lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XXII)

Regreso a Madrid y viaje a la sierra

El regreso a Madrid fue tranquilo el domingo después de comer y después de darme un chapuzón en la playa. En la cartera llevaba más de 2500 Euros que había sacado por vender a Sonia como a una prostituta. El fin de semana había sido realmente redondo. El domingo al llegar a Madrid pensé en visitar a Verónica, pero finalmente no lo hice y lo dejé para el lunes a la tarde después de trabajar. Estaba realmente cansado por el viaje.
La mañana del lunes fue tranquila: unos jardines a arreglar un poco y unos cuantos metros cuadrados de césped para recortar. Nada nuevo y nada realmente cansado. Al terminar el trabajo sobre las 3 de la tarde, comí un plato combinado en un pequeño restaurante de la Moraleja que me encantaba y fui directamente a visitar a Verónica a su piso. Aparqué el coche a un par de manzanas y me dirigí hacia su portal con tal suerte que justo al llegar a la puerta ella salía de su portal. Verónica llevaba una minifalda plisada de color blanco y una camiseta de tirantes del mismo color, que le favorecía mucho.
  • "Vaya, que casualidad. Venía pensando en visitarte pequeña. ¿Cómo estás?". Al oír mi voz, Verónica se estremeció y no supo que contestar.
  • "Eh, ah, ho, hola mi amo. Voy a dar unas clases aquí cerca. Tengo mucha prisa. Adios", dijo mientras intentaba esquivarme para salir del portal.
  • "¡Eeh, eeh!, no tengas prisa. ¿Qué educación es esa?. ¿Esto es lo que yo te he enseñado como buena esclava?. Espera un momento y no tengas tanta prisa", le dije impidiéndole la salida con mi cuerpo. "¿Qué tal el fin de semana?. No he sabido nada de ti".
  • "Ya, ehhh. Bueno, bien. Un fin de semana más. Deporte, estudiar, clases y esas cosas. Me tengo que ir. Ahora no puedo esperar", dijo nuevamente intentando esquivarme.
  • "Oye, ¿estás tonta o qué?. Te estoy diciendo que esperes. ¿Qué pasa aquí?, ¿me ocultas algo?".
  • "¿Yo?, no mi amo. Ehh, no, nada. Lo que pasa es que me tengo que ir. Voy muy tarde". La cara de nervios de la chica era evidente.
  • "Joder, que espere el mocoso al que vayas a dar clase. Algo pasa. ¿Me ocultas algo?. ¿Has hecho algo malo el fin de semana o que pasa?".
  • "No, nada, nada mi amo".
  • "Ya. Espera un poco. Ya se lo que pasa. ¿Llevas las bolitas dentro?".
  • "Eeeeeeh, estooo, sí. Sí, pero ahora no puedo mi amo", dijo intentando salir del portal.
  • "Ya pues enséñamelas". Le dije empujándole hacia dentro del portal a la vez que cerraba la puerta tras de mi. "Venga, sácatelas y te dejo marchar si es que tanta prisa tienes".
  • "No puedo. Aquí no puedo mi amo".
  • "No te lo repito dos veces. O te las sacas tú o te las saco yo. Métete en el ascensor. Ahí no te verá nadie hurgarte el coño", le dije mientras abría la puerta del ascensor empujándola a su interior y llevando mi mano izquierda directamente por debajo de su minifalda agarrándola con fuerza a esa altura. "Venga sácatelas ahora mismo. Espero que las lleves dentro. Sino te tendré que castigar por desobediente y ese es el peor castigo para una esclava".
  • "No las llevo. Las llevé todo el fin de semana. Te lo prometo, mi amo. Pero esta mañana me las quité. Como no te había visto en todo el fin de semana creí que no tenía que llevarlas más. No puedo ni andar con ellas. Es agotador. Mi amo, por favor no me castigues te he dicho la verdad". Dijo la chica.
  • "Ya. Claro, claro. Buff, esto merece un castigo. Bueno, tú eliges: castigo o bien entrego la cinta que tienes con tu alumna".
  • "Mi amo por favor. No me hagas esto. No me castigues de nuevo. Por favor. De verdad que las llevé hasta ayer, pero no podía más. Me provocaban orgasmos todo el rato y casi no podía ni salir de casa".
  • "Bueno, tú eliges. El castigo que yo te imponga o no me vuelves a ver y entrego el video a la policía. No me cuentes rollos. Responde solo castigo o vídeo y no me hagas enfadar más", le dije en tono amenazante.
  • "Castigo, mi amo", dijo tras unos segundos de tenso silencio.
  • "Está bien. Ahora vete a donde quieras. Son las cuatro. Te recogeré a las seis en punto en frente de tu portal con mi coche, es un Toyota 4 por 4 azul nuevo. Así tendrás tiempo de sobra de dar tu clase. Baja vestida como tú quieras, pero una vez que te subas en el asiento del acompañante del coche, te daré 20 segundos de reloj para que te quedes absolutamente desnuda. No quiero que te quedes puestos ni los calcetines o sea que más te vale que bajes con una ropa fácil de quitar por que 20 segundos no es nada. ¿Está claro?. Lo único que te permito traer es tu móvil, por si te quedas a dormir conmigo y quieres hablar con alguien".
  • "Pero, ... No. Vale, bien. Está claro mi amo", dijo la chica con cara de resignación. Al fin y al cabo había sido ella la que había preferido el castigo.
  • "Bien. Sé puntual que en esta calle se para mal en doble fila. Hasta luego", le dije marchándome del ascensor.
Sonia abandonó el portal unos segundos después de mí posiblemente para dar esa clase que le tocaba.
A las 6 menos 2 minutos aparqué el coche en doble fila frente al portal de la chica y a las 6 en punto, Verónica salió por la puerta y se subió al coche. Llevaba puesta una gabardina larga casi hasta los tobillos y unos zapatos de mocasín que se quitó en menos de 10 segundos en cuanto se subió al coche, tirándolos en el asiento de atrás y quedando por tanto completamente desnuda. Para evitar ser vista por las ventanillas del coche se agachó lo que pudo, de forma que desde el nivel de la calle solo se podía ver su cabeza.
  • "Muy bien así me gusta. Verte desnuda es siempre un placer. Ponte estas gafas. Quiero que todo sea una sorpresa", le dije mientras le daba las gafas que Sonia llevó durante su cautiverio en la bodega de mi casa de la sierra para no vernos las caras. Ahora esas gafas servirían para evitar que la chica supiese volver a donde la iba a llevar, que evidentemente era mi casa de la sierra, para poder jugar con ella y torturarla a placer con todos mis juguetes.
La chica obedeció y se puso las gafas que hacían que no viese absolutamente nada. En esa postura, mi mano derecha sobaba sus pechos, sus piernas y su monte de venus totalmente depilado mientras iba conduciendo el coche.
Tardamos aproximadamente hora y cuarto en llegar a mi casa, donde introduje el coche dentro del corral para que la chica no tuviese la menor idea de donde estaba y para que pudiese salir desnuda sin llamar la atención. Nadie la había visto desnuda en el coche realmente ya que los cristales estaban algo tintados, pero la sensación de humillación para ella era evidente. Cuando llegué y detuve el motor en el interior del corral de la casa, le di sus zapatos para que se los pusiese y la hice salir del coche sin quitarse las gafas. Sonia obedeció atónita pensando que la iba a pasear por las calles totalmente desnuda.
  • "Hola caballeros, les gusta mi invitada. Fíjense que culito tiene", dije a unos supuestos hombres que yo quería hacerla pensar que le veían a pesar de que obviamente el corral estaba desierto. "Venga camina, coño", le dije dándole un fuerte azote en las nalgas que dejó mi mano impresa por un rato en su precioso trasero.
Una vez dentro de la bodega puse en marcha mi equipo de grabación para registrar todo lo que pasase allí dentro y le dije que podía quitarse las gafas comprobando que tenía lágrimas en los ojos, fruto de la humillación de sentirse observada desnuda por todo Madrid y luego por unos hombres que ahora ella no veía.
  • "¿Qué es esto?. ¿Dónde me has traído?. ¿Qué son todos estos cacharros?. Por favor no me hagas daño. No volveré a desobedecerte. Por favor...".
  • "No te preocupes. Es un castigo en condiciones por haber sido una mala esclava desobediente. De momento ven aquí", le dije cogiéndola por un brazo y llevándola al centro de la bodega de donde colgaban del techo unas cadenas con grilletes de cuero para las muñecas. "Tengo que probar contigo todas las mejoras que he hecho en la bodega desde que tuve aquí a mis esclavas anteriores".
Una vez esposadas las manos en los grilletes, pulsé el botón que accionaba un motorcito que tiraba de las cadenas regulando la altura de forma que podía apoyar los pies de puntillas en el suelo pero su cuerpo quedaba prácticamente colgado del techo. En esa postura até cada uno de sus tobillos a unas cadenas que tenía en las paredes laterales y pulsando otro botón, a pesar de la resistencia de Verónica sus piernas se fueron abriendo hasta el punto de dejar de tocar el suelo y quedar por tanto suspendida en el aire sujeta por las muñecas y los tobillos con las piernas abiertas en un ángulo de 90 grados.
  • "¡¡Noooooo!!, basta por favor. No sigas. No puedo maaaaaas", gritaba la chica hasta que detuve finalmente los motores que abrían sus piernas. "Por favor basta. Déjame bajar por favor".
  • "Tú tranquila. Que estas muy guapa así. Además pórtate bien o si no sigo tirando y te abro un poco más las piernas".
  • "Por favor no. Por favor déjame bajar. No puedo más".
  • "Pronto te quejas y esto no ha hecho más que empezar. De todas formas este sitio está bien aislado, o sea que si quieres puedes gritar, puesto que nadie te oirá", le dije mientras me acercaba para recorrer sus larguísimas piernas con mis manos en esa postura, como si la estuviese cacheando.
En esa incómoda postura para Verónica mis manos recorrieron su cuerpo centrándome en pellizcar sus pezones que estaban duros como piedras, sus nalgas y su entrepierna, que tenía el coño completamente abierto.
  • "Vamos a poner algo diversión a la fiesta", dije mientras cogía una venda negra con la que cubrí los ojos de Verónica. "Así no me ves y será todo más emocionante".
  • "Por favor. No me hagas daño. Te lo pido por favor".
  • "Tu tranquila y disfruta siendo tratada como una puta".
Abrí el armario en que guardaba la mayoría de mis juguetes y saqué un látigo de cuero con las colas redondas para evitar cortar la piel. Quería jugar con ella, pero no hacerle marcas en su precioso cuerpo.
El silencio de la bodega se cortó primero por el silbido del látigo en el aire seguido por un grito de Verónica provocado por el primer latigazo que descargué en el culo de la chica. Después de 10 latigazos entre los gritos y las súplicas de que me detuviese, las nalgas de la chica estaban cada vez más rojas por lo que opté por cambiar de objetivo y el siguiente lo descargué contra sus pechos. Verónica se retorcía mientras gritaba tratando de librarse de las ataduras que la mantenían suspendida en el aire.
  • "Grita zorra. Quiero oírte gritar para que no vuelvas a desobedecerme".
  • "¡¡¡Aaaaaaaahh!!, por favor. Paraaaaaaa, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaahhh!!!!!!!!", gritaba y suplicaba una y otra vez la chica.
Fueron 10 más los latigazos que descargué sobre los pechos de Verónica, que se pusieron rojos como tomates.
  • "Basta, por favor. Basta. Haré lo que quieras. No te volveré a mentir, pero por favor no sigas".
  • "Eso espero zorra. Espero que desde hoy no vuelvas a jugar conmigo ni a cabrearme. Tienes que ser obediente y hacer todo lo que yo te diga. Sino ya sabes lo que te espera. De todas formas todavía no he terminado los latigazos. Vamos a poner la guinda al pastel".
  • "Por favor. No por favor. Por favor basta. No puedo más. No soporto el dolor. Por favor, te lo pido. Haré lo que me digas, pero no sigas con esto".
  • "Si te portas bien solo te daré 10 latigazos más. Sino seguiré machacando tu culo un buen rato más. ¿Está claro?".
  • "Sí, pero por favor no me pegues más. Haré lo que me digas".
  • "Bueno pues te faltan 10. Quiero que los cuentes en alto. Uno, dos, ... hasta llegar a 10. Allá vamos".
  • "No por favor, nooooo. ¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaahhhhh!!!!!!!, ¡¡¡Unooo!!!". Gritó la chica cuando descargué el siguiente latigazo. En esta ocasión me había colocado a su espalda y como sus piernas estaban abiertas, comencé a descargar la siguiente tanda de castigo en su entrepierna, de forma que la cara interna de los muslos y su coñito eran ahora el objeto de mis iras. "Por favor ahí no. No me pegues más ahí. No lo soportoooooooo, ¡¡¡¡¡Doooooooos!!!!!".
  • "A ver si se pone colorado tu conejito de zorra desobediente. Espero que esto te sirva para aprender".
  • "¡¡¡Aaaaaaaah!!!, ¡¡¡Tres!!!, ¡¡¡Cuatro!!!".
Así siguió el castigo entre sus gritos y súplicas hasta llegar al latigazo número 10, que la chica contó como yo le pedí. Era la primera vez que castigaba con tanta dureza a una de mis esclavas y la verdad es que me estaba gustando hacerlo. Mi polla estaba dura como una roca, o sea que tendría que proseguir el castigo descargando de alguna forma.
  • "Vaya, vaya. Tienes el culito y las tetitas realmente calientes, ¿eh pequeña zorra?", le dije mientras tras acercarme a ella comencé a sobar sus pechos y su trasero colocándome detrás de ella. "Tienes los músculos realmente tensos, pequeña. Hay que relajarse un poco, ¿no te parece?".
  • "Por favor. Me duele todo. Por favor suéltame. No puedo más. Te lo pido por favor. Me duele hasta el último centímetro de mi cuerpo".
  • "Eso es por haber sido mala esclava. ¿Qué voy a hacer contigo ahora?", le dije mientras liberaba mi polla por la bragueta del pantalón, la untaba un poco en vaselina y se la restregaba por la entrepierna y la raja del culo, colocado detrás de ella con mis manos pellizcando sus pezones.
  • "¡¡Aaayy!!, me duele todo. Por favor no me hagas nada. Por favor no me la metas ahora. No lo podré soportar".
  • "Yo creo que sí que aguantarás. Ya lo verás", y sujetando la base de mi polla con la mano derecha comencé a buscar su agujerito trasero mientras mi mano izquierda abrazaba su cuerpo por la parte de adelante colocando mi mano completamente en su perfectamente depilada entrepierna.
  • "No otra vez no por favor. Ahora no podrás metermela por ahí. Por favor no. Ten piedad, por favor. ¡¡Aaayyy!!, no por favor no sigaaaaaaaaas", rogaba Verónica mientras mi glande una vez localizado su agujerito comenzaba a empujar para violarlo una vez más. Esta vez, dada la gran tensión de la chica en esa postura y más tras haber soportado los latigazos, su culo estaba tan estrecho que parecía imposible meterle nada por ahí.
  • "Tú resistente si quieres. Me gusta más así, cuanto más estrecho mejor zorra, pero da igual, te voy a llenar el culo con mi polla otra vez quieras o no, o sea que más te vale por tu bien que aflojes un poquito la entrada, sino te va a doler más".
  • "¡¡¡¡¡Aaaaaaah, aaaaaaaah, aaaaaaayyyyy!!!!!, gritaba Verónica mientras mi glande desaparecía en su interior y ella se agitaba en sus ataduras. "Otra vez por el culo, no por favor. Por favor, nooooo".
A pesar de su oposición y la estrechez de su culo, por un lado su indefensión total y por otro la vaselina que me había puesto en la polla hicieron que la enculada fuese completa en cuestión de medio minuto. Mi polla había desaparecido completamente en su trasero y mis manos se recreaban pellizcando con fuerza sus pezones, haciendo que soltase gritos de dolor nuevamente.
  • "Me encanta oírte chillar, zorra. Chilla más, venga, chilla", le decía mientras mi polla violaba su culo y mis manos retorcían una y otra vez sus doloridos pezones tras los latigazos recibidos.
  • "Aaaaaaaaaaaaaaaah, por favor. Bastaaaaaaaaaaaaaaaa", gritaba una y otra vez Verónica.
Tras permanecer de esa forma, con mi polla clavada en su trasero y mis manos torturando sus pezones unos 5 minutos, consideré que ya podía comenzar el mete y saca o sea que saqué completamente mi polla para volver a introducírsela hasta el fondo nuevamente, una y otra vez hasta que sus gemidos de dolor fueron haciéndose más pequeños. A pesar de ello, cada vez que mi glande volvía a violar su estrecho ano, se estremecía en sus ataduras.
  • "Pero que maravilla de culo tienes zorra. No me canso de metértela por aquí una y otra vez".
Verónica soportaba como podía y entre gemidos mis embestidas que hundían mi polla hasta el fondo de su trasero y mis manos que sobaban sin contemplación su entrepierna y sus pezones. Después de unos cuantos minutos de mete y saca me corrí en su interior, inundando su culo con mi corrida.
  • "Fantástico. Me entanta tu culo zorra. Vamos a seguir con el juego", le dije mientras saqué del armario mi polla empaladota y la fijé al suelo con unas mariposas que ya estaban preparadas.
Era la misma polla que utilicé para clavar a Sonia cuando la secuestramos y ahora iba a usarla por segunda vez con otra de mis esclavas, pero en esta ocasión, había introducido una mejora que probaría al final de todo. El sistema que había preparado con los motores y las cadenas, me permitían mover en el aire a la chica sin que ella tocase el suelo, lo cual teniendo en cuenta que Verónica seguía con los ojos tapados, la daban cierto pánico. Únicamente modifiqué las ataduras de las piernas, subiéndolas hasta por encima de las rodillas, para conseguir que la chica quedase suspendida en el aire en posición de sentada. En esa posición poco a poco fui llevándola hasta la vertical de la enorme polla de escalones amarrada al suelo. No fue fácil pero tras unos minutos en los que forcé a Verónica a adoptar posturas realmente acrobáticas lo conseguí y la coloqué a unos 20 centímetros por encima de la polla. Ahora con un solo botón podía hacer subir y bajar su cuerpo con facilidad.
  • "Por favor. ¿Qué me vas a hacer ahora?. Por favor, déjame bajar. Te prometo que no volveré a desobedecerte, mi amo. Por favor, déjame bajar ya. No me pegues más por favor".
  • "No tengas tanta prisa. El castigo sigue pequeña. Esto no ha hecho más que empezar", le dije.
Su culo debía seguir dilatado, porque observaba como los restos de mi corrida iban cayendo sobre la polla que amenazante esperaba unos centímetros por debajo. Antes de seguir di una capa de vaselina a la polla, de forma que deslizase bien en su interior.
Terminada la lubricación, comencé a bajar lentamente a Verónica hasta que su culo tocó el frío aluminio de la polla. Esto hizo que se asustara y diese un respingo en sus ataduras.
  • "¡¡Ay!!, ¿qué era eso?. Mi amo, ¿qué es eso?. Por favor, ¿qué me vas a hacer?".
  • "Tu tranquila. Es un visitante para tu culete. Vamos a darle un tratamiento para dilatarlo. ¿Qué te parece?".
  • "No, por favor. Otra vez por el culo, no, por favor. Déjame bajar. Por favor".
  • "Tú tranquila es lo que llamo mi polla empaladora. De momento no te preocupes, que no te hará daño. Tienes el culo bien abierto de hace un rato. Tú relájate y aprende a sentir lo que sentían las brujas de la edad media cuando las empalaban por el culo en la cuneta de un camino".
  • "Por favor, mi amo. No. Por favor, no. Esto es demasiado. Por favor. Paraaaa", dijo Verónica retorciéndose en el aire, haciendo que su cuerpo saliese de la vertical del consolador.
  • "Tú verás. Es mejor que no te retuerzas, por que lo primero vas a hacer que se te cierre el ojete y lo segundo que como me hagas enfadar cogeré el látigo para tranquilizarte un poco".
  • "Por favor, basta Suéltame por favor. Déjame bajar", dijo sin dejar de retorcerse en el aire tratando inútilmente de liberarse de sus ataduras.
  • "Bueno, pues jugaremos un poco", dije mientras hacía bajar la grúa con la chica unos 6 centímetros. A esa altura, debía estar ya empalada, pero por sus movimientos había salido de la vertical de la polla, por lo que esta le quedaba a la altura de la cadera. "Vamos a ver como me lo monto para empalarte aquí y que te estés quietecita".
Verónica se resistía y rogaba que la dejase en paz cuando me acerqué a ella por la espalda y la sujeté por los dos cachetes del culo, abriéndole el ojete y colocándola en la vertical de la polla, sobre la que la iba dejando caer poco a poco. Los movimientos de la chica hacían que fuese difícil empalarla, pero poco a poco se iba cansando por lo incómoda de su postura y por tanto me facilitó el colocarla exactamente en la vertical de la polla, donde la dejé apoyada. Verónica gritaba sin parar pero dejó de retorcerse para concentrar toda su fuerza en resistir el invasor que empujaba por penetrar su culo. En ese momento todo su cuerpo quedó apoyado sobre la punta del consolador de 6 centímetros de grosor, que trataba de abrirse paso por su esfínter.
  • "Venga, que te tiene que entrar. Ya verás que bien estás empalada como la auténtica zorra que eres".
Verónica estaba en buena forma física y pasados 10 minutos aún aguantaba sin permitir que la enorme polla metálica entrase por su ano, por lo que opté por ayudar un poco, apoyándome en los hombros de la chica.
  • "¡¡Aaaaaaaaaaaaaahhhh!!", gritó la chica al notar como mi peso extra hizo que el consolador se comenzase a abrir paso por su trasero.
Gracias a la vaselina, los primeros 10 centímetros entraron seguidos por el recto de la chica, arrancando un gemido de dolor. Los primeros 6 fueron de golpe y los otros 4 según yo iba bajando la grúa se iban introduciendo en el interior de la chica.
  • "¿No ves como te entra bien?. Ya te lo dije yo. Vamos a darle un poco más".
La penetración se había detenido en el siguiente escalón, que esperaba ir entrando poco a poco en el esfínter de la chica. Con la polla ya metida en su ano, la resistencia que podía hacer Verónica era mínima o sea que su propio peso hizo que sobrepasase el escalón en unos pocos segundos. Poco a poco fui bajando la grúa otros 10 centímetros de forma que ya eran 20 los centímetros de polla metálica que llenaban el culo de Verónica, con un grosor de 7 centímetros de diámetro. En ese momento fue cuando retiré el antifaz de los ojos de Verónica que hasta ese momento no había podido ver lo que le hacía.
  • "Dios, por favor, bájame de aquí. No me hagas esto mi amo. Por favor. Basta. No lo soporto. Me vas a destrozar. Te lo pido por favor. ¡¡Noooooooooo!!", gritó al ver que dejaba bajar un poco más la grúa haciendo que su esfínter presionase aún más el último escalón de 8 centímetros.
  • "Venga, que este es el último escalón. Te tiene que entrar entero pequeña".
Verónica trataba inútilmente de resistirse tirando hacia arriba con brazos y piernas, pero con eso lo único que lograba era sacarse en parte la polla para que se le volviese a clavar otra vez cuando no podía resistir más y se dejaba caer nuevamente. En una de esas caídas, el último escalón se introdujo en su culo, haciéndose que se quedase inmóvil mientras su cuerpo caía unos centímetros más clavándose unos 28 centímetros en la polla.
  • "¿No ves como te entraba perfectamente, zorra?. Si tienes un culo en el que cabe la polla de un elefante".
Verónica no se atrevía ni a moverse por miedo a hacerse daño con la enorme polla metálica que la taladraba en culo.
  • "Ahora a ver que tal me la chupas. Ven aquí".
  • "Por favor. No. No hagas que me mueva. Me vas a matar".
  • "Que coño te voy a matar. No seas llorona que no eres la primera que pasa por mi polla empaladora. Toma chupa como tu sabes, sino te dejo así 3 días", le dije mientras me había sacado la polla por la bragueta y se la ofrecía para que me la mamase.
La chica obedeció y comenzó a chupármela con fuerza pero muy suavemente, por lo que tuve que cogerla la cabeza por la nuca con fuerza y follarme su garganta, en lugar de dejar que siguiese chupándomela.
  • "Venga zorra, te voy a tener que enseñar a chuparme la polla. Traga, guarra, traga así empalada por abajo y por arriba", le dije mientras ella no podía hacer otra cosa que emitir sonidos guturales como si se estuviese asfixiando.
Tras 15 minutos de follada de garganta, en los que mi polla desaparecía completamente por su boca y su saliva le caía por la barbilla sobre sus propias tetas, me corrí en su cara, haciendo que las gotas salpicasen sus ojos, nariz y boca.
  • "¿Ves como sí que podías, guarrra?", le dije mientras le sacaba la polla de la boca.
Verónica lloraba sin parar por el tratamiento que le estaba dando y por la humillación de ser violada una y otra vez por todos los sitios.
  • "Yo no he hecho nada. Sniff, no merecía esto que me estas haciendo. Sniff. Te estas aprovechando de mí para violarme como a una putaaa. Buaaaahhhh", dijo Verónica entrecortadamente.
  • "Pues sí zorra. Me aprovecho de ti, pero te garantizo que es por tu bien. Si no entrego el video y le convences al juez de lo que sea. De momento te voy a dejar así empaladita, a ver si te acostumbras a ser una buena esclava y dejas de llorar como una niña malcriada".
  • "Cerdo. Eres un puto cerdo violador".
  • "Tú relájate y disfruta que esto no ha hecho mas que empezar. Y más aún si sigues hablándome sin respeto, zorra. Pero te garantizo que vas a aprender a respetarme. Ya lo verás. Vamos a dar el siguiente paso", le dije mientras abría el grifo que había instalado en la base del consolador.
Esa era la modificación que había introducido desde que empleé esta tortura con Sonia. Ahora tenía en la punta la salida de agua que se abría con un grifo de la base del consolador. De esa forma introducía agua en el ano de la chica, sometiéndola a un brutal enema.
  • "¡¡¡Nooooooooooooooooo!!!, por favor. ¿Qué es eso?. ¿Qué me está entrando por ahí abajo?", gritaba Verónica agotando sus últimas fuerzas en tratar de levantarse, consiguiendo únicamente sacar 3 o 4 centímetros la polla para volverselos a clavar al dejarse caer de nuevo.
  • "Hay que limpiar ese culito de zorra. Te estoy metiendo un buen enema anal, pequeña. Dentro de un rato vuelvo", le dije después de ajustar la salida de agua a un ritmo muy bajo (aproximadamente 1 litro en 15 minutos), y limitar el máximo volumen de paso a 4 litros.
  • "Sácame de aquí, por favor. No me dejes aquí. ¡Por favor!", gritó la chica mientras yo salía de la bodega cerrando la puerta con llave tras de mí.
Ahora podía ver la escena desde la sala, donde tenía el circuito cerrado de televisión para ver lo que ocurría en la bodega. La verdad es que el tratamiento que estaba dando a la chica era realmente duro, pero cada vez me divertía más haciéndola lo que la estaba haciendo. Tal vez traer a Elena sería divertido, para que viese lo que estaba haciendo con su preciosa profesora.
Envié un mensaje al movil de Elena: "Tengo que verte y necesito que me acompañes a ver algo. Responde urgente donde estás", le dije. Elena respondió en breves segundos: "Estoy en la academia de informática que hay en la esquina de mi calle. Termino en 20 minutos". "Esperame a la puerta. Te iré a buscar", le dije. A lo cual ella respondió con un escueto y breve "OK". En media hora la estaba recogiendo de la puerta de la academia y en otros 20 minutos estábamos de vuelta de mi casa de la sierra. Elena llevaba unos vaqueros ajustados de campana y arriba una camiseta de tirantes elástica con la que estaba como siempre espléndida.
  • "¿Qué quieres que vea mi amo?. Este es el sitio donde nos trajiste cuando nos secuestraste, ¿no?".
  • "Sí, así es. Quiero que veas algo que tal vez te guste. Pasa aquí. Lo que quiero que veas está en la bodega donde tú pasaste aquel tiempo, pero de momento quiero que lo veas por las cámaras", le respondí, haciéndola pasar a la sala donde tenía el monitor del circuito cerrado de TV.
  • "¡Joder!, si es Vero", dijo nada más verlo. "Mi amo, la tienes empalada donde pusiste a Sonia, ¿no?".
  • "Sí, así es. En efecto tienes buena memoria, pero ahora he mejorado el sistema y además la polla empaladora está inyectando agua en el culete de tu amiga. Vamos que la estoy metiendo un buen enema por el culo. Por cierto, veo que ya se ha relajado un poco. Al principio se retorcía como una culebra, pero ya lleva más de una hora empalada y veo que se ha relajado".
  • "Joder, mi amo. Que pasada. Eres un poco bestia, ¿no?. Pobre chavala. Seguro que lo está pasando de pena. Me da penilla la pobre. Además veo que le has depilado la entrepierna, porque no tiene ni un pelo y antes sí tenía algo", dijo Elena.
  • "La dije que se depilase y lo hizo ella misma. Pero, a lo que iba, no me digas que no te gusta como está tu amiga Verónica empalada como una golfa".
  • "Vaya, no se. La verdad es que sí, pero me da penilla. La pobre lo estará pasando mal".
  • "Eso no importa. Vosotras también lo pasasteis mal y ahora no está tan mal, ¿no?".
  • "Bueno, vaya claro mal no, pero a veces te pasas mucho conmigo y con Vanesa. Con Sonia no he vuelto a hablar desde que salimos".
  • "Venga no te quejes tanto. Por cierto, estás preciosa, como siempre. ¿Llevas sujetador debajo de la camiseta?, porque se te están empezando a marcar los pezones. ¿Qué pasa?, ¿te está poniendo cachonda ver a tu profa sufrir un castigo?", le dije mientras la cogía por la cintura y la sentaba sobre mis rodillas, para inmediatamente sobar sus pechos por encima de la camiseta comprobando que efectivamente no llevaba nada debajo.
  • "No llevo suje. Bueno ya lo has notado. Solo llevo un tanga. La verdad es que si me excita algo ver a Vero empalada e indefensa. La verdad es que iba ahora mismo y me la comía entera".
  • "Joder chica. Pues sí que estas lanzada. Si eres buena te dejo que se lo hagas. Venga levantate y quítate la camiseta y el pantalón. Déjame disfrutar de tu cuerpo desnudo una vez más".
La chica obedeció y se levantó de mi regazo para inmediatamente sacarse la camiseta por la cabeza dejando al descubierto su pecho desnudo. Un momento después se desabrochaba el pantalón y tras quitarse los zapatos, se sacaba el pantalón quedándose únicamente con un tanga rosa puesto.
  • "¿Así me quieres, mi amo?".
  • "Vaya que sí. Estas buenísima preciosa. Además veo que mantienes la entrepierna bien afeitadita, como a mi me gusta", le dije al ver que el diminuto tanga no dejaba escapar ni un pelito de su sexo
  • "Sí mi amo. No me voy a arriesgar a otro castigo".
  • "Me alegro. Arrodíllate aquí delante y empieza a mamarme la polla como tú sabes preciosa". A lo cual Elena obedeció e inmediatamente se arrodilló frente a mí y se introdujo mi polla en su boca, comenzando a mamar con fuerza como si quisiese exprimirme. Yo me coloqué cómodamente en el butacón, con los brazos sobre los apoyabrazos, dejando que la chica moviese la cabeza arriba y abajo como una fiera. "Venga, métetela hasta el fondo. Quiero notar como la punta de mi polla te entra por la garganta". Elena obedeció a pesar de que eso le causaba arcadas de vez en cuando, pero a mí me gustaba y eso era suficiente.
No aguanté más que 10 minutos de perfecta mamada cuando la hice levantar y ofrecerme sus nalgas reclinándose un poco sobre la mesa del salón.
  • "¡Qué culo tienes, chica. Cada día me gusta más!", le dije mientras sobaba un momento sus nalgas para después retirar la tira del tanga colocándosela sobre su nalga derecha. Sin más preámbulos y por sorpresa apunté con la polla a su ojete y de un solo empujón se la clavé hasta el fondo por el culo.
  • "¡¡Aaaaaaauuuuuu!!", gritó la chica. "Mi amo, qué daño. ¡¡Aaaaay, aaaaah!!, espera un momento por favor, me estás destrozando. No me lo esperaba".
  • "Así mejor. Me gusta follarme tu culo por sorpresa. Así está bien estrechito como a mí más me gusta. Tú reclínate un poco más sobre la mesa".
  • "Aaauuuuu, por favor mi amo un poco más despacio hasta que se me acostumbre el culo. Sino me vas a machacar".
Sin hacerle caso seguí bombeando con mi polla en su entrada trasera, haciendo que no dejase de emitir gritos de dolor hasta pasados unos minutos de la primera penetración.
Poco a poco Elena se fue reclinando sobre la mesa hasta llegar a tumbar su torso sobre ella. En esa postura, su culo estaba totalmente indefenso ante mí, lo cual aprovechaba para moverme a toda velocidad, sacar mi polla completamente y volvérsela a meter hasta el fondo en un ejercicio de auténtica puntería. Después de 15 minutos de follada anal, la chica se relajó completamente y dejó de gemir por el dolor. Ese fue el momento en que me corrí en su interior, llenándole en agujero de mi leche nuevamente.
  • "Ahora límpiame la polla con otra mamadita y te dejo que juegues con tu amiguita una hora".
Elena obedeció y sin hacer ascos a mi polla con olor a su culo, se la introdujo en la boca chupeteando hasta el último resto de su mierda y mi leche.
  • "Muy bien", dije al cabo de 5 minutos más. "Has cumplido tu parte, puedes bajar a hacer lo que quieras con tu amiga Verónica, pero te aconsejo que no se entere de quien eres. Ella lleva los ojos tapados o sea que si no hablas seguro que no te reconoce", le dije. "Solo te pongo una condición: tienes que bajar desnuda. El resto es cosa tuya. Haz de ella lo que quieras. Yo te miraré desde aquí por el monitor. Si me necesitas para algo hazme un gesto e iré de inmediato. Si quieres utilizar algún cacharrito con ella, los encontrarás en el armario blanco que hay al fondo".
  • "Vale", dijo la chica alejándose al instante en dirección a la bodega, permitiéndome verla desnuda por detrás mientras caminaba.
Verónica se puso muy nerviosa en cuanto oyó que unos pasos entraban en la bodega, pero Elena no dijo absolutamente nada para evitar ser reconocida. Se limitó a coger una manta que había en un sofá, ponerla en el suelo frente a su profesora y sentarse en ella.
  • "Por favor, dejadme salir. Por favor soltadme. No puedo más, por favor. Te daré el dinero que tenga. Lo que tú quieras, pero no me tortures más. Por favor, me vas a matar", rogaba constantemente Verónica.
Amplié la imagen de las dos chicas convenientemente para poder tener primeros planos de lo que fuese a pasar. Elena se puso a cuatro patas, dejando completamente a mi vista su delicioso culo en pompa. Me daban ganas de bajar en ese mismo momento a volver a clavársela por tan delicioso agujerito, pero era su turno y quería cumplir mi parte del trato. Ella se había portado bien conmigo y debía compensarla. Pude ver con claridad cómo Elena se humedeció un dedo con su saliva y comenzó a rozar el clítoris de su profesora. Muy suavemente arriba y abajo, arriba y abajo una y otra vez. Al principio era claro que Verónica no sentía placer ninguno, pero al cabo de unos minutos de masaje, dejó de rogar que la soltasen al comenzar a sentir un placer no deseado pero tampoco evitable. Elena humedeció otras 3 veces su dedo con saliva, para que el masaje fuese totalmente suave, pero al cabo de un rato, la entrepierna de Vanesa estaba húmeda, por lo que lubricaba su dedo con los jugos que salían de su vagina. Nada menos que media hora estuvo Elena acariciando el clítoris de su amiga hasta conseguir arrancar su primer gemido de placer. Superado ese momento, parecía como si Verónica se hubiese olvidado de que estaba siendo torturada y comenzó a gemir y a pedir más intensidad a su supuesto violador. 10 minutos más tarde Verónica se corría como una loca mientras Elena no dejaba de lamer y masajear su clítoris , alternando con lamidas de arriba a abajo de su vagina. A pesar de haber conseguido el primer orgasmo de la chica, Elena no se detuvo y continuó lamiendo, chupando, sobando el sexo de su profesora, arrancando de ella hasta 6 orgasmo en una hora.
  • "Basta por favor. No puedo más. En mi vida me he corrido tantas veces seguidas. Pero estoy agotada. Por favor, para. Por favor te lo pido. Estoy rendida sobre esta polla que se me está clavando hasta el fondo de las entrañas. Por favor, me vas a destrozar, para ya.", rogaba Verónica, pensando que era yo quien la estaba devorando entera.
Después de arrancar el séptimo y último orgasmo de la garganta de Verónica, Elena se detuvo y se dirigió hasta el armario blanco, cogiendo el tanga con consolador que ya usó en su momento para follarse a su amiga Vanesa. Se colocó de rodillas entre las piernas de la chica, que no se esperaba lo que le tocaba ahora, y colocando la punta de la polla de plástico en la super lubricada vagina de Verónica, comenzó a empujar. Cuando la pobre chica se dio cuenta de lo que intentaba hacer comenzó a gritar como una loca.
  • "Por favor. Eso no. Me vas a matar. No lo podré soportar. Me vas a reventar. Por favor. ¡¡¡Noooooo!!!".
Verónica no dejó de gritar ni un momento, a pesar de su cansancio, mientras Elena iba milímetro a milímetro taladrando su coñito con el consolador de plástico de 30 centímetros. En pocos segundos, el coño de Verónica estaba lleno con el consolador que Elena se había puesto. La dilatación de los orificios de Verónica tenía que ser bestial para poder alojar los dos grandes consoladores, pero Elena estaba tan excitada que comenzó a moverse como una loca, sacando y metiendo la artificial polla por el coño de su profesora. A cada entrada, Verónica gemía con fuerza por el dolor de la dilatación y Elena se mordía los labios para no gritar y delatar que no se trataba de un chico sino de una chica. Tras varios minutos de metidas y sacadas Elena se corrió como una loca pellizcando con gran fuerza los pezones de Verónica, que gritaba por el dolor sin poder parar. Una vez que terminó la penetración, Elena guardó en el armario el consolador y volvió caminando tranquilamente hasta la habitación desde donde yo había observado y grabado toda la escena haciendo que mi polla fuese recuperando su tamaño hasta la completa erección que lucía ya en ese momento.
  • "Buf, mi amo. Me encanta esta tía. Esta una pasada de buena. ¿Te ha gustado la escena?"
  • "Joder, tú qué crees. Mira como tengo la polla. Te follaba ahora otra vez, pero voy a ir donde tu amiga para darle un poco de caña y liberarle del castigo anal, sino se le va a quedar un culo como un camión de grande".
  • "Me ha encantado mi amo. ¿Puedo irme?, o ¿quieres algo más?. Tengo que preparar la mochila de monte esta tarde, porque mañana nos vamos a pasar el fin de semana a un refugio de montaña con el grupo de montaña de los Scouts".
  • "¿Estás apuntada a un grupo de montaña?".
  • "Sí. Llevo desde muy pequeña. 3 o 4 veces al año nos vamos a hacer monte durmiendo en un refugio de montaña. Esta vez vamos a un refugio de la sierra en el que hemos estado ya 4 veces, pero nos gusta a todos. Es de la cuadrilla del padre de una de las chicas que están en el grupo de montaña. Lo usan para cazar en la temporada del jabalí, me parece".
  • "Vaya no sabía nada de esto. Y ¿qué se supone que hacéis todo el fin de semana?".
  • "Pues sobre todo ejercicios de supervivencia en el monte. El viernes tenemos que llegar al refugio que está super lejos. Luego lo recogemos y preparamos bien para dormir. El sábado y el domingo por la mañana hacemos ejercicios de supervivencia y recorridos por la sierra. Nos solemos ir siempre el domingo sobre las 3 de la tarde, para llegar a donde nos recoge el bus sobre las 9".
  • "Parece divertido. ¿Sois solo chicas o también chicos?".
  • "Creo que somos 11 chicas y 8 chicos, más un monitor y una monitora".
  • "¡Ah!, o sea que vais con monitores y todo".
  • "Sí claro, por si pasa cualquier cosa. Son muy majos los dos. La chica, Amaia, tiene 29 años y el chico se llama Eduardo y tiene unos 40. La tía tiene un tipazo que te fliparía y el chico es muy majetón. Nos morimos de la risa con él".
  • "¿De qué edades sois?".
  • "Todas tenemos 18 o 19 años. Creo que la más joven es Ana, una chica que acaba de cumplir los 18, aunque la verdad no lo parece. La verdad es que no tenía que venir con nosotras, por que no es del grupo, pero como su padre es el dueño del refugio y además los chicos están colados por ella, pues viene. El mayor es David, un chico de 20".
  • "En el refugio estáis solos?".
  • "Sí, es un refugio de montaña de verdad. Le piden la llave al padre de Ana para poder pasar dos noches allí. Esta vallado y no va absolutamente nadie en todo el fin de semana. Estamos totalmente solos. Las primeras noches nos dimos unos sustos de muerte, pero luego bien".
  • "¿Cómo va el sexo esos días de convivencias montañeras?".
  • "Buf, que yo sepa nada de nada, aunque si te digo la verdad hay dos chicos que están bien y a cualquiera de las tías si te digo la verdad ya me las tiraría, porque con tanto ejercicio tienen cuerpazo todas. Ahora, que, si te digo la verdad, creo que de sexo nada de nada. Los monitores no nos dejan ni a sol ni a sombra y siempre estamos entretenidos con juegos o con historias. Nos divertimos bastante pero de sexo nada de nada.".
  • "Pues vaya pena. Oye, y digo yo, si me presento yo por allí un día y nos follamos a quien nos apetezca?".
  • "¡Joer!, querrás decir violas a quien te apetezca, ¿no?. Hombre pues así dicho suena fuerte, pero ¿en qué estás pensando exactamente?. La verdad es que hay dos chicas que trabajan de modelos. Una es Ana, que acaba de cumplir los 18 años y otra es Lisa, una chica negra nacida en Angola y adoptada por sus padres actuales ".
  • "Buf, no me calientes más todavía. Lo que pienso es hacer una especie de secuestro colectivo y pasar un fin de semana jodiendo a todas esas nenas de papa con culitos perfectos y tetitas redonditas".
  • "¡Ja, ja, ja!", se rió Elena. "Mi amo, no sé, creo que es un poco difícil lo que propones, y más teniendo en cuenta que hay 2 monitores y 8 chicos bastante mayores".
  • "Bueno de eso me encargo yo. Hoy es jueves. ¿A que hora teneis pensado llegar mañana?".
  • "No lo sé muy bien, pero salir salimos de Madrid a las 14:00 o sea que llegaremos al refugio a dormir sobre las 8 o las 9 más o menos".
  • "Ajá. ¿Tú sabes ir al refugio?".
  • "Sí supongo que sí. Hemos ido varias veces".
  • "¿Tú se supone que vas a ir?".
  • "Pues sí que quería ir, la verdad, pero no sé la locura que me vas a proponer".
  • "Je, je, nunca mejor dicho lo de locura. Pues lo que te propongo es lo siguiente. Pon una excusa convincente para no ir y vienes conmigo antes que el resto de tus amigos. Llegamos al refugio, preparamos todo para cuando lleguen darles una sorpresa. Les tenemos secuestrados el fin de semana y el domingo les soltamos. Nosotros estaremos con la cara tapada o sea que no nos conocerán. Además ya lo liaremos el tema de forma que no quieran ni denunciarnos. ¿Qué te parece?".
  • "Mi amo, flipo contigo. ¿Y cómo se supone que vas a secuestrar a 20 personas?".
  • "Podemos llevar un par de pistolas simuladas. Estate segura que se acojonan de verdad".
  • "No sé. Hombre yo eso de jugar con todas sin que sepan quien soy yo me pone a cien, pero joer, no se. La verdad es que me da mucho rollo".
  • "Nada, no se hable más mañana te recojo en la esquina de tu casa sobre la 1 del mediodía y vamos para allá. Tres preguntas antes de nada: ¿se puede llegar hasta el refugio en mi 4x4?, ¿hay garage para meterlo? y ¿los moviles tiene arriba cobertura?".
  • "Sí, supongo que se puede subir en 4x4 hasta arriba. Garage no hay. El refugio es un caserón grande, pero cerca hay un par de sitios donde se puede dejar el coche sin miedo de que lo vean cuando se acercan. Sobre lo del movil, pues el año pasado desde luego no había cobertura. El monitor suele llevar un teléfono de esos por satélite por si pasa algo. Sino no se usa nunca, o sea que será la única posibilidad de que ellos dieran la alarma".
  • "Vale, pues lo dicho, te recojo mañana a la 1. Yo llevaré unos juguetes para tus amiguitos. Ahora vete si quieres a casa y prepárate a disfrutar. Yo voy a despedir a tu profa Verónica".
  • "Vale mi amo. Hasta mañana".
Estaba claro que a Elena la estaba empezando a gustar el rollo de la violación, porque su comportamiento con su amiga Vanesa en su momento ya estuvo cerca de una violación y ahora con Verónica había sido exactamente eso. Sería mi perfecta aliada para el plan más ambicioso que había pensado hasta el momento, pero antes debía soltar a la pobre Verónica que llevaba muchas horas con el culo taladrado por el super consolador y con un enema de 4 litros en el intestino sin poder ir al baño.
  • "¿Cómo lo llevas zorra?, dije según abría la puerta de la bodega. ¿Se te ha relajado ya el culete?".
  • "Basta por favor. Me he equivocado. Lo sé y lo reconozco. No volveré a desobedecerte jamás. Haré todo lo que me pidas siempre que quieras, pero por favor déjame ir a mi casa, por favor, no puedo más. Me estás matando por favor".
  • "Bueno, bueno. Has llevado el castigo con resignación como a mí me gusta. Pero antes de soltarte tienes que demostrarme sumisión con un par de pruebas más, porque sino te dejo aquí clavada toda la noche y mañana tienes el culo abierto como un tunel y no se te vuelve a cerrar en la puta vida, pequeña", le dije mientras le retiraba las gafas que le impedían ver.
  • "Por favor. Haré lo que quieras, seré tu esclava para siempre, tienes mi palabra de honor, pero déjame salir de aquí, mi amo", dijo parpadeando repetidas veces para acostumbrarse a la luz que ahora llenaba sus ojos enrojecidos.
  • "Eso es. Así me gusta. Que me llames mi amo, zorra. Bueno pues las dos pruebas que te faltan son las siguientes: la segunda es muy facil, quiero que me des una buena mamada. Una mamada bien glotona en la que te tragues hasta el último centímetro de mi polla y mi corrida baje por tu garganta sin desperdiciar ni una gota".
  • "Está bien. Lo haré. Dame tu polla mi amo. Te la voy a mamar ahora mismo".
  • "Un momento zorra, esa era la segunda. La primera no te entusiasmará tanto".
  • "¿Qué mas quieres?".
  • "La primera es que como has sido muy mala y te has quitado las bolas chinas que llenaban tu conejito, te las voy a tener que atar y claro la mejor forma que se me ocurre es ponerte una anilla en ese clítoris maravilloso que tienes y enganchartelas ahí. Así me aseguraré que no te las quites hasta que yo no quiera".
  • "Dios, un piercing ahí abajo no por favor. No soporto el dolor. Por favor méteme las bolas chinas que no me las volveré a quitar nunca, te lo prometo, pero eso es demasiado".
  • "Bueno tú verás esas son las dos condiciones y además por ese orden: primero la anilla y luego la chupada. Solo quiero oir de tus lábios sí o no antes de 3 segundos. Tú eliges".
  • "Sí, sí. Acepto lo que sea. Ponme un piercing o lo que quieras pero necesito salir de aquí por favor. Voy a reventar", dijo la chica.
Saqué del armario una anilla de plata de tamaño intermedio y unas bolas chinas algo mayores que las que tuvo en su día alojadas en el coñito, pero estas no terminaban en cuerda, sino en una fina cadenita de plata a la que acoplaría otra anilla de plata que sería la que iba a perforar su precioso clítoris para siempre. Una vez cerrada la anilla del clítoris, para quitarse las bolas debía o bien llevarlas colgando, lo cual tenía que ser realmente doloroso o bien cortar la cadena, lo cual obviamente yo me daría cuenta. Por tanto la obligaba a llevar constantemente las bolas alojadas en su vagina.
  • "Vamos allá", le dije mientras me sentaba frente a su abierta entrepierna con unos guantes de latex puestos, algodón, alcohol, agua oxigenada, yodo, una aguja y la anilla de plata ya enganchada a las bolas chinas".
  • "Dios mío. Ten cuidado por favor. Eso tiene que ser demasiado. Por favor ten mucho cuidado, mi amo", dijo Verónica con lágrimas en los ojos a verme preparado para la perforación.
  • "No te preocupes. Normalmente creo que esto se hace con algo de anestesia, pero hoy es un castigo o sea que tienes que sentirlo a pelo. Has sido mala y no mereces otra cosa", le dije mientras limpiaba perfectamente su clítoris con el algodón impregnado en alcohol.
  • "¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!"
El grito de la chica fue realmente de dolor cuando la afilada aguja perforó su clítoris.
  • "No seas exagerada. Mira que guapa estas con la aguja enganchada en tu conejto, zorra", le dije.
Verónica obedeció y miró hacia su entrepierna comprobando como la aguja estaba atravesando su clítoris con gesto horrorizado.
  • "¡¡¡¡¡¡¡AAAAAaaaaaaayyyyyyy!!!!!!!!, por favor, te lo pido. Termina ya. No lo soporto, por favor".
  • "Está bien, te voy a anillar. Pero no te quejes que el agujero es perfecto mira. No sangras más que una gotita de nada".
La aguja salió del sexo de la chica, para dejar paso a la anilla, que cerré de forma que era necesario romperla para quitarla, dejando de esta forma unida la cadena con 4 bolas cromadas al clítoris de la chica. Las bolas reposaban sobre el suelo y procedí a desinfectar perfectamente la herida con algo de agua oxigenada e yodo.
  • "Perfecto mira que guapa estas ahora. Espero que no te vea mucha gente la entrepierna, porque se van a enamorar de una zorra con unas bolas chinas siempre metidas. Ahora a por la segunda parte del castigo. Venga, a mamar lo mejor que sepas", le dije poniéndole mi polla a la altura de la boca.
La chica obedeció y golosamente tragó mi polla con movimientos de su cabeza. Dentro y fuera una y otra vez haciendome ver las estrellas por el placer que me daba. Así estuvo no menos de 20 minutos en los que no dejó de mover el cuello. Cuando estuve a punto de correrme, sujeté su cabeza con las dos manos y me follé su boca hasta el fondo, notando su campanilla golpeando la punta de mi polla. Así me corrí descargando toda mi corrida en su garganta, que tragó sin arcadas ni más quejidos.
  • "Dios zorra, cómo has aprendido a chuparla. Eres realmente buena", le dije sacando mi polla de su garganta y cerrándome la bragueta del pantalón.
  • "Por favor mi amo, cumple tu parte".
  • "Por supuesto. Te voy a soltar. Tú te tendrás que desclavar de la polla empaladora y no te preocupes si el enema se te sale al levantarte. NO intentes ni cerrar el culo para evitarlo. Quiero hacerte un reconocimiento del ano antes de que te vayas. Y por cierto. Te aconsejo que te metas las bolas en cuanto te levantes, sino te van a quedar colgando del clítoris, lo cual no creo que te resulte agradable, porque son metálicas y pesan bastante".
Primero un pie y luego otro, Verónica apoyó ambos en el suelo según yo la iba liberando. Una vez libres las dos manos, cogió las bolas chicas para comenzar muy lentamente a incorporarse, sacándose unos 45 centímetros de polla metálica que tenía en su interior. En cuanto paso al segundo escalón, el enema de agua que le había metido comenzó a salir, cayendo al suelo y dirigiéndose hacia el desague de la bodega. Fueron necesarios unos 3 minutos para que poco a poco Verónica se sacase toda la polla metálica del culo.
  • "Venga agáchate un poco y déjame ver tu ojete".
Verónica obedeció y se reclinó 90 º permitiéndome ver su ano con la dilatación más inclreible que había logrado en ninguna de mis esclavas. Parecía que se pudiesen meter 2 puños por ese culo, pero simplemente le dí un poco de vaselina y le dije que se no tenía nada. Verónica se metió suavemente las bolas chinas y se vistió sollozando por la humillación recibida en las horas anteriores. Una hora más tarde estaba en su casa duchándose y comprobando que efectivamente era totalmente imposible quitarse las bolas chinas que había amarrado a su coño. Seguía sollozando pensando en que tenía cita con el ginecólogo la semana próxima pero a la vez no podía evitar reconocer que se había corrido como pocas veces y que por primera vez había disfrutado mamando una polla y tragando su corrida. La sensación era tan confusa que la tenía totalmente desorientada.
  • "Por cierto dame tu número de movil. El mio te lo dejo apuntado en este papel. Si quieres cualquier cosa no me llames. Simplemente mándame mensajes y me lo cuentas. Quiero que me cuentes todo lo que te pase que tenga algo que ver con el sexo. Lo demás no me interesa. Siempre me debes hablar con respeto de esclava a amo en los mensajes y así no te castigaré más.
Verónica como no podía ser de otra forma accedió a darme el número de su movil, se vistió como pudo y le llevé en coche hasta su casa, donde llegó con cara realmente agotada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario