puso a cuatro patas como le ordené y se puso un poco de saliva a la entrada del ano. Yo me coloqué detrás y sin más preámbulo se la clavé hasta los huevos. La penetración era mucho más fácil y ni siquiera le hizo daño. Mi polla notaba perfectamente el tacto de las bolas chinas en el interior de la vagina de la chica. En esa postura la enculé con la máxima velocidad, sacando y metiendo mi polla en varias ocasiones.
  • "Cariño, lo tienes dilatado a tope. Aprieta el culito un poco más que a mi me gusta más estrechito".
La chica obedecía y apretaba su esfínter, haciéndome más placentera la penetración. Al cabo de 15 minutos, me corrí en el interior de su culo.
  • "Perfecto preciosa. Ahora límpiamela con la boca", le dije mientras sacaba mi polla de su culo.
Verónica nuevamente obedeció y volvió a engullir mi polla limpiándola completamente de los rastros de porquería que pudiera tener.
  • "Chica, se te dilta el culo, que vaya tela. Me parece que lo tienes preparado para cosas más grandes que mi polla, pero ya veremos. De momento siéntate en el sofá y ábrete a tope de piernas que te voy a sacar las bolas chinas. ¿Cuántas veces te has corrido con ellas?"
  • "No se. He perdido la cuenta. Al principio me daba corte pero luego ya no. Es agotador. Por lo menos cada media hora tienes un orgasmo. Terminas el día reventada y absolutamente relajada".
  • "Vaya, pequeña zorra. O sea que no era tan malo, ¿no?".
  • "Bueno, pues la verdad es que no tanto, no", dijo mientras se sentaba y se abría completamente de piernas para que yo le metiese mano. Su coñito depilado era increíblemente bonito y me moría de ganas de lamer su clítoris.
  • "Me alegro".
Introduje dos dedos en su vagina y saqué las bolas chinas lentamente para no hacerle daño. Su coñito estaba absolutamente empapado o sea que salían perfectamente de su ubicación.
  • "Dios, que coño mas lindo tienes chica", le dije mientras empezaba a comer su clítoris y lamer su entrepierna completa. Metí dos dedos por su culo, todavía algo dilatado, el pulgar por su coñito y lamí su clítoris hasta provocarle 3 orgasmos uno detrás de otro en el plazo de 20 minutos. En esa postura con las piernas totalmente abiertas, su entrepierna estaba completamente a mi disposición. Mis dedos entraban y salían de sus dos agujeros con total libertad, sin que la chica pusiese impedimento ninguno. Su sabor era maravillosos y se veía que ahora ella se estaba dejando y estaba disfrutando de verdad. El efecto de las bolas chinas fue increíble. Se había convertido en una auténtica viciosa del sexo. Una vez terminada la comida, mi polla estaba ya totalmente dispuesta para la guerra o sea que me la follé de todas las posturas posibles: abierta de piernas como estaba, haciendola cabalgar sobre mi polla sentándome yo en el sofá, a cuatro patas, apoyada en el sofá desde atrás, en postura de misionero en el suelo, ... Estando en esa postura, en la de misionero, ocurrió algo nuevo para mí con Verónica. Fue ella la que me buscó la boca para besarme y nos besamos durante minutos mientras mi polla entraba y salía de su depilado sexo y mis manos sobaban y pellizcaban sus pechos. Estuve a punto de correrme en el interior de su vagina al notar las contracciones de un nuevo orgasmo de la chica, pero no me arriesgué y en el último momento se la saqué, poniéndome a caballo sobre su pecho dirigiendo su polla a su cara para correrme ahí. Sabía que no le gustaba nada que le echase mi corrida en su cara, pero en esa ocasión ella se lanzó con la boca abierta a comerme la polla, haciendo que me corriese en su interior en breves segundos. Verónica engulló mi corrida con cara de viciosa mientras yo seguía sobándola el coñito con mi mano derecha provocándole un nuevo orgasmo.
  • "Vaya pequeña. Esto ha estado muy bien. Me ha encantado la sesión. Me parece que te estás convirtiendo en una fiera folladora, pequeña". Verónica sonrió, relamiendo los restos de mi corrida que tenía en sus labios.
  • "La verdad es que he disfrutado de verdad. No me lo puedo ni creer. Me he olvidado completamente del video".
  • "Me alegro pequeña. Creo que el efecto de las bolas chinas ha sido positivo o sea que te las voy a meter otra vez".
  • "Buff, estoy agotada de llevarlas. Es una pasada, pero tu verás, mi amo. ¿No es así como quieres que te llame?".
  • "Así es pequeña. Por primera vez te has portado como yo quiero y por eso te he premiado haciéndote disfrutar. Quiero que seas una buena esclava. Ahora me tengo que ir, o sea que ponte en el sofá con las piernas bien abiertas que te voy a meter las bolitas".
  • "Está bien, mi amo. Lo que tú digas", y se colocó sentada en el sofá con las piernas tan abiertas que las bolas entraban con una mínima presión de un dedo.
  • "Muy bien, pequeña, estaremos en contacto. Por cierto, antes de que se me olvide. Este es mi móvil", le dije sacando una tarjeta del bolsillo de mi pantalón que la enrollé y se la medio introduje en el coño. "Si quieres llamarme puedes hacerlo, pero sobre todo a partir de hoy estas obligada a llamarme para pedirme permiso si quieres tener relaciones sexuales. No te lo prohibiré pero me debes pedir permiso. ¿Está claro?".
  • "Sí mi amo", dijo mientras cogía la tarjeta medio metida en su sexo. "Así lo haré. Adiós mi amo".
  • "Adiós, hasta pronto".
La verdad es que Verónica estuvo increíble esa noche y estuvimos al menos 2 horas y media follando como locos, puesto que cuando yo marché era casi la 1 de la madrugada.

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