lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XIII)

Verdadero castigo para Sonia

Después de comer, a las 17:20, apareció el fontanero.
  • "Buenas tardes. Por cierto, ayer con las prisas no nos dijimos ni nuestros nombres. ¿Puedo saber como te llamas?", le pregunté.
  • "Como no tío. Mi nombre es Alberto y ¿el tuyo?".
  • "Soy Carlos", le respondí.
  • "Vale Carlos, pues me alegro mucho de haberte conocido. Aquí tienes el certificado que te prometía ayer. Como ves está expedido este lunes pasado, que tuve análisis en la fabrica donde trabajo. Como puedes ver soy un tío sano y no voy a pegar nada malo a la nena". Tomé el papel con las manos y miré por encima para comprobar que no ponía nada de VIH o similares.
  • "De acuerdo Alberto, pues nada, pasa siéntate y toma una cervecita helada que tengo por aquí", le dije ofreciéndole una lata de Heineken, "y cuéntame que te gustaría hacer a la pequeña Sonia, que así se llama la negrita que conociste ayer".
  • "Gracias. Pues tío, la verdad es que quiero hacerle de todo. Me apetece probar lo primero esa mamada experta que me dijiste que sabe hacer y luego follármela como Dios manda y darle por el culo para oírla chillar un poquito. Nunca he dado a nadie por el culo o sea que por si acaso he traído un lubricante por si quieres que lo use en su ano, ya que tengo la polla bastante gruesa. No es muy larga pero es bastante gruesa".
  • "Vale, no hacía falta. Mejor lubrícala con un poco de saliva. Es lo que yo suelo hacer y así la duele un poquito más y te excitas más. Por lo menos a mí me encanta ver como lloriquea un poco cuando se la empiezo a meter por el culo".
  • "Joder tío esto va a ser demasiado. Vale lo que tú digas. Luego espero que entre los dos hagamos con ella un buen sándwich, para ver que tal se lo toma. ¿Sabes si ha probado eso?".
  • "No lo ha probado. Me consta que no lo ha hecho nunca con dos tíos. Ya te dije que solo me la he follado yo. Antes era virgen".
  • "Vale, y luego querría hacer un par de cositas más con ella. La primera es que he traído un vaso que guardo en el congelador con semen de mis pajas congelado", dijo mientras me enseñaba un vaso bastante grande lleno de esperma congelado, "y quiero ver como se lo bebe como si fuese un manjar".
  • "Joder tío, eso es una buena idea. No se me había ocurrido. Lo va a pasar mal bebiéndose ese vaso, pero déjamelo que lo descongelo con el microondas en un segundo", y me levanté yendo hacia la cocina.
  • "¿Qué mas llevas en la bolsa?", le hablé desde la cocina.
  • "Nada más especial. He traído la bolsa de aseo para si no te importa poderme dar una ducha después del asunto".
  • "Bien, ningún problema. De hecho si quieres darte ahora mismo una ducha, puedes hacerlo en lo que viene nuestra amiga. Todavía tienes 20 minutos, o sea que te da tiempo".
  • "No hace falta. Me acabo de duchar en casa. Por cierto, ¿donde nos la vamos a cepillar?, ¿aquí en la sala, en un dormitorio, ...?".
  • "Donde más rabia te de. A mí me da lo mismo. Te sugiero empezar por la sala y luego ya veremos".
  • "¿No tienes ningún otro capricho para hacer con la negrita?".
  • "Hombre, no sé, la verdad es que por ejemplo nunca me he follado a una tía que esté atada, o sea que no me importaría atarla. Por ejemplo en esa butaca tan cojonuda que tienes, se la puede atar las manos y piernas a los reposabrazos y quedará totalmente abierta de piernas para nosotros. Por cierto, que en esa posición, podríamos hacerla alguna putada aprovechando que no se puede mover".
  • "¿Qué tipo de putada?".
  • "Pues meterle algo más grande que una polla por el coñito. No se por ejemplo un pepino o algo que tuvieses por ahí".
  • "Bueno, tengo un consolador, pero no es muy grande". Me había dejado sin recoger todo el material que utilicé durante el secuestro de las chicas en la bodega de mi casa del pueblo, o sea que no tenía en casa más que un consolador.
  • "Los consoladores son aburridos. Prefiero intentar hacerlo con otra cosa más grande. ¿Tu crees que se dejará?".
  • "Olvídate de si ella se deja o no se deja hacer algo. Nosotros se lo hacemos y punto. Seguro que chilla, llora y te pide que no le hagas daño, pero la tengo bien enseñada y no te denunciará mientras yo esté contigo".
  • "Joder, tío, es que no salgo de mi asombro. Ya me contarás como te lo has montado para conseguir eso. ¿Tu no le has metido nunca nada especial para ver lo estrecha que es?".
  • "Pues por el culo la he metido consoladores realmente gordos, pero no los tengo aquí, el...".
  • "¿No me jodas que le has metido cosas por el culo?".
  • "Pues si, la verdad es que me encanta ver como sufre al meterle cosas grandes por el culito. Ya verás que lo tiene realmente estrecho, pero si vamos poco a poco metiendo cosas cada vez un poco mayores, verás como se le dilata a base de bien. Podemos hacer la prueba si quieres. Por el conejito no le he metido nada, pero hoy puede ser un buen día para probárselo", dije mientras buscaba en la nevera algo para meter en los agujeritos de Sonia.
  • "Vale, tío, vale, que me pongo más que cachondo solo de pensarlo".
  • "Vaya, mira aquí tenemos algo", le dije mientras mostraba un pepino de unos 5 centímetros de diámetro que tenía para mis ensaladas, "¡Ah!, mira y aquí hay algo más", le dije mostrando un calabacín de unos 8 centímetros de diámetro. Más o menos era del tamaño del consolador que le había metido en la bodega. "Este igual es demasiado gordo, pero por si acaso lo dejaremos fuera de la nevera por si se porta mal y tenemos que castigarla. Oye, lo que no he probado nunca es a hacerla un buen fist fucking por delante ni por detrás. Si vemos que se dilata bien, podemos intentarlo a ver cuanto grita, ¿no te parece?".
  • "Joder, tío es que no se ni que decir. No se lo he hecho nunca a una tía con la mano, pero me gustaría intentarlo".
  • "De todas formas tenemos que recordar que no debemos ser muy brutos, no vaya a ser que la desgarremos y la liemos, ¿vale?".
  • "Sí, claro. Eso esta claro, si intentamos algo de eso habrá que lubricarla bien con algo más que saliva".
  • "Por supuesto. Lo de la saliva te lo decía para darle por el culo normal, que ya se de sobra que aunque chille le entra, pero tampoco se trata de meterle el calabacín ese sin lubricar perfectamente, porque podemos hacerle una avería. Espera, voy a dejar aquí con el pepino y el calabacín un botecito de vaselina que tengo aquí guardado para que luego no se nos olvide".
  • "Bueno, el refresco que has traído para nuestra invitada ya está descongelado. Voy a poner el vaso en un cacito con agua templada, para que cuando se lo demos esté a la temperatura normal del semen. Va a ser una auténtica pasada ver cómo se toma esto. Has tenido una idea cojonuda".
  • "¿Tu crees que de verdad se lo va a tomar?, yo pensaba que si no lo quiere, se lo podíamos tirar por el pelo o así".
  • "De eso nada. Se lo tomará hasta la última gota y limpiará el vaso completamente por dentro con el dedo y la lengua. Vaya, creo que aquí tenemos a la invitada. Siéntate en el sofá, que voy a abrir la puerta", dije mientras sonaba el timbre del portero automático.
Sonia me dijo que era ella, o sea que abrí la puerta y la esperé en la puerta de casa hasta que apareció por la puerta del ascensor.
  • "Hola negrita. ¿Cómo estás?, pasa que tengo una sorpresa para ti".
  • "Bien mi amo".
Sonia tenía puesta una minifalda de color azul, con pliegues, del tipo que usan las majorettes, una camiseta sin mangas del mismo color y zapatillas de deporte de cuero blancas. Por encima llevaba una gabardina moderna, muy bonita, que le pedí y dejé en el gabanero.
  • "Pasa por aquí", le dije indicándole con la mano el camino hacia la sala. "Déjame presentarte a un amigo: Alberto esta es Sonia y Sonia este es Alberto".
  • "Hola preciosa", dijo Alberto.
Sonia contestó un "hola" casi inaudible, porque el hecho de ver a otro hombre en la casa la descolocó totalmente.
  • "Pasa, no tengas miedo. Alberto es un amigo de toda confianza que te quiere conocer. Le he hablado mucho de ti y ha insistido en pasar un rato contigo. Yo creo que tú no tendrás ningún problema. ¿Estoy en lo cierto, negrita?".
  • "Bueno, ehhhhh...., yooooo. No sé mi amo. Yo esto no creía que fuese a pasar. La verdad es que prefiero que no mi amo. Me da miedo y no se...".
  • "Vaya por Dios. Te he dicho que no tienes nada que temer. Es un buen amigo de total confianza. Además ya sabes que debes obedecer todo lo que yo te diga siempre para que todo funcione. Le he comentado a Alberto lo buena que eres comiendo una pollita, lo bien que te dejas follar y lo estrechito que tienes el agujerito trasero y claro me ha rogado una y otra vez que le deje probar todo eso. Además él está dispuesto a no ser egoísta y hacer que te corras tu también con él y conmigo. ¿No es así Alberto?".
Alberto estaba completamente alucinado con mis palabras y no pudo casi responder más que un "claro, claro. Te lo vas a pasar muy bien con nosotros", pero Sonia seguía con cara de miedo hacia la nueva situación en la que iba a tener que satisfacer a dos hombres a la vez por orden de su amo y le venían a la cabeza imágenes de una revista porno que un día pilló en clase a su compañero, en la cual una chica estaba con una polla metida por delante y otra por detrás. Solo verlo le hacía daño, o sea que esperaba que no quisiesen hacer esas cosas con ella.
  • "Bueno, negrita, ponte de pie aquí frente a nuestro invitado, que vamos a ver lo guapa que estás en braguitas y sujetador". Sonia obedeció y se colocó justo donde yo la ordenaba: de pie con los brazos caídos y sintiendo vergüenza por cómo la miraba Alberto, que la desnudaba simplemente con la mirada. Yo me acerqué a ella por detrás y la cogí la cintura. "Estate tranquila, levanta los brazos totalmente y no te muevas", le ordené y ella obedeció sin rechistar.
Al momento comencé a levantar mis manos de la cintura de la adolescente, comenzando a acariciar todo su cuerpo por encima de la ropa: cintura, hombros, pechos, piernas, culo y pubis. Volviendo con mis manos a su cintura, comencé a levantar su camiseta, dejando a la vista de Alberto, primero su cintura, luego su barriguita y finalmente sus tetas, cubiertas por un precioso sujetador azul oscuro con puntillas. Retiré completamente su camiseta, comenzando a acariciar sus pechos por encima del sujetador durante un par de minutos, en los cuales el bulto en la cintura del invitado era ya más que evidente. Los pezones de la chica se marcaban con total claridad a través de la tela del sujetador, excitando aún más al espectador.
  • "Mi amo, por favor no sigas", me rogaba Sonia una y otra vez mientras yo desabrochaba la faldita que caía al suelo dejando a la vista de ambos un precioso tanga a juego del sujetador, que por su pequeño tamaño obligaba a tener el pubis prácticamente rasurado. Sujetando a la chica por la cintura, le di la vuelta, de forma que Alberto pudiese observar perfectamente las preciosas nalgas de la cría. "Por favor mi amo, haré contigo lo que tu quieras, pero no me obligues a hacer nada con un desconocido, te lo pido por favor", me rogó Sonia mientras mis manos sujetaban sus nalgas abriéndolas para permitir a Alberto ver la cuerdita del tanga, que malamente tapaba el ano de la chica.
  • "Negrita, basta ya de quejidos, que me estás cansando y voy a tener que castigarte. ¿Está claro?".
  • "Mi amo, no me pidas hacer nada con ese hombre, por favor. Dejadme marchar a casa. Te lo pido por favor. No puedo".
  • "Basta de tonterías de nena mimada. Ponte de rodillas ahora mismo y demuestra a nuestro amigo cómo se debe comer una polla y de hecho hazle ver cómo se la vas a comer dentro de unos minutos". Para ese momento, Alberto tenía la polla fuera del pantalón y se pajeaba mientras miraba sin atreverse a tocar todavía a Sonia.
  • "No por favor. Mi amo te he dicho que no puedo hacer nada así".
  • "Vaya, veo que estás un poco rebelde hoy. Bueno, pues te voy a tener que dar unos azotes, que estoy seguro que nuestro amigo va a disfrutar de lo lindo".
  • "Joder tío, esta zorrita está más buena de lo que yo me imaginaba. Tiene un cuerpazo perfecto la cabrona. Espero que la convenzas para que nos la podamos follar como se merece", dijo Alberto ante la cara perpleja de Sonia.
  • "Eso está hecho, lo que pasa es que está un poco revoltosa, o sea que habrá que darla un correctivo", le dije mientras cogía del cajón unas cuerdas para atar los brazos de Sonia a la espalda, sujetando fuertemente muñeca derecha con codo izquierdo y viceversa. De esta manera estaba inmóvil y sus brazos no nos privaban de ver su delicioso culito, ni de penetrarlo.
Una vez inmovilizada, cogí un taburete, me senté y la obligué a recostarse sobre mis piernas, dejando su culito disponible para darle unos buenos azotes.
  • "Alberto, pon música, que esta zorrita igual chilla de los azotes que la voy a dar". Alberto obedeció inmediatamente poniendo en marcha la cadena musical.
  • "Noooo, por favor, mi amo, no me hagas esto ahora. Por favor, te lo suplico. No me pegues".
  • "Joder vaya espectáculo. Esto es demasiado. Venga tío dale unos buenos azotes en el culo a esta negrita. Vaya maravilla de culo".
Al instante posterior, mi mano comenzaba a bajar sobre el culo de Sonia dando fuertes azotes, que resonaban en toda la casa, dejando mi mano completamente abierta marcada sobre sus nalgas deliciosas.
  • "Ya te sabes la lección negrita. Cuando me prometas que vas a cumplir todas mis órdenes pararé la azotaina. Hasta entonces, vas a seguir chillando como una loca", le dije mientras ella pataleaba y lloraba tratando de soltarse.
  • "¡¡¡¡¡Aaaaayyyyyy!!!!!, por favor, basta mi amo, no me pegues máaaaaaaas, ¡¡¡aaaaayyyyy!!!", chillaba Sonia.
Hicieron falta no menos de 50 azotes bien fuertes para arrancar un "de acuerdo mi amo, haré lo que me pides" de la garganta de la indefensa chica.
  • "Entonces ya no quiero que me comas la polla. Demuéstrale a nuestro invitado cómo se la comes a él con todas tus artes" y la levanté inmediatamente, poniéndola de rodillas delante de Alberto, que miraba alucinado sentado en el sofá, con su polla totalmente empalmada pajeándola con su mano derecha.
Sonia se reclinó sobre Alberto y engulló su polla con unas arcadas, pues al tener los brazos atados, se clavó hasta el fondo de su garganta. Mientras la chica comenzaba con su mamada, desaté sus brazos, para que pudiese moverse con más libertad, ahora que ya le había "convencido" de que debía hacer lo que yo le pidiese. Mi polla por supuesto estaba también totalmente empalmada después de la azotaina que había propinado, o sea que mientras Sonia mamaba la polla de Alberto, yo me coloqué detrás de ella con la intención de follarmela. Retiré su tanguita hasta media nalga y comprobé que de su conejito salía una cuerda que al principio no recordé, pero luego caí que en nuestra anterior cita la había metido unas bolas chinas y la prohibí sacárselas hasta que nos volviésemos a ver.
  • "Vaya, vaya, se me había olvidado que tienes el coñito ocupado por las bolas chinas que te metí la última vez. Me alegra comprobar que has sido obediente". Al oír eso, Alberto se inclinó con cara de alucinado para comprobar que efectivamente yo iba sacando poco a poco unas bolas chinas del coñito de la cría sin que esta dejase en ningún momento su mamada. Una vez extraídas, le clavé la polla en su coñito, arrancando un quejido de su boca, pues no estaba perfectamente lubricado. A pesar de los quejidos iniciales tras mis movimientos que hundían mi polla completamente en el interior de la chica, en ningún momento soltó la polla de Alberto de sus labios, ante el temor de otra azotaina como la anterior. "Muy bien, negrita, sigue comiendo la polla bien a nuestro invitado. Ya se me había olvidado lo fantástica mamadora que eres. Ni se te ocurra soltarla de los labios. Además quiero que te la metas entera en la boca y le lamas los cojones con la lengua mientras su polla está desaparecida en tu boquita de glotona. ¡¡¡Vamos!!!", y le día una azote en el culo mientras seguía mi movimiento de caderas follándome su conejito. Me encantaba sacar y meter completamente la polla dentro de su coñito.
  • "Joder tío que pasada. Voy de sorpresa en sorpresa", dijo Alberto. "Nunca me la habían chupado tan bien como esta chica. ¡Qué maravilla tío!, como siga así igual me corro dentro de un rato. ¿Puedo correrme en su garganta?".
  • "Como no vas a poder. ¿No es así, negrita?", pregunté a la chica que no podía responder al tener la boca llena y se limitó a emitir unos quejidos "Mmmmhhhh, mmmmhhhh", mientras sacudía la cabeza queriendo decir que no. "Tú ni puto caso tío, córrete en su garganta cuantas veces te apetezca, que nuestra negrita se tragará hasta la última gota y te limpiará la polla para que le vuelvas a utilizar como quieras".
Sonia gimoteaba a cada empujón mío, que la penetraba hasta el fondo, mientras un par de lagrimas le caían por las mejillas, por la azotaina de hacía breves minutos.
  • "No veo bien desde aquí. ¿Por donde la estás dando ahora?", me preguntó Alberto.
  • "Por el coñito. No ves que se queja poco. ¿Quieres que la encule mientras te la chupa?. Seguro que aprieta más la boca y te la come mejor. ¿No es así negrita?", le pregunté a Sonia, ante lo cual nuevamente sacudió la cabeza como rogando que no se la metiese por el culo.
Saqué mi polla de su conejito bastante lubricada, o sea que decidí no dar saliva en su ano. Quería que mi invitado disfrutase de la mamada mientras Sonia gemía por el dolor de mi enculada.
  • "Vamos a ver pequeña. Te recomiendo que relajes el culito que allí voy".
  • "¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mmmmmmmmmmmmmhhhhhhhh!!!!!!!!!!, ¡¡¡Nnggggggoooooo!!!, ¡Mmmmhhh!, gritaba Sonia solo al escuchar que le iba a encular". Sin duda estaba nerviosa y su culito no estaba nada relajado como otras veces para dejar paso a mi polla. Alberto sujetó la cabeza de la chica contra su polla, para evitar que se la sacase.
  • "Allá voy Alberto. Fíjate bien y luego pruebas tú", le dije mientras colocaba mi glade contra su delicado agujerito trasero. Sonia reaccionó moviendo su culo, para tratar de evitar que mi polla acertase, pero en todo momento seguía mis instrucciones de no soltar la polla del invitado de su boca. "Estate quieta zorrita", le dije mientras sujetaba con las dos manos sus caderas y dirigiendo mi polla a su ano comenzaba a empujar con fuerza.
Sonia se puso nerviosa al sentir mi polla violando su culito y en lugar de facilitar la penetración relajándose, lo apretaba más y más, evitando que mi polla accediese a sus entrañas.
  • "¡Me cago en tu madre, negrita!, te he dicho que relajes el ojete, que te voy a dar quieras o no", le dije.
Alberto alucinaba con la escena de mi polla empujando en el culo de Sonia, mientras ella no soltaba su polla de la boca y seguía moviéndose arriba y abajo, llevándole al borde del orgasmo.
  • "A ver si así te relajas un poco más", dije mientras comencé a azotar su nalga derecha con mi mano mientras le sujetaba la cadera con la izquierda para seguir empujando".
Sonia no dejaba de lanzar gritos con su boca llena, mientras mi polla fue venciendo poco a poco su resistencia.
  • "Joder, pues cuando quiere si que tiene el culo estrecho la negrita", dije. ¿Ves tío como le va entrando poco a poco?. Se la voy a clavar hasta los huevos para que disfrutes", le dije a Alberto, que para ese momento ya había agarrado la cabeza de la cría nuevamente con las dos manos, para follar su garganta a placer.
  • "¡Que pasada tío, como aprieta los labios la muy zorra!. ¡No voy a aguantar más!", dijo Alberto mientras sus huevos golpeaban en la barbilla de la cría al meter su polla hasta el fondo.
Mi polla iba desapareciendo milímetro a milímetro en el culo de 19 añitos de mi esclava, mientras sus quejidos no paraban en ningún momento. Finalmente se la metía hasta el fondo y apreté más y más para alcanzar con la punta de mi polla lo más profundo del culete de la pobre Sonia, que no podía gritar más. Me había costado 15 minutos de esfuerzo penetrar completamente el culo de la chica.
  • "Toma zorra. Ya te dije que le la iba a clavar hasta el fondo", le dije mientras me empezaba a mover sacando y metiendo mi polla del esfínter de Sonia y notaba que la presión que estaba haciendo sobre la polla de Alberto le iba a llevar a correrse en cualquier momento.
  • "¡Diosssss!, allí voy", dijo Alberto haciendo los gestos de correrse en la garganta de Sonia, que se veía que a duras penas podía reprimir las ganas de toser mientras tragaba toda la descarga de Alberto.
La escena continuó unos minutos en los que la polla de Alberto descansaba en la garganta de Sonia mientras yo la enculaba sin piedad y sin dejar de arrancar sus quejidos constantes.
  • "Vamos, negrita, sigue mamando la polla de nuestro invitado, que quiero que se la pongas a tono otra vez. Me parece que tiene unas ganas locas de ocupar este culito con su aparato. ¿No es así?", pregunté a Alberto.
  • "Ya lo creo que si. Venga puta, sigue meneando la cabecita para que no se me caiga".
Sonia comenzó nuevamente a mamar la polla medio flácida de Alberto, que poco a poco fue tomando fuerza otra vez, mientras yo seguí follandome el culo de la chica a placer. Metía y sacaba completamente mi polla, para volver a notar la estrechez de la penetración. No fueron necesarios más de 10 minutos de mamada, para que Alberto me pidiese el cambio de lugar. Yo estaba a punto de correrme, o sea que accedí, para así poder correrme en la boquita de la chica.
  • "Por favor mi amo. Basta. No sigas con esto. Este hombre tiene el pene muy gordo y me va a reventar. Te lo ruego, no le dejes que me haga eso. Me va a hacer mucho daño". Aprovechó a decir Sonia cuando su boca quedó libre de la polla del invitado, con lágrimas en los ojos, víctima de la humillación.
Sin responderla, yo me senté en el sofá, frente a Sonia, en el lugar que ocupaba Alberto hacía unos segundos y con las manos, cogí la cabeza de la chica dirigiéndola a mi polla, que engulló sin decir nada. Sonia comenzó a mamar mi polla como ella sabia hacerlo, aprentando los labios como sabía que me gustaba. Mientras tanto Alberto se colocó detrás de la cría y se ensalivó un poco la polla para proceder a comenzar con la violación anal de la chica.
  • "Joder tío, vaya panorámica que tengo desde aquí. En mi vida he visto un culito tan perfecto como este. Veo que se lo has dilatado ya un poco, pero no se si me va a entrar por aquí", dijo Alberto.
  • "No tengas miedo y empuja. Poco a poco, pero sin pausa. No hagas caso de sus quejidos y follate el culito de la negrita esta".
  • "Lo que tu mandes", dijo Alberto, apoyando el glande en el orificio anal de la chica, que ya estaba algo abierto por mi anterior penetración. "Allá voy".
  • Nuevamente Sonia comenzó a gritar como podía con mi polla metida en la garganta. En esta ocasión, sus quejidos sonaban realmente a dolor, al sentir el miembro de Alberto intentando entrar por su agujero trasero.
  • "¡¡¡Mmmmmmmmmmmmhhhh!!!, ¡¡¡nnnnnnnggggoooooooo!!!, ¡¡¡pod favoooooooooooooood!!!, ¡¡¡nnnngggoooooooooo!!!", gritaba sin parar, mientras el glande de Alberto ya había desaparecido en su ojete.
  • "Joder tío, que pasada. Lo tiene tan estrecho que me hago hasta un poco de daño", dijo Alberto.
  • "Tu dale, que si tú te haces daño, imagínate lo que sentirá ella. No te preocupes que no se va a romper, porque en una ocasión le metí un pedazo de consolador. Lo que pasa es que cuesta trabajo conseguirlo. Empuja sin miedo".
  • Fueron necesarios 5 minutos de tiras y aflojas para conseguir que la polla de Alberto desapareciese completamente en el culo de la chica que no dejó de gritar todo lo que podía en ese tiempo. Yo para ese momento no aguantaba más o sea que con la polla del invitado clavada en las entrañas, Sonia comenzó a recibir mis descargas de leche en la garganta, que nuevamente tragó sin poder hacer otra cosa, y deteniendo por unos instantes sus quejidos. Los movimiento de mete y saca de Alberto comenzaron, haciendo que en un par de minutos descargase también su corrida en el interior del culo de la chica.
  • "¡¡Madre, mía!!, Tío que pasada. Que culito tiene esta zorra. No me lo puedo ni creer. Este culo se lo voy a volver a penetrar esta tarde como está mandado".
  • "¿Te ha gustado, eh?. Todavía no has probado el conejito. Luego debes hacerlo, pero antes de nada... ¡Negrita, limpia la polla a nuestro invitado, que acaba de sacarla de tu culo!".
Sonia, con lagrimas en los ojos, por el dolor anterior, se inclinó sobre Alberto, y reprimiendo a duras penas las arcadas que le producía, limpió su polla lamiéndola varias veces arriba y abajo.
  • "Te juro amigo, que no salgo de mi asombro todavía. Que polvazo. En mi vida había echado un polvo como este", dijo Alberto.
  • "Aún tienes tiempo de mejorarlo" le respondí.
  • "Bueno, en lo que nos recuperamos, si no te importa, me gustaría jugar un rato con nuestra amiguita. Ya sabes, lo que hablamos antes de que ella llegase".
  • "En absoluto. Al contrario. Es toda tuya. Juega como quieras con ella, que quiero verlo. Además yo me sumaré al juego seguro."
  • "No por favor. ¡¡¡Noooooooo!!!, ¿qué vais a hacer conmigo?. ¡Eso no, por favor!. Dejadme marchar, por favor", suplicaba Sonia al oir nuestra conversación y ver cómo Alberto se levantaba y se volvía con unas cuerdas.
Alberto levantó a la chica cogiéndola por un brazo y lo primero que hizo fue quitarla el sujetador que aún conservaba y el tanga, que solamente cubría su pubis.
  • "Joder, vaya tetitas mas perfectas que tiene la zorra esta y además se arregla el pelo del coñito. ¡Si casi lo tiene depilado!"
  • "Eso es una cosa a la que la obligo yo. Me gusta así", respondí yo.
  • "No me extraña. Joder que maravilla. Ya me estoy empalmando otra vez", dijo Alberto que tiró a Sonia sobre la butaca.
Primero una pierna y luego la otra, fueron atadas por Alberto a la parte delantera de cada uno de los reposabrazos de la butaca a la altura de las rodillas. La posición era con las piernas completamente abiertas, quedando las nalgas de la chica medio fuera de la butaca, por consiguiente dejando sus dos orificios completamente a disposición nuestra. Una vez perfectamente atadas las piernas, ató sus manos de igual manera a los reposabrazos, de forma que Sonia quedaba completamente inmovilizada y con las piernas completamente abiertas y su entrepierna expuesta. De su ano, dilatado por la anterior follada, salían unas gotas de esperma por la corrida de Alberto, que resbalaban hasta el suelo.
  • "Vaya, compañero, me gusta la postura que te has inventado".
  • "¡Basta por favor!, ¡¡Mi amo, por favor te lo pido!!. No dejes que me vuelva a hacer daño, me va a reventar. Por favor mi amo", rogaba una y otra vez Sonia realmente asustada por la posición de indefensión total que tenía.
  • "La verdad es que si que está bien", dijo Alberto mientras sobaba con su mano la entrepierna expuesta de la chica, "creo que podemos hacerla unas cuantas perrerías así.
  • "¡¡No!!, por favor. Basta. Mi amo, te lo pido, no dejes que me haga nada".
  • "Veo que nuestra invitada tiene muchas ganas de hablar sin parar y se le va a secar la garganta, a pesar de que ha tomado un poco de leche hace un rato. ¿Quieres algo para beber, negrita?. Además tienes que tener energías renovadas para seguir jugando", dijo Alberto.
  • "¡No!, déjame en paz. Suéltame por favor. No me hagas nada. No quiero nada".
Alberto se levantó a buscar el vaso lleno de esperma que había traído.
  • "¿De verdad que no tienes, sed, pequeña?", dijo Alberto burlonamente a Sonia. "Yo creo que si, porque tu amo antes te ha dado ya algo de beber, que habrá que completar con esto, no crees?".
  • "Mi amo, por favor, no dejes que me haga esto. No dejes que me haga beber eso, por favor", dijo Sonia, al ver el vaso lleno de espesa leche. "Por favor, os lo pido, no me hagais esto. No podré beber todo eso", dijo Sonia, que ya se había dado cuenta del contenido del vaso.
  • "Yo creo que si, bobita. Ya verás como te lo vas a beber hasta la última gota. No quiero que derrames absolutamente nada. Tu amo me ha dicho que eres buena comiendo pollas, o sea que ya tienes que haber bebido mucho de esto".
  • "Por favor, noooooo, pero nunca tanto junto. Me moriré del asco, por favor, os lo suplico", rogaba Sonia con lágrimas en los ojos.
  • "Además, negrita, creo que no estas en condiciones de exigir nada, no es así", dijo Alberto mientras se colocaba de rodillas frente a las piernas completamente abiertas de la esclava y depositaba el vaso en la mesita de la sala, que quedaba a su alcance con tan solo estirar un poco su brazo derecho.
Solo por la excitación de ver a Sonia en esa postura y a punto de ser humillada al obligarla a beber un vaso lleno de esperma, nuestras dos pollas estaban preparadas para seguir el tratamiento de la esclava.
  • "¿Qué prefieres, culito o conejito, negrita?", dijo Alberto preparando su polla para penetrar a la cría.
  • "¡¡¡Noooooo!!!, por favor mi amo otra vez no. No le dejes hacerme esto".
  • "Como no respondes y eres una chica mala, voy a joderte por el culo", dijo Alberto a la vez que comenzaba nuevamente a empujar su polla por el ya poco dilatado esfínter de Sonia.
La resistencia que podía hacer la chica en esa postura era realmente mínima, o sea que entre sus gritos de súplica y dolor, Alberto fácilmente clavó completamente su polla hasta el fondo de su trasero e inmediatamente se comenzó a mover, sujetando y estrujando con sus dos manos los dos pechos de Sonia.
  • "Joder, es que me vuelve loco este culito, tío. Que apretado lo tiene todavía la muy golfa."
  • "La verdad es que es una gozada darle por el culo. A mi también me encanta. Reconozco que me gustan tus juegos. Eres un tío un tanto perverso", dije, mientras Sonia no cesaba de gritar a cada empujón de Alberto que clavaba su polla hasta el fondo de su culo. "Fóllatele a placer y déjame a mi el conejito para cuando tu termines si no te importa, ¿vale?".
  • "Eso esta hecho tío. Yo hago todo lo que tu me digas, después de dejarme follar un culito como este, yo estoy tus ordenes. Por cierto, creo que ahora Sonia igual quiere beber algo, mientras su culito se va abriendo poco a poco para dejarme follárselo, ¿verdad puta?". Sonia no se enteró de las palabras de Alberto y no respondió nada.
Alcancé a Alberto el vaso de esperma y procedí a sujetar a Sonia la cabeza para que no pudiese moverla bruscamente y tirase al suelo tan delicioso manjar y con dos dedos apreté su nariz, para abriese bien la boca para tragar todo lo que le llegase.
  • "Venga, dáselo ahora", dije a mi compañero. "Negrita, como tires una gota de esperma del vaso, te voy a castigar más de lo hayas soñado en tu vida".
Alberto clavó su polla hasta el fondo del culito de la adolescente y acercó el vaso a los labios de Sonia que comenzó a respirar con la boca abierta y a suplicarnos que no le hiciésemos eso. Poco a poco, el vaso se fue inclinando en la boca de la chica, que no tenía más remedio que tragar y tragar lo que le llegaba. Cuando quedaba menos de la mitad del vaso, Alberto comenzó a mover su polla nuevamente, con lo cual sin darse cuenta, volcó el resto de la leche en la boca abierta de Sonia, que se llenó completamente de esperma. Sonia no pudor reprimir una arcada antes de tragar, con lo cual por sus dos mejillas se derramaron unas gotas de semen. Aún así, trago de una sola vez todo el esperma que estaba en su boca tras lo cual casi se atraganta.
La excitación de Alberto era enorme, y enculaba a la adolescente, sacando por completo y metiendo nuevamente su polla en su culo a una velocidad más grande que cualquiera de las veces que yo se lo hubiese hecho. Después de engullir todo el vaso de semen de su violador, Sonia no podía reprimir las arcadas, sobre todo tras el último trago.
  • "Negrita, no se te ocurra vomitar por que sino el castigo va a ser demasiado para ti. De momento ya te has ganado un castigo, pues te dije que no desperdiciases ni gota y veo varias gotas en tus mejillas".
  • "¡¡¡Aaaaaahhhh!!!, ¡¡nooooo!!, mi amo, ¡por favoooooor!, parad esto ya. No he podido hacer otra cosa mi amooooo. Solo han sido unas gotas que se me han derramado. ¡¡Nooo me catigues, por favor!!", suplicaba Sonia.
  • "Lo siento negrita, pero no lo has hecho del todo bien y te mereces un castigo. De todas formas, de momento para suavizar el castigo, te voy a dar una ración extra de leche, o sea que ya sabes que hacer", dije mientras me colocaba sentado sobre su pecho, ofreciendo mi polla a su boca. "A ver que tal me la mamas ahora que tienes la boca más suave".
  • "¡¡MMMMhhhhh!!, ¡¡aaagggghhhh!! Gemía Sonia al notar mi polla en su garganta.
La escasa movilidad de la cría la hacía esforzarse muchísimo para hacerme la mamada, pero no me importaba verla sufrir un poco más. Incluso me excitaba más aún.
  • Primero fue Alberto el que nuevamente llenó su culito de leche y se retiró para sentarse y descansar, disfrutando del panorama.
  • "¡Madre mía!, que pasada de culín le acabo de echar a la nena. Que maravilla", exclamaba anonadado mientras se sentaba en el sofá y observaba cómo me comía la polla.
  • "Bueno pequeña vamos a probar tu conejito también", le dije sacando la polla de su boca y colocándome entre sus piernas para poder follar su coñito, que aún después de todo el trajín, estaba bastante sequito y por tanto arrancó un gemido de dolor mi primera entrada. "No te quejes tanto", le dije, "que lo tienes ya que tener acostumbrado coño".
Después de unos minutos de placer follando a Sonia por el coñito, se la saqué en el último momento y se la clavé en su culito para correrme allí. La penetración vaginal arrancó sus primeros gemidos de placer que se vieron ahogados por la penetración anal final. A pesar del dolor y la humillación experimentada, la chica era humana y el hecho de recibir una polla en su sexo la excitaba aunque no quisiese sentir placer. Una vez que me corrí, me retiré y me senté al lado de Alberto, que seguía extasiado por el placer experimentado.
  • "¿Qué tal, bien, supongo?", le pregunté.
  • "Joder bien, tio. Más que eso. Una pasada. ¿Tu te has fijado bien lo buena que está esta puta?".
  • "Coño, claro que me he fijado. ¿Quién te crees que la ha estrenado más que yo?".
  • "Joder, joder".
  • "Por cierto, tenemos que castigarla, por haber dejado caer unas gotas de tu leche. Ya se lo advertí".
  • "¿No jodas que la vas a castigar más?".
  • "Por supuesto que sí. Mira que carita de miedo tiene. Además tiene que saber quién manda aquí. En el fondo a la muy zorra la gusta esto y sino es así, dime por qué ha venido hoy a mi casa. Nadie la ha obligado a venir. La va el rollo del amo y eso. Después del castigo, si te parece, la damos una buena ducha y la premiamos con unos orgasmos, que la tenemos sin estrenarse. Ya verás como se retuerce la golfilla y pide más cuando empiece a correrse".
Después de esta conversación con Alberto, me dirigí a Sonia nuevamente.
  • "Negrita, ya sabes que te corresponde un castigo por dejar caer la leche. La primera parte del castigo ha sido no dejar que te corras y ahora viene la segundo".
  • "Por favor mi amo, no me hagáis mas cosas. Me estáis haciendo polvo, de verdad".
  • "Si soportas el castigo como debes, te premiaré con una ducha calentita y 10 orgasmos. Ya sabes que yo castigo pero taimen te premio si eres buena. De momento te voy a vendar los ojos, para que te dejes hacer sin sufrir viéndonos".
Con mi cabeza hice un gesto a Alberto, que entendió a la perfección y se dirigió a la cocina para traer el pepino, el calabacín y el frasco de vaselina que habíamos dejado preparado antes de la llegada de la chica. Mientras Alberto iba a por esas cosas, con una cinta negra vendé los ojos de Sonia. Una vez que Alberto llegó a la sala de nuevo, acerqué dos reposa-pies que tengo en la sala para sentarnos y jugar cómodamente con nuestra invitada. Los coloqué exactamente frente a la abierta entrepierna de Sonia e invité a Alberto a sentarse en uno de ellos, ocupando yo el segundo.
  • "Pero que maravilla de agujeritos tiene esta zorra", dijo Alberto, jugueteando con dos dedos que metía y sacaba en el ano y en la vagina de Sonia.
  • "Por favor, mi amo. Basta ya. No sigáis haciéndome más daño. Haré lo que me pidáis, pero no me hagáis más daño. No puedo más", dijo Sonia, comenzando a mostrarse sumisa de verdad por primera vez.
  • "Relajate y disfruta pequeña, que si eres buena, te he prometido 10 orgasmos como premio después de esto". Dije mientras extendía la vaselina en el dedo índice de mi mano derecha. "Compañero, permíteme. Si quieres juega con las tetitas de nuestra pequeña, que yo tengo que trabajar por aquí", dije a Alberto.
  • "Por supuesto. Como no", dijo Alberto sacando los dos dedos con los que jugaba en los agujeros de la chica y pasando su mano derecha al pecho izquierdo de la chica, comenzando a acariciarlo pellizcando levemente sus pezones. "Será un placer jugar un poco con estas tetitas".
Comencé a introducir el dedo índice con vaselina en el ano de la chica, en el que entraba con total facilidad, debido posiblemente a que aún estaba un poco dilatado por el tratamiento que le dimos hacía un rato con nuestras pollas. Restregué perfectamente el interior de las paredes de su esfínter así como la parte externa con la vaselina, haciendo que mi dedo entrase y saliese sin dificultad ninguna. La posición de las piernas tan abiertas de Sonia, hacía que su coñito quedase un poco abierto, de forma que era perfectamente posible notar cómo mi dedo se deslizaba por su interior a través de su vagina entre abierta. Incluso presionando con el dedo hacia arriba, empujando los tejidos internos, se podía casi sacar el dedo por su conejito. Eso le debía doler, porque cada vez que lo hacía, sus gemidos aumentaban. Procedí a untar en vaselina también mi dedo corazón de la misma mano, para dilatar un poco más su culito introduciendo los dos dedos. La introducción de los dos dedos ya no era tan fácil como la de uno, y tuve que apretar un poco para conseguir introducirlos la primera vez. Una vez metidos hasta el fondo, los moví en su interior, para distribuir la vaselina. Se los saqué y metí 5 o 6 veces para pasar a repetir la operación con un tercer dedo, el anular, colocado junto a los otros 2. La introducción de este tercer dedo fue realmente más difícil y la chica comenzaba sus suplicas pidiendo que parásemos, pero nada más lejos de lo que teníamos en mente hacer con ella. Con mis tres dedos metidos en el culo, Sonia gemía sin parar, en especiar cuando una vez metidos hasta el fondo, los separaba en su interior para ir dilatando poco a poco su esfínter. Con tres dedos estuve jugando no menos de 10 minutos, metiéndolos, sacándolos, abriéndolos, haciendo fuerza en las paredes de su culo, para dilatar su esfínter y permitirme continuar el juego.
  • "¡¡¡AAAAaaayyyy!!!" gritaba la chica una y otra vez, "Basta por favor. ¿Qué me estáis haciendo?. Me duele muchísimo. Por favor, mi amo basta ya".
Mientras seguía jugando con los 3 dedos en su interior, ayudándome de la otra mano fui poniendo vaselina en mis otros dos dedos de la mano derecha, así como en toda mi mano hasta bien pasada la muñeca. Creo que en lugar de meterla el pepino o el calabacín iba a intentar lo que en su día me quede con las ganas de hacerle en la bodega. A ver si era capaz de recibir toda mi mano en su culo. El cuarto dedo al principio entró con facilidad, pero lo difícil era al llegar a los nudillos, ya que la chica gritaba y gritaba al notar mis empujones. Alberto por supuesto no perdía ni un instante del espectáculo, mientras su excitación le llevaba a estrujar y pellizcar con mucha más fuerza los pechos de la adolescente, cuyos pezones aparecían realmente enrojecidos. Después de otros 10 minutos moviendo mis 4 dedos en el interior del culo de Sonia y abriéndolos en su interior para tratar de dilatar al máximo su ano, es estado de dilatación del mismo era realmente increíble, o sea que decidí empujar con fuerza para tratar de meter los nudillos en su interior. Costó bastante, pero finalmente mis cuatro dedos y nudillos correspondientes desaparecieron en el culo de Sonia, que no dejaba de gritar y lloriquear, rogando que parase. No veía lo que la estábamos haciendo, pero si tenía memoria y se acordaba de la bodega, no le costaría imaginárselo. Después de breves segundos con mis cuatro dedos hundidos en el culo, el pulgar comenzó a ganarse el espacio necesario y de otro empujón tan fuerte como el anterior, toda mi mano desapareció en su ano.
  • "¡¡¡¡¡AAAAAAAAaahhhhhhh!!!!!, ¡¡qué me haceis, por favooooor!!, bastaaaaa, no puedo más. Me estais destrozando, por favor. ¡¡¡Nnnnoooooo!!!", gritaba Sonia.
  • "Joder tío, que pasada. Llevo ya una empalmada que no me tengo. Muévete un poco a ver como se retuerce la muy zorra. Vaya culo que tiene", dijo Alberto.
Comencé a mover mi mano en su interior, sin llegar a sacar el puño de su culo, para evitar tener que volver a empujar tanto para metérselo de nuevo. La muñeca lógicamente, era mucho más delgada que el puño y por tanto el esfínter se relajó un poco y Sonia dejó de gritar para gemir más suavemente por el dolor. En esa postura estuve otros 15 minutos moviendo y girando mi mano en su interior, mientras Alberto seguía pellizcandole las tetas y sobando también su coñito.
  • "No aguanto más tío, esto es demasiado. Déjame un huequito", dijo Alberto mientras se ponía depiés frente a la chica con mi mano entre sus piernas. "Me la voy a follar así".
  • "¡¡¡Nnnnnoooo!!!, mi amo, no dejes que me haga eso, por favor. ¡¡Nnnoooooooo!!", comenzó a gritar sin parar Sonia mientras Alberto se agachaba frente a ella y enfilaba su coñito con su polla durísima.
Mi mano en su interior hacía que su coñito fuese tan estrecho que casi no cabía su polla, pero finalmente Alberto se la clavó hasta el fondo entre las súplicas de Sonia. Se la folló durante 15 minutos en esa postura acrobática, con mi mano jugando dentro de su culo y notando yo el movimiento de la polla de mi invitado a través del interior de la cría. Pasados esos 15 minutos Alberto le sacó la polla y se la puso en la boca a Sonia.
  • "Abre la boca, puta y no dejes caer ni una gota", le ordenó.
Sonia abrió la boca y tragó nuevamente la corrida de Alberto. Tenía que notar el estómago inundado de esperma, por la cantidad que llevaba bebido en la última hora y media aproximadamente. Mi excitación era enorme, o sea que sin sacarle la mano del culo, girándome poco a poco, me fui colocando sobre ella, para dejar mi polla al alcance de su boca, que mamó hasta hacerme correr nuevamente dentro de su boca.
Una vez bien limpia mi polla, poco a poco saqué la mano del interior del dilatado ano para no hacerle demasiado daño. Una vez libre su esfínter, tenía una dilatación realmente increíble, pero ni rastro de sangre, por lo que había aguantado sin el más mínimo desgarro.
  • "Muy bien, pequeña. Nos lo has hecho pasar realmente bien. Ahora te toca a ti tu premio. Alberto ayúdame a desatarla".
Entre los dos la desatamos y la llevamos a la bañera, donde la duchamos con total delicadeza, recreándonos sobando sus pechos, sus muslos y su culo. Limpiamos perfectamente también su entrepierna y su culo que aún estaba muy dilatado. Después de 30 minutos de caricias bajo la ducha, Sonia gimoteaba de placer a cada roce de nuestras manos en sus zonas delicadas. Nos metimos los dos a la ducha, la aclaramos perfectamente y comencé a follarla nuevamente mientras ella recostada hacia delante comí la polla de Alberto. La abrimos de piernas para comer su coñito primero yo y luego Alberto, provocando en la chica 3 orgasmos casi consecutivos, tras los cuales me tumbé en el suelo, colocando Alberto a Sonia clavada en mi polla sobre mí, para poder él darle por el culo. El estado de dilatación del culo de Sonia, hacía que no le doliese, sino que le proporcionase un gran placer la doble penetración, proporcionándole un orgasmo tras otro. Al final fueron no menos de 10 orgasmos de la chica lo que esperamos para ofrecer nuestras pollas a su golosa boca que tragó por enésima vez nuestra corrida sin desperdiciar ni gota y limpiando perfectamente nuestras pollas. Antes de terminar, como premio colocamos a Sonia a cuatro patas y yo desde abajo devoré sus sexo mientras Alberto desde atrás lamía su ano y metía su lengua por él. El premio de Sonia duró no menos de 3 horas tras los cuales se vistió y se marchó a casa. Se le había hecho ya un poco tarde, pero no importaba. Me despedí de ella no un beso en la boca mientras metía mi mano por debajo de su faldita comprobando con dos dedos, que el estado de dilatación de su culo iba muy lentamente reduciéndose, pero aún era suficiente para meter dos dedos.
  • "Adiós, negrita. Ya te llamaré. Espero que hayas gozado".
  • "Si mi amo, pero por favor no me vuelvas a hacer lo que me has hecho cuando me has atado. Todavía me duele solo de pensar lo que has hecho".
  • "Tienes el mejor culo de la ciudad, preciosa y hay que gozar un poquito de él".
Alberto se despidió de mí 10 minutos más tarde, rogándome que le llamase para otra orgía de esas sin importar el precio. A ser posible con otra chica, pero que él se apuntaba también a repetir con la misma.

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