lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (I)

El Secuestro de Vanesa y Elena

Permitidme que me presente antes de contar esta locura en la que estoy metido: tengo 35 años y trabajo para una empresa de jardinería que tiene contratos con parques, jardines públicos y chalets particulares del entorno de Madrid. Últimamente a mí siempre me mandan a hacer ruta de varios chalets, donde tengo que ir a cortar el césped y arreglar un poco el jardín. Vivo solo y soy un tipo bastante solitario. Utilizo mi trabajo de jardinero para vivir de forma ajustada y pagarme los estudios de Ingeniería que estoy ya terminando y que empecé demasiado tarde, por tanto digamos que es un trabajo para ir tirando hasta conseguir acabar mis estudios. No os voy a aburrir con mi historia persona, pero el hecho de que tenga que trabajar para pagarme los estudios me lleva a sentir cierto desprecio por los niños y niñas pijos que viven en las casas que suelo visitar. Este trabajo lo llevo haciendo casi dos años, si bien los primeros años de carrera me dedicaba a dar clases particulares a chicos y chicas de institutos y formación profesional. Llevaba ya varios meses yendo 2 veces por semana a un chalet de un matrimonio que no conocía, ya que yo iba por la mañana y ellos no estaban en casa. Ni siquiera sabía que tenían una hija hasta que llegó el verano y terminó sus clases de instituto. Ese día Sofía, la criada Colombiana me dijo que estaba Vanesa, la hija de los dueños. Me dijo que estaba en la piscina tomando el sol. Sofía me dijo que la chica tenía 18 años y que acababa de terminar sus clases de instituto y que iba a ir a USA con una amiga a pasar Agosto, pero antes se quedaría en Madrid 3 semanas.
Yo pase y la vi tumbada en una hamaca en bañador. Le salude y comencé mi trabajo. Vanesa no me devolvió el saludo y me solo me dijo de manera muy desagradable que no la molestara con ruidos. Mientras hacia mi trabajo no pude evitar mirarla. Tenía un cuerpo increíblemente perfecto. Morena, pelo largo y liso, rasgos orientales (Sofía me diría al día siguiente que su madre era japonesa), piernas largas (mediría al menos 1,75), unos 60 kilos. Su culito era precioso y parecía realmente duro y firme. Las tetas por debajo del bañador se veían perfectas: grandes para su cuerpo, pero tan firmes como su culo. Los labios eran increíblemente gruesos y sensuales, y daban una forma preciosa a su boca, que parecía muy pequeña. Perfectos para comer una polla, pensé, siempre y cuando fuese capaz de entrar en esa boca que parecía tan pequeña. Siempre me han puesto cachondo las chinitas y nunca tuve oportunidad de follarme a ninguna.
Cuando llegue a mi casa, me masturbe varias veces pensando en Vanesa.
A partir de ese primer día, siempre que iba a su casa estaba con Elena, la amiga que le acompañaría a su viaje de USA. Me di cuenta que estaba incluso mejor que Vanesa, salvo que en lugar de bañador usaba bikini. Elena debía tener también 18 o 19 años, puesto que eran compañeras de instituto y era igual de seca en el trato hacia mí que su amiga. Medía sobre 1,70, y pesaría unos 58 kilos. Tenía una melena rubia lisa realmente preciosa. Sus tetas aparecían pequeñas pero bien formadas bajo su bikini, y su culito respingón era de los que me volvían loco. Me miraban según trabajaba y se reían, burlándose de mí. Supongo que para unas niñas bien, el hecho de estar tomando el sol tranquilamente mientras alguien se gana su pan a golpe de sudor debía resultarles gracioso. Se burlaban de mi aspecto un tanto descuidado a la hora de trabajar. Elena se dio cuenta que todos los días me ponía cachondo al verlas, o sea que cada día hacia algo para ponerme más cachondo. Se paseaba delante de mí en bikini, se metía la parte de atrás de la braga del bikini por el culo como si fuese un tanga para que pudiese ver su culo perfecto, jugaba con sus tetas (mucho más pequeñas que las de Vanesa) por encima del bikini e incluso se sentaba mirándome con las piernas abiertas para que viese como se marcaba su coñito en el bikini. Después de cada uno de estos gestos, miraba a Vanesa y se reían las dos a carcajada limpia. A mí me ponía cachondísimo pero no sabía si estaban jugando conmigo o querían algo más. Un día después de que Elena se metiese el bikini por el culo a modo tanga y se agachase para dejarme ver totalmente su culo perfecto, me acerque y les dije que eran preciosas y que me gustaría subir al dormitorio con ellas. Me di cuenta en ese momento que simplemente eran unas niñas mal criadas que se estaban riendo de mí, porque se ruborizaron al principio, para después empezar a reír mientras decían que era un mierda y un pobre hombre, además de que sus cuerpos los reservaban para chicos de verdad. Me dijeron bastantes más insultos ofensivos, que hicieron que me fuese a casa encendido de odio hacia esas mocosas vírgenes que se habían reído de mí.
Ese día se me ocurrió todo el plan. Les iba a dar un escarmiento a estas putillas que no olvidarían fácilmente. Como seguí yendo a trabajar a su casa, estaba atento a lo que decían y oí que se iban el día 1 de julio en taxi al aeropuerto porque sus padres estaban trabajando. Escuche como Vanesa dijo que ella llamaría al taxi a las cuatro y media e iría en el coche por casa de Elena para ir las dos juntas al aeropuerto. También oí que iban a un hotel cuyo nombre apunté. La coincidencia que hacía perfecto el plan es que yo el 1 de julio comenzaba 2 semanas de vacaciones, por lo tanto podía llevar a cabo mi plan sin tener que pensar en el trabajo. Lo planee todo a la perfección: mi coche es un Peugeot 405 blanco bastante viejo o sea que simplemente fui a un desguace y cogí un cartel de esos que llevan los taxis en el techo. Pegue el cartel como pude y fije también unas bandas rojas para que aparentara ser un taxi de Madrid. Llamé a la compañía aérea para cancelar los vuelos y también al hotel para cancelar la reserva aludiendo un cambio de planes. Me compre unas gafas de sol, una barba postiza y una gorra de béisbol. Me vestí con ropa deportiva y a las cinco menos veinticinco me presente en la puerta de Vanesa diciendo que era el taxi que había pedido. Cuando me dijo que ya salía, llame a la compañía de taxis para anular el taxi que acababa de pedir y evitar que se presentase allí el taxista de verdad. Vanesa salió con el equipaje. Se lo metí educadamente en el maletero y fuimos a recoger a su amiga Elena. Ninguna me reconoció, porque iban demasiado ensimismadas hablando de la ropa que llevaban y cosas así. Me fije que ambas iban increíblemente bonitas, con vaqueros y una camiseta Vanesa y con un conjunto de minifalda cortísima Elena. Camino del aeropuerto, saque de mi guantera dos pistolas de un dardo de somnífero cada una que había comprado. Sin parar de conducir, primero disparé a Vanesa y luego a Elena. Lo hice tan rápido que no tuvieron ningún tiempo de reaccionar. Además el efecto es rapidísimo y casi no pudieron más que quitarse el dardo con la mano y quedarse mirándolo con cara de incrédulas. Lo conseguí. Tenía a las dos un mes entero a mi disposición, ya que como había supuesto, ambas llevaban móvil para llamar a sus casas, por lo que bastaría "convencerlas" para hacer una llamada a la semana diciendo que están bien. Paré el coche un momento para quitar los indicativos del taxi y me dirigí a la casa que tengo en un pueblo a 70 Km. de Madrid. Es una casa antigua, pero es idea para mis planes, porque tiene una bodega enterrada en el suelo, que no utilizo para nada, pero que había limpiado y adecentado para la ocasión. Allí había comprobado que poniendo la mini-cadena estéreo a tope, desde fuera no se oía más que un murmullo que no permitía saber si era una canción o un rumor. Perfecto para mis planes.
Llegue allí, metí el coche en el patio interior de la casa y desde allí las metí en la bodega una por una junto con sus maletas de ropa. Las puse a las dos un grillete al cuello que había preparado y que estaba amarrado a la pared con una cadena de 3 metros, o sea que se podrían mover un poco, pero sin llegar a poder coger ningún objeto, ya que no tenían absolutamente nada a su alcance. Ni siquiera podían tocarse la una a la otra, ya que las amarré a dos esquinas de la bodega. Antes de ir a jugar, limpie el coche cuidadosamente por dentro y por fuera, para evitar problemas y puse las placas de matrícula verdaderas que por supuesto había sustituido por unas falsas que cogí en el desguace.
Cuando terminé, baje a la bodega y como había supuesto aun estaban dormidas. Todavía tenían para otras 2 horas o así, o sea que empecé a recoger sus maletas. Me quede mirándolas y me di cuenta que estaban a cuál más buena de las dos. Tenían unos cuerpos increíbles y me estaba poniendo muy cachondo de verlas tumbadas en el suelo, con una cadena atada al cuello. Me acerque a Elena y empecé a acariciarle las piernas desnudas por su minifalda. Que maravilloso tacto. El trato que tenía pensado para Elena era "especial" por haberse burlado mucho más de mí que su amiga. Seguí acariciándole las piernas hacia arriba. Le levante la minifalda hasta la cintura y deje al descubierto sus braguitas negras. Dios, esa chica era preciosa. Empecé a acariciarle el culo por encima de las braguitas y le metí entre sus nalgas la braga, de la forma que ella me lo hacía para reírse de mí. ¡Qué culo más precioso! Me moría de ganas de metérsela por el culito. Se lo estuve acariciando varios minutos hasta que decidí desnudarla. Quería que se sintiese humillada al despertarse. Según la iba desnudando me iba poniendo más y más cachondo. Sus tetas eran pequeñitas pero preciosas, con pezones rosas muy puntiagudos. Su coñito estaba depilado completamente en la entre pierna y con un pequeño triangulo de pelo rubio en el pubis. Me lo iba a pasar de maravilla con esta zorrita. Entonces pensé en algo que no tenía planeado. Quería que al despertarse se sintiese humillada. Iba a ser mi esclava y quería que ella lo supiese. Decidí improvisar un tratamiento especial. Cogí el potro pequeño y lo puse dentro del alcance del collar de Elena. La cogí y la puse encima con los brazos colgando para un lado y las piernas para el otro, que era la única postura en la que un cuerpo dormido no se caía. Sus pies tocaban el suelo mientras por el otro lado, casi tocaba el suelo con sus manos. Entonces sin más preámbulos me baje los pantalones y se la metía hasta el fondo de su precioso y virgen culo. Me follé su culito a placer, sin resistencia ninguna, metiendo mi polla hasta lo más profundo que pude de su interior. Aunque estaba dormida, soltaba gemidos de dolor, sobre todo cuando se la metí por primera vez en su esfínter virgen. Me extendí un poco por mi polla las gotitas que tenía en el capullo para que no estuviese totalmente seco. Puse mi polla frente a su culito y empuje un poco para meterla justo el capullo. Estaba convencido de que ese culito era virgen por lo prieto que estaba. Casi no me entraba, o sea que solo para meterla el capullo tuve que empujar a tope agarrándome de su cintura. Si hubiese estado despierta habría gritado como una loca. Una vez con el capullo dentro, me recree moviéndome muy poquito mientras le acariciaba las nalgas y le sobaba su coñito. Era maravilloso. Entonces empecé a apretar. Quería meterle toda mi polla por el culo, hasta que mis testículos le golpeasen el coño al darle por el culo. Le puse una mano en cada nalga y se lo abrí a tope, pera intentar meterle mi polla hasta el final. Empuje con fuerza, pero no entraba más de la mitad, empecé a sacar y meter la polla para ver si iba entrando, pero casi no pasaba de la mitad. Me dije que por ser la primera vez valía, porque tampoco quería romperla el culo. Me lo iba a tener que follar muchas más veces en los próximos días y de todas formas iba a tener que darle un tratamiento especial para dilatarlo bien. Entonces empecé a moverme más y más rápidamente mientras sus gemidos aumentaban. Yo creo que más que de placer eran de dolor al haberla penetrado su virgen culito. Me moví frenéticamente dentro y fuera, sacándosela completamente varias veces para ver como se le iba dilatando el ano. Cada vez podía follar su culo mejor y más rápido, porque se iba dilatando mucho su estrecho agujerito. Llegó el momento de correrme, pero no quería todavía inundar su culito, o sea que la baje del potro y la tumbe en el suelo con cuidado de no golpearla la cabeza al dejarla en el suelo. La puse boca arriba y me puse a caballito sobre su pecho, notando sus duros pezones en mi culo. Le enfoque la polla a la boca, se la abrí bien y la metí el capullo en la boca. Con la otra mano la cerré la boca para que no se escapase nada y me corrí dentro de su garganta, mientras la follaba la boca. Me limpié bien la polla en sus labios y vi cómo tosía inconscientemente porque mi corrida le bajaba por la garganta. Al toser, escupió parte de mi leche por su cara, que le caía por la mejilla hasta el cuello. Me moría de ganas de ver su cara cuando despertarse, o sea que puse en funcionamiento las 2 cámaras de vídeo que había comprado enfocando a cada una de mis 2 esclavas. Grabaría sin parar durante todos estos días.
Tardaron una media hora en despertarse. La primera en despertarse fue mi pequeña chinita Vanesa, que parecía muy nerviosa. Intentó soltarse inútilmente su collar. Luego empezó a llamar a Elena hasta que esta despertó. Yo estaba observando desde la casa lo que veían las cámaras de vídeo en mi televisión, y vi como nada más despertarse, Elena intentó coger algo para cubrir su cuerpo desnudo, pero por supuesto yo no había dejado nada a su alcance, por lo que se quedo desnuda. Lo primero que hizo fue agarrarse el culo con las dos manos. Parece que la dolía. Se toco con los dedos a ver si tenía sangre, pero no vio nada. Entonces, por sus gestos me di cuenta que noto como tenía un sabor de boca raro y se toco la comisura de los labios. Al principio no sabía lo que era, pero enseguida parece que se dio cuenta de que era esperma y empezaron a darle arcadas. Intentó vomitar pero no pudo. Cuando miraba a su amiga, parecía que le daba una vergüenza horrible, porque Vanesa estaba completamente vestida e intacta. Sus ojos al principio se llenaron de lágrimas y se sentó junto a la pared encogida, sin dejar de tocarse el culo, en el que notaba unos pinchazos dolorosos que no se atrevía ni a comentar a su amiga. Se tocaba también el coñito, como buscando algún indicio de que le hubiesen follado, pero no vio nada, o sea que quedo tranquila. Supuso que lo del culo era cualquier cosa, pues no creía que alguien fuese tan pervertido de dar a una mujer por detrás sin violarla por delante. No sabía lo que la esperaba. Al de unos minutos empezó a hablar con su amiga y trataron de pedir socorro. Me encantaba verlas así de asustadas. Ahora ya no tenían tantos humos como cuando se reían de mí en su piscina de niñas ricas. Les deje un buen rato especulando sobre lo que pasaba mientras trataban de pedir socorro inútilmente hasta que decidí hacerles una visita.
Me coloqué mi pasamontañas de cuero negro que tenía pensado llevar al estar con ellas y baje a la bodega. Ambas enmudecieron al verme entrar y trataron de irse tan lejos de mí como se lo permitían sus cadenas. Cogí un taburete y entre en la "zona" de Elena. Ella se tapaba el cuerpo desnudo como podía mientras se alejaba al máximo de mí.
  • "A partir de hoy os llamareis putilla y chinita. Así os llamareis hasta que yo creo que merezcáis ser llamadas por vuestros nombres. Yo seré vuestro amo y dueño y obedeceréis todo lo que yo os diga para evitar ser castigadas. Además siempre terminareis vuestras frases cuando os dirijáis a mí con las palabras mi señor. ¿Está claro?".
Las dos estaban asustadas y no dijeron absolutamente nada. Se limitaron a asentir con la cabeza cuando les repetí: "¿Esta claro?" en tono mucho mas alto.
Entonces miré fijamente a Elena y le dije:
  • "Bueno putilla, veo que te has limpiado la boca, ya. ¿No? ¿Qué tal sabe mi leche? Te lo tragaste todo como lo que eres, una putilla. Aunque primero pensé en correrme en tu culito. ¿Qué tal notas tu culito, putilla? La verdad es que me costó mucho metértela por el culo. Lo tienes muy estrechito con la cara de golfa que tienes."
Elena no decía nada y estaba callada, ruborizada y con dos pequeñas lagrimas que le caían por la cara. Lágrimas que parecían más de rabia que de dolor.
  • "Bueno putilla, hoy tienes suerte y te voy a dejar que me comas la polla dos veces. Además quiero que tu amiga la chinita mire cómo te la comes entera. Ven aquí, sácame la polla y cómemela hasta que me corra en tu boca de putilla. Todo eso quiero que me lo hagas de rodillas y con las manos a la espalda mientras estoy sentado en esta silla."
Yo estaba bien empalmado y se me notaba perfectamente bajo el pantalón vaquero. Sorprendentemente Elena no se asustó y en lugar de eso saco rabia de su interior y me insultó, para terminar diciendo que no me pensaba hacer nada de eso y que si lo que quería era dinero que llamase a su padre por un rescate. Además de eso me miró con cara de odio, como si quisiese asesinarme con la mirada. Vaya, está claro que esta cría necesita un poco de disciplina.
  • "¡Que te den por el culo, cabrón! Eres un puto violador de mierda y no pienso hacerte nada.
  • "Terminarás el día de hoy rogando que te deje comerme la polla pequeña putilla, ya lo vas a ver".
Me acerque al armario de la bodega donde tenía todos mis instrumentos y saqué una cuerda, una raqueta de madera y un consolador (no de los más grandes ni mucho menos) con lo que fui hacia Elena, la tire al suelo sin hacerla daño y le ate los brazos a la espalda a la altura de los antebrazos como si los tuviese cruzados en la espalda. Además puse una cuerda desde sus brazos a su collar del cuello, para que casi no se pudiera mover pues no podría respirar. La solté la cadena de la pared y quedo de pie, moviéndose despacio para no cargar su peso del cuello hacia atrás, pues casi no podría respirar. La cogí con fuerza y la lleve a la zona de alcance de Vanesa sujetándola por un brazo, mientras con la otra mano llevaba una silla, la raqueta y el consolador. Vanesa estaba mucho más asustada que su amiga y seguro que haría todo lo que le mandase hacer. De momento quería que viese como le ponía las nalgas a su amiga con la raqueta. Me senté en la silla y puse a Vanesa sobre mi regazo tumbada, dejando su culo a la altura de mis rodillas y por consiguiente su cabeza casi en el suelo mientras pataleaba con las piernas suavemente, porque si se movía violentamente, las ataduras le oprimían el cuello.
  • "Chinita ven aquí. Acércate que quiero que veas lo que le pasa a una esclava mala. Sujeta los tobillos de putilla para que no se haga daño al moverse".
Vanesa lo hizo inmediatamente tal y como se lo ordene. Estaba demasiado asustada para no obedecer.
  • "Ves putilla como tu amiga es mejor esclava. Siendo así le irán las cosas mejor y se ahorrará todos los azotes que voy a dar a tu culo. Cuando tú quieras pararé de azotarte, pero tendrás que rogarme que te deje para que me comas la polla tal y como te dije antes".
Elena seguía rebelde diciendo que no lo diría jamás mientras me insultaba.
  • "Chinita abre un poco los tobillos de putilla para que podamos tocarle un poco el coñito".
Vanesa nuevamente hizo caso a mi orden, con lo cual podía meter la mano entre las piernas de Elena y sobarle el sexo, cosa que hice inmediatamente. Vanesa estaba ruborizada y no sabía dónde mirar, pero le ordene que no quitara la vista ni un instante del coñito y del culo de su amiga. Seguí sobando el coño y el ano de Elena durante un rato hasta que dejó de ofrecer resistencia y se quedó más tranquila. Entonces le abrí las nalgas con las manos para enseñarle claramente el ano a su amiga.
  • "Mira como tiene el culo la putilla. Todavía lo tiene un poco rojito de la enculada de antes, ¿ves?"
Empecé a jugar con un dedo dentro de su culito y otro en el coñito cosa que hizo que nuevamente Elena se revelase, pero esta vez entre llantos, mientras su amiga también rogaba que no le hiciese daño. Le dejé metido un dedo en cada uno de sus dos agujeritos.
  • "¡Déjame cabrón! ¡Soy virgen! No me hagas daño. Basta por favor".
  • Eso me sorprendió. La verdad es que el culo si que me dio la sensación de que lo tenía virgen, pero nada más.
  • "Vaya, vaya. O sea que eres virgen, putilla. ¿Eso quiere decir que nunca has follado con un hombre ni por delante ni por detrás?, ¿y ni siquiera se la has comido?".
  • "No, no, no,....". Dijo entre sollozos. "Déjame, por favor, soy virgen. No me hagas nada".
  • "Bueno putilla, me acabas de sorprender. O sea que yo he sido quien te ha desvirgado tu primer agujerito, que ha sido tu culo, y seré también quien desvirgue. La verdad es que si me lo dijeses en otra situación no te creería, pero la verdad en la posición en que estás, enseñándome tus dos preciosos agujeritos, te creo. No te preocupes, que esa situación cambiará en los próximos días cuando aprendas a ser una buena esclava. ¿Y tu chinita, que tienes que decir de eso?".
Vanesa se ruborizó completamente y respondió...
  • "Sí. Yo también soy virgen... totalmente... mi señor".
Vaya, pensé que mi pequeña Vanesa ya se iba acostumbrando a decir "mi señor". Eso es una buena señal. Me pareció increíble que dos chicas tan preciosas, pero ya mayores de edad, con sus 18 añitos fuesen vírgenes completamente, pero me quedé mirando la cara de Vanesa que miraba al suelo totalmente ruborizada y caí en la cuenta.
  • "Sois lesbianas. Maldita sea, sois dos bolleras adolescentes, ¿no es así mis putillas?".
Ninguna respondió, pero no hizo falta, la cara de vergüenza que veía en Vanesa fue suficiente afirmación.
  • "Está bien. Era lo que me faltaba, que fueseis dos bolleritas. No os preocupéis, que vais a aprender lo que es una buena polla durante estos días. De todas formas ya os dejaré algún día de placer para que os podáis comer mutuamente vuestros chochitos".
Bueno, basta de hablar, pensé y saqué los dedos del ano y coñito de Elena. Con mi mano derecha cogí la pala de madera sin que Elena se enterase y mirando fijamente a los ojos de mi chinita Vanesa, la bajé con toda la fuerza sobre el culo de su amiga, a lo cual Elena respondió con un fuerte grito de dolor arqueando su cuerpo. Las dos empezaron a chillar mientras golpeaba con la pala de madera el culo de Elena una y otra vez. Las nalgas de Elena iban tomando cada vez un color más y más rojo, mientras se iban sucediendo los azotes.
  • "¡Ya sabes cómo puedo parar putilla!, o sea que tu verás como de rojo te gusta tener tu precioso trasero".
Elena seguía retorciéndose fuertemente con gritos de dolor a cada golpe que le daba, hasta que al cabo de 50 o 60 golpes sin parar, su resistencia fue remitiendo y sus gritos se convirtieron en gemidos de dolor.
  • "Basta por favor, basta ya." Dijo con voz entrecortada. "Déjame comerte la polla por favor,... mi señor".
Inmediatamente paré de azotarle y me fijé que tenía el culo tan rojo y tan caliente que parecía en carne viva. Se lo acaricié un poco y ordené a Vanesa que se lo masajeara. El simple masaje de Vanesa, hacía que Elena no dejase de gimotear del dolor, a pesar de que Elena lo hacía con cuidado. Ordené a Vanesa que parase y que ayudase a su amiga a ponerse de pie mientras yo acercaba el potro pequeño en el que follé el culito de su amiga mientras dormía. Volví a poner a Elena en el potro en la posición de encularla y ordené a su amiga que siguiese masajeándola las nalgas del culo.
  • "Chinita, mójate un dedo de saliva y méteselo a putilla por su culito". Vanesa quedó un poco aturdida, pero el miedo que tenía a que le hiciese lo mismo, la hizo obedecer. Elena gemía mientras tanto de los pinchazos que tenía en sus irritadas nalgas. "Eso es, y ahora métele este consolador".
También hizo lo que le pedí, pero con dificultad pues su culo era estrecho, a pesar de que el consolador era pequeño y bastante más estrecho que mi polla.
Sin que yo dijese nada, Vanesa movía el consolador dentro y fuera del culo de su amiga, mientras esta seguía gimoteando y pidiendo por favor que le dejase comerme la polla.
  • "Tranquila putilla, te voy a dejar ahora", le dije, "pero primero quiero darte una sorpresa como postre a tu castigo por desobediente".
Le ordene a Vanesa que sacase el consolador y que abriese a tope las nalgas de su amiga para mostrarme su esfínter un poquito dilatado. Me saque la polla por la bragueta del pantalón, y ante la mirada de asombro de Vanesa, se la metí a su amiga por el culo mientras ella me ayudaba abriendo las nalgas de su amiga. Elena volvió a gritar como loca, sobre todo cuando en el primer empujón le metí la polla un poco más de la mitad. Empujé bien a fondo, mientras Vanesa abría a tope las nalgas de su amiga. Me sorprendió cómo mi pequeña chinita hacía caso a todo lo que le decía, y no perdía de vista mi polla entrando en el culo de su amiga. Se la metí más que la noche anterior, porque notaba en calor de sus irritadas nalgas casi en mi cadera. Solo quería follarle el culo para humillarle y para que cuando ahora me la comiese, notase perfectamente en mi polla el sabor de su culo.
La follé por el culo durante no más de 2 minutos, en los que Elena no dejó de gritar y llorar a cada empujón de mi polla. En mi último empujón, empuje tan dentro de su culo como pude e inmediatamente se la saqué de golpe, me senté con la polla totalmente dura y gorda en la silla de antes y le ordené que comenzara a chuparme la polla. Elena con la cara llena de lágrimas no tardó más de 5 segundos en ir corriendo detrás, arrodillarse con dificultad delante de mí pues seguía con las manos atadas y comenzar a lamerme la polla. Por sus gestos, el sabor de mi polla después de haber pasado por su culito no era demasiado agradable, pero quería humillarla para hacerla sumisa. Ordené a su amiga Vanesa que mirase de cerca para aprender y solté las ataduras que unían el cuello de Elena a sus muñecas, de forma que podía inclinarse cómodamente sobre mi polla. Ordené a Vanesa que mientras observaba a su amiga, diese saliva con un dedo en el culito de su amiga, para evitar que se le irritase por la follada de culo que le había dado.
Notaba cómo Elena me hacía la mamada lo mejor que sabía, pero era obvio que tal y como había dicho antes, no había comido ninguna polla. Como buen amo de una esclava, fui enseñando a Elena cómo se debe comer una polla, y la iba diciendo las instrucciones pertinentes: abre a tope la boca, aprieta fuerte los labios a la polla, lame bien el capullo, no toques con los dientes, métetela en la boca el máximo que puedas, chupa como si quisieses absorber, frota la lengua rápido con el capullo,... Notaba que cada vez lo hacía mejor aunque casi no la entraba en la boca. Tampoco era capaz de tragar más de 10 cm. de mi polla, porque notaba que al llegar a su garganta le daban arcadas. De todas formas, para ser la primera vez, lo estaba haciendo realmente bien, o sea que la dejé seguir hasta que noté que estaba a punto de correrme. En ese momento le cogí la cabeza con las dos manos para que en lugar de una mamada, fuera yo quien me follaba su boca y me empecé a mover rápidamente.
  • "Aprieta los labios a tope putilla, que me voy a correr dentro de tu boca".
Notaba sus arcadas con mis empujones, pero así notaba que la polla le llegaba hasta su garganta. Me corrí completamente dentro de su boca y me quede con la polla dentro hasta que se tragase mi leche. Elena se tragó con bastante dificultad mi corrida, y le saque la polla de la boca a la vez que ordené a Vanesa que dejase de jugar con el culito de Elena.
Para terminar, quise probar un poco a mi chinita y le ordené que me limpiase la polla de la saliva de su amiga y de mi corrida con su lengua. Vanesa lo hizo sin rechistar absolutamente nada y lamiendo con ímpetu mi polla, aún casi totalmente empinada. Me sorprendió lo bien que lo hizo, porque la dejo totalmente limpia y me dieron ganas de probar a esta esclava, pero lo pensé mejor y lo dejé para más adelante. Creo que esta chinita iba a ser muy obediente y complaciente como esclava.
Al terminar esta sesión, solté las ataduras de los brazos de Elena, permití a mis dos esclavas que se asearan y las volvía a atar a sus esquinas con la cadena, dejando a Elena desnuda y a Vanesa vestida y sin tocar desde que la traje. Les di un par de hamburguesas de cena y un par de colchonetas para que pudiesen dormir cómodamente. Así terminó el día del secuestro, sobre las 2 de la mañana.
Después del fantástico comienzo de mis vacaciones, antes de ir a dormir, observe a través de la pantalla cómo las dos se tumbaban en sus colchonetas. Mientras Vanesa parecía relajada a los pocos minutos, Elena se agarraba constantemente el culo dolorido de los golpes. Antes de dormir, Elena se quejó a Vanesa por el dolor que tenía y para mi sorpresa, mi pequeña chinita le preguntó a su amiga como sabía mi corrida, ante lo cual Elena se enfadó y le dijo que notaba como alfileres dentro de su culo y entre sollozos dijo que no podría aguantar otra violación anal así. Dijo que era lo más humillante que le habían hecho en su vida y que no pensaba dejarse otra vez. Elena intentó tirar de su cadena para tratar de romperla durante casi toda la noche, cosa absolutamente inútil, pues me había asegurado que estuviesen bien fijas a la pared. Creo que Elena no pegó ojo en su primera noche, pues cuando me fui a dormir la dejé tirando de su cadena y así la encontraría la mañana siguiente. Creo que su siguiente noche la deberá pasar en una posición de castigo por su mal comportamiento.

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