lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XIV)

La mama de Vanesa

Bueno, ya habían pasado un par de días desde que había visto a la madre de Vanesa y le había dicho a mi chica que me apetecía tirarme a su mamá. Creo que era el momento de cepillarme a otra oriental. Esta con más experiencia que la anterior, o sea que tal vez pusiese más problemas a mis intenciones. Estaba seguro de que tan solo con enseñarle alguna de las fotos comprometidas de su hija disfrutando bajo amenazas de publicarlas por Internet, la madre se sometería a todos mis deseos, pero eso tal vez lo dejara para más tarde. De momento me apetecía un poco de caña y violarla de verdad, viendo cómo se resiste a mi fuerza. Además si la entraba con las fotos de su hija, era posible que perdiese la sumisión de Vanesa para siempre.
Envié un mensaje al móvil de Vanesa, diciendo: "Te espero en la puerta del Restaurante ... a las 20:00 en la calle... de Madrid. Ponte elegante. Responde OK". La respuesta como es habitual no tardó más de 2 minutos en llegar el escueto "OK" pedido.
A las 19:50 llegué a la puerta del restaurante y Vanesa apareció justamente a la hora, como una buena esclava. La niña llevaba puesto un traje de minifalda rojo con blusa blanca realmente elegante, cuya falda era tan corta que la chaqueta del traje cubría más sus piernas. Se había maquillado de forma que parecía bastante mayor de sus 18 años. Eso me evitaría miradas indiscretas por parte de algún otro comensal. Era un restaurante majo, bastante elegante del centro de Madrid, en el que quería hablar con Vanesa. El camarero nos dio una mesa pegada a la pared y dado que era jueves, el restaurante estaba prácticamente vacío. La mesa era redonda, de tamaño adecuado para 2 personas y tenía un faldón de tela azul, que llegaba hasta el suelo y que daba un aire de gran elegancia. Antes de sentarnos, dejamos nuestras chaquetas en la pecha que había junto a la mesa y me di cuenta de lo corto de la falda de Vanesa, que le hacía unas piernas realmente interminables. Nos sentamos metiendo las piernas por debajo del faldón de la mesa. Yo me senté mirando al resto de la sala y Vanesa de espaldas a las otras 2 mesas ocupadas por otras 2 parejas. El camarero se acercó e inmediatamente pedí para mí y para la niña una buena cena con un buen vino.
  • "Bueno Vanesa, pues hoy te he llamado para preguntarte cómo puedo hacer para cepillarme a tu mamá. Ya te acuerdas que te dije que desde que la vi un día me puso a tope y me apetece follármela. Tu dirás".
  • "Pero..., mi amo", Vanesa quedó realmente sorprendida por mi directa afirmación. "Es que es mi madre. No me hagas esto. No quiero que le pase nada malo. Te ayudaré con cualquier otra cosa que me pidas, peor eso no, por favor".
  • "No me gusta nada tu respuesta, pequeña. Te recuerdo que yo soy tu amo y que yo sepa a ti no te ha pasado nada malo, salvo algún que otro castigo por desobediente. Me la quiero follar y punto".
  • "Mi amo, por favor. Haré lo que quieras, pero no me hagas esto. Mi madre es muy religiosa no querrá y aunque yo no me lleve demasiado con ella, no pienso participar en su violación. Pensé que el día que lo comentaste era de broma".
El camarero trajo el vino y los entremeses pedidos, mientras detuvimos nuestra conversación por unos instantes.
  • "Me temo que me has cabreado con tanta respuesta tontorrona. Sabes que eres mi esclava o sea que harás lo que yo te diga y punto. Además por poner pegas te mereces un castigo".
  • "Mi amo, es que ...".
  • "¡Basta ya!. Es castigo que he elegido es que pongas ahora mismo tus braguitas encima de la mesa. Tienes 1 minuto y no se te ocurra levantarte de la mesa para quitártelas ni mirar atrás. ¡El tiempo comienza ya!".
  • Vanesa se quedó petrificada por mi solicitud, pero sabía que sino hacía inmediatamente lo que le había pedido me cabrearía y el castigo sería aún más grande, así que tan disimuladamente como pudo, primero por un lateral y luego por otro, sin levantarse de la silla totalmente se fue bajando las bragas. Primero se las quitó del culo y luego disimuladamente mientras con la otra mano hacía como que comía, se las deslizó poco a poco hasta los tobillos. Ninguno de los comensales del restaurante, que yo tenía a la vista, se dio cuenta de nada de lo que hacía. Finalmente, después de más de minuto y medio de disimulos, las bragas llegaron a sus tobillos, o sea que las cogió con su mano izquierda y las puso encima de la mesa como yo le había pedido. No eran bragas, sino un precioso tanga rojo del mismo color que su traje, para evitar feas transparencias. Vanesa estaba completamente ruborizada por la vergüenza y humillación de lo que le había pedido. Yo seguí comiendo con normalidad, sin tocar el tanga rojo de la niña, que quedó sobre la mesa a la vista de todos los otros comensales. Ninguno se dio cuenta, pero eso la niña no lo sabía ya que estaba sentada de espaldas a ellos. Justo cuando venía el camarero para traer el plato principal, recogí la prenda interior y la guardé en el interior del bolsillo de mi americana que estaba colgada en el respaldo de mi silla.
  • "Abre un poco las piernas, que te voy a sobar un poquito con el pie", le ordené mientras me quitaba el mocasín de mi pie derecho ayudándome del izquierdo. Como era verano, no llevaba calcetines, o sea que podría disfrutar del tacto de la entrepierna de mi esclava favorita.
Vanesa obedeció y abrió las piernas, para que yo por debajo del faldón de la mesa, gozara tocando su entrepierna con los dedos de mi pie derecho. Tocaba muy suavemente su clítoris que aún se encontraba seco.
  • "Sigue comiendo y no seas tan vergonzosa", le dije a Vanesa, mientras disfrutaba tocando su conejito. "Volvamos a lo de tu mamaita, pero antes que conste que aún te queda la segunda parte del castigo, puesto que has tardado más de 1 minuto en entregarme tus braguitas como te he pedido".
  • "Está bien, mi amo haré lo que me mandes".
  • "Eso me gusta más. ¿Cuándo está tu madre en casa a ser posible sola o contigo únicamente?"
  • "Mi padre está de viaje y mañana por la tarde libra Sofía, o sea que cuando ella llegue a casa solo estaré yo, ya que mi hermana está en las colonias de verano todavía".
  • "¿Sobre qué hora suele llegar del trabajo tu mami?.
  • "Más o menos a las 9".
  • "Muy bien, pues allí estaré sobre las 8 de la tarde. Por cierto, no sabía que tenias una hermana. ¿Cuántos años tiene?".
  • "Tiene 13 mi señor, pero es todavía una niña. No le hagas nada por favor"
  • "No sufras. No le haré nada malo. De todas formas seguro que con 13 años ya se la habrá follado alguno de sus amiguitos, pero no me gustan las niñas, creeme".
  • "Es virgen mi amo. No tiene ni la regla todavía. Esta sin desarrollar del todo. Por favor mi amo...".
  • "No te preocupes de eso ahora. Ya te he dicho que me gustan las mujeres de verdad y no las niñas", le dije.
A medida que avanzaba la conversación, el clítoris de Vanesa se iba notando más y más húmedo cada vez, hasta el punto de que incluso su cara mostraba cada vez más y más excitación. Después de unos 20 minutos de masaje, parecía al borde del orgasmo o sea que decidí detenerme para exigirle su segunda parte del castigo.
  • "No te preocupes que dentro de un momento terminaré el trabajo contigo y te correrás, pero primero debes cumplir tu segunda parte del castigo".
  • "Dime, mi amo,..", dijo Vanesa con la voz entrecortada.
  • "Métete debajo de la mesa y cómeme la polla hasta que me corra dentro de tu boca. Cuando yo haya terminado sal, vuelve a sentarte y quiero que escupas toda mi leche en la copa. Toda hasta la última gota. Después te permitiré que te corras. ¿Has entendido?".
  • "Si, mi amo, pero ¿Cómo voy a meterme...?"
  • "¡¡Cállate y métete ya mismo bajo la mesa a mamar!!". Yo me había fijado que nadie estaba mirando, por eso le di la orden, que Vanesa obedeció sin rechistar.
Me fijé que el faldón de la mesa estaba perfectamente o sea que nadie la vería hacer su trabajo. Noté como la niña me bajó la bragueta y con dificultad debido a la enorme erección sacó mi polla del pantalón. Inmediatamente noté como algo mojado jugaba con mi capullo durante unos segundos, llevándome al borde del éxtasis y breves segundos después entraba en algo caliente y estrecho que sin duda era la boca de la niña. La sensación de una mamada en público era indescriptible. A los cinco minutos, el camarero acudió a la mesa para retirar los platos y tuve que disimular como nunca lo había hecho, pues estaba al borde del orgasmo.
  • "¿Retiro ya los platos, señor?.
  • "Sí por favor, el.... de la señora también, que ha ido al cuarto de baño".
Afortunadamente el camarero no dijo nada y se fue para traer la tarta en un par de minutos. Cuando trajo las dos tartas, por suerte no dijo nada y no me obligó a responderle. No le dio tiempo ni a doblar la esquina y perderse de mi vista cuando mi leche comenzaba a golpear la garganta de mi chinita, que seguía moviéndose como ella sabía para exprimir hasta la última gota. Cuando mi corrida terminó, noté como me guardaba cuidadosamente la polla en el calzoncillo y cerraba la bragueta del pantalón. Cuando noté que no venía nadie, hice un gesto con mi pie desnudo para que volviese a sentarse en su silla.
Vanesa salió y se sentó en la silla, mientras se arreglaba la minifalda y la blusa. Su boca estaba cerrada y se acercó la copa vacía tal y como yo le había dicho para echar en ella todo su contenido. Mi corrida fue a parar a la copa mientras Vanesa se relamía para no dejar ni rastro de esperma en sus labios. Inmediatamente después yo cumplí mi parte del trato y terminé la paja que le estaba haciendo con el pie, haciendo que se corriese y lanzase un gritito que hizo que dos de los comensales de una mesa de detrás se diesen la vuelta.
Terminamos nuestra tarta de postre y luego ordené a Vanesa que bebiese de la copa mi esperma de la corrida anterior, cosa que hizo sin rechistar y además aclaró bien con agua la copa para no dejar ni un resto. Nos marchamos del restaurante y yo le acompañe en mi coche a su casa, despidiéndome de ella con una sobada de su delicioso culo por debajo de su falda y sin devolverle su tanga, que guardaría de recuerdo.
Al día siguiente a las 7 y media aproximadamente, llegué a casa de Vanesa. Aparqué el coche a 5 chalets para evitar que me si las cosas iban mal me reconociesen y me acerqué hasta la casa de Vanesa caminando, llevando una pequeña bolsa de deporte con unos "juguetes". Toqué al timbre y me abrió Vanesa vestida con un pantalón de chándal, camiseta y zapatillas deportivas. Su cara era una mezcla de asombro y preocupación por el follón que se pudiese montar.
  • "Hola pequeña. Vaya un recibimiento más soso que me ha hecho".
  • "¿Soso?, ¿qué quieres decir mi amo?.
  • "Pues chica, que me recibes vestida con un chándal, con lo bonita que estas de otra forma".
  • "Ah, lo ... siento mi amo. ¿Si quieres me cambio de ropa?", dijo un tanto asustada.
  • "La verdad es que por tu feo detalle mereces un pequeño castigo, o sea que el lugar de ponerte otra ropa más bonita, lo que vas a hacer ahora mismo es quitarte absolutamente todo. Quiero verte en tu casa como tu mama te trajo al mundo. No quiero que lleves ni siquiera el reloj".
  • "Mmmh, es que... ¿y que pasa cuando venga mi madre?".
  • "Tu desnúdate. Supongo que tu madre tendrá llaves de casa y sabrá entrar sola, ¿no?. ¿O acaso la abres tu siempre la puerta a estas horas?"
  • "No, la verdad es que a estas horas no suelo estar en casa. Suelo llegar más tarde que ella".
  • "Pues no se hable más. Sube a tu habitación y vuelve a bajar en menos de 3 minutos totalmente desnuda". Vanesa obedeció sin rechistar y a los 2 minutos bajaba las escaleras completamente desnuda.
  • "Pequeña, cada vez que te veo estas más buena. Ven aquí", le dije mientras tendía mis manos hacia su cintura para pegar su cuerpo al mío.
  • Vanesa estaba ostensiblemente nerviosa, dado que su madre llegaría dentro de poco tiempo, incluso podría entrar en ese momento y verla completamente desnuda pegada a mí. Sin embargo me excitaba muchísimo verla totalmente desnuda a mi merced y como una niña asustada. Mis manos fueron bajando desde su cintura hasta sus nalgas, que seguían siendo la parte del cuerpo más bonita de la niña, mientras mi boca se pegaba a la suya, dándole un beso realmente excitante. Era la primera vez que besaba a una de las chicas, pero Vanesa se merecía un trato más dulce ya que era mi esclava favorita y la que mejor se estaba portando accediendo a todas mis peticiones. Respondió al beso como debía es decir utilizando su lengua como debía ser un beso realmente húmedo. Mis manos, una en cada nalga, abrían, cerraban, estrujaban, acariciaban, elevaban y jugaban con fuerza en el culo de la niña mientras mi boca y la suya no se despegaban. Después de un par de minutos de beso, bajé mis manos desde su culo hasta la entrepierna para haciendo fuerza hacia arriba, colocar a Vanesa sobre mí con las piernas a ambos lados de mi cuerpo y sus pechos a la altura de mi boca, circunstancia que obviamente aproveché para comenzar a devorar y mordisquear sus pezones, arrancando gemidos mezcla de placer y dolor de la niña. En esa postura y dada mi abultada erección, si me sacase la polla y la dejase caer unos centímetros, se ensartaría en ella completamente, pero me quería reservar para su mamá. Cogiendo a Vanesa en esa postura, cogí como pude la bolsa que había traído y comencé a andar y a subir las escaleras.
  • "¿Cual es tu dormitorio, Vanesa?".
  • "La segunda puerta a la derecha, mi amo", respondió.
Llevándola en los brazos en esa postura entré en su dormitorio, cerré la puerta con el pié y la tiré sobre la cama.
  • "Ábrete de piernas todo lo que puedas, preciosa", le dije.
Vanesa obedeció y tumbada cara arriba se abrió completamente de piernas, cogiéndose con las manos por las rodillas con objeto abrirse aún más y cumplir mis instrucciones. Su coñito quedaba abierto no menos de 1 centímetro, dejando ver su interior. Yo cogí un par de cojines de una butaca y levantando un poco su culito metí los dos cojines bajo su trasero. De esa forma, su coñito completamente abierto quedaba un poco más alto y dejaba a mi vista también su deseado agujerito trasero.
  • "Vaya, veo que te has arreglado aún más los pelitos de tu entrepierna, ¿no Vanesa?".
  • "Sí, mi amo, como sé que te gusta, me he depilado completamente otra vez la entrepierna dejando solo eso poquito de pelo en mi monte de Venus. ¿Te gusto así más?".
  • "Estás deliciosa, preciosa. ¿Qué tenemos aquí?", dije mientras sin preámbulos introduje completamente mi dedo índice izquierdo en su coñito, arrancando un quejido de sorpresa de la niña.
Comencé a comer su clítoris muy muy lentamente, para saborearlo mientras notaba como cada vez se humedecía más y más a la vez que moví mi dedo índice en el interior de su coñito. De esa forma, con mi lengua y mi dedo índice hice que se corriera tras no más de 5 minutos de juegos con su clítoris. El orgasmo de Vanesa fue totalmente placentero, ya que en esta ocasión no estaba haciendo yo otra cosa que hacerle disfrutar. Una vez terminada su corrida, su excitación era tal que lanzaba quejidos de dolor a cada roce de mi lengua con su clítoris, pero no le dejé ni cerrar las piernas ni bajarlas, continuando con mis juegos como si nada. Aproveché ese estado, para introducir un segundo dedo en el coñito de la niña, que gimoteaba sin parar por la enorme sensibilidad tras el orgasmo de su sexo. Los dos dedos húmedos por sus jugos, los saqué y los dirijí a mi agujero favorito, introduciendo primero uno y luego el otro muy lentamente. El culito de Vanesa se dilató, dejando paso a mis dedos, que penetraban completamente su ano. Mientras esos dos dedos continuaban en su culito, los dedos indice y anular de mi otra mano, comenzaron a introducirse en su vagina, dejándola muy pronto empalada por mis cuatro dedos entrando y saliendo de sus dos agujeros. La excitación de la niña fue bajando, de forma que pude volver a comer su clítoris arrancando un nuevo orgasmo con gran facilidad. En esa postura seguí devorando la deliciosa entrepierna de Vanesa hasta que tras el quinto orgasmo, escuchamos el ruido de la puerta del garaje. Era la madre de Vanesa que llegaba de trabajar sobre las ocho y veinte minutos.
  • "Bueno pequeña, espero que lo hayas pasado bien", le dije retirando mi cara de su entrepierna y sacando mis dedos de su culito y coñito.
  • "Dios, mi amo, ha sido genial. La vez que mejor me lo he pasado", dijo gimiendo. "Eso ha sido la puerta del garaje. Mi madre está al llegar".
  • "Lo sé, y me temo que me la voy a follar bien follada, porque después de estos juegos llevo una empinada que no te lo puedes ni imaginar".
  • "Mi amo, no se, porque no te acuestas conmigo y dejas a mi madre. Cerramos la puerta y ya está. Ella nunca entra en mi habitación".
  • "De eso nada pequeña. Me voy a cepillar a mama Vanesa como está cantado. Creo que tu no te lo has pasado tan mal como para no deseárselo a tu madre, ¿no?".
  • "Ya, pero es diferente. Es mi madre. Si fuese una amiga sería diferente. Pero mi madre. Además estoy segura que no se va a dejar y no quiero que se haga daño".
  • "No te preocupes. Además primero voy a jugar un rato con ella y luego te voy a pedir a ti ayuda".
  • "¿Queeeeeeeeeeee?, ¿cómo ayuda?".
  • "Pues eso, que me ayudes a follártela. Mira lo que tengo en la bolsa de deporte que he traído".
Y saqué de la bolsa las bragas con polla empinada que en su día usó Elena para follarse a ella.
  • "Mi amo, ¿no querrás que use eso con mi madre?".
  • "Por supuesto que lo harás. Pero no te preocupes, porque estará con los ojos tapados y no sabrá quien se la está follando", le dije mientras enseñaba las gafas oscurecidas que en su día ella misma tuvo puestas para no reconocerme.
En la bolsa llevaba también unas cuerdas, 2 pares de esposas, un pasamontañas, un rollo de precinto de embalar, un collar de cuero con enganches, unas cadenas y una cámara de video con un trípode para filmar todo.
  • "¿Qué suele hacer tu madre al llegar?.
  • "Siempre se da una ducha, se pone algo cómodo para estar en casa y baja a cenar a la cocina".
  • ¿Dónde se viste?, supongo que en su dormitorio, ¿no?.
  • "Si, es la habitación primera de la izquierda y se ducha en el baño que hay enfrente de mi dormitorio".
  • "Mi amo, por favor no me obligues a follarme a mi madre. Esto es demasiado por favor", dijo Vanesa con poco convencimiento.
  • "Harás lo que te diga yo sin pronunciar una palabra más desde este preciso momento, sino el castigo de esta vez va a ser duro de verdad. Mucho más duro que el empalamiento que hicimos a Sonia por el culo cuando llegó a la bodega de mi casa. ¿Está claro?. Tú no salgas de la habitación hasta que no te lo diga yo, que te llamaré de un grito después de haberle echado un par de polvos a tu mamaita. ¿Por cierto, cómo se llama tu madre?".
  • "Se llama Sue", dijo mientras asentía con la cabeza y yo le daba las bragas con polla para que se las pusiese. La verdad es que la polla era realmente gorda sobre todo una vez ella se lo colocó perfectamente.
Oímos perfectamente cómo la madre entraba en casa, iba a su dormitorio y pasaba al cuarto de baño. Una vez oímos que ella estaba bajo la ducha, me metí en su dormitorio llevando mi bolsa, coloqué la cámara de video en una esquina con el trípode y enfocando a toda la cama, para grabar todo lo que ocurriese sobre ella y esperé sentado en la cama con el pasamontañas puesto hasta que saliese del baño. Sobre la cama había dejado su ropa: traje de chaqueta granate muy elegante con bufanda, zapatos y bolso a juego así como su ropa interior, que era un delicioso conjunto rojo de tanga y sujetador. Por el tamaño del sujetador, debía tener unas buenas tetas, que por supuesto había heredado su hija. La primera sorpresa sería ver si del baño salía desnuda, en ropa interior nueva, en bata, pijama, ... Lo vería en seguida.
Al cabo de unos 10 minutos de espera escuché como se apagaba el sonido de la ducha y cómo la madre de Vanesa pisaba fuera de la ducha. No pasaron más de 2 minutos cuando apareció en la habitación con un albornoz blanco, zapatillas de felpa blanca y una toalla en las manos con la que a la vez que envolvía su pelo para secarlo se secaba la cara. En un primer momento, la toalla la llevaba sobre la cara, frotándose la frente para secar bien el agua, por lo que entró hasta el fondo de la habitación sin verme. Yo aproveché ese instante para levantarme y coger las esposas con la mano derecha. Al cabo de ese momento, se dio la vuelta para buscar en unos cajones lo que supuse que era su ropa interior y al levantar la vista me vio, quedando petrificada.
  • "¿Qué?, ¿qué?, ¿qué hace usted aquí?, ¿qué quiere?", dijo con voz entrecortada como intentando hacer poco ruido.
  • "Buenas tardes. Vengo a echarte el mejor polvo de tu vida, zorra", le respondí.
  • "¿Cómo?, dijo habiendo entendido mi respuesta perfectamente, "¿qué broma estúpida es esta?, ¿quién es usted?, preguntó sin salir de su perplejidad, mientras yo me acercaba lentamente a ella y ella retrocedía hasta dar con su espalda en la cómoda.
Me acerqué a ella tanto que mi cuerpo estaba casi pegado al suyo. Su estado entre miedo y asombro era tal que ni se movió ni profirió ningún grito más que ruegos de que no le hiciese daño y que en el cajón de arriba de la cómoda tenía dinero y podía cogerlo todo. Mi mano derecha retiró suavemente la toalla de su cabeza dejando su pelo completamente mojado suelto y despeinado. A continuación se dirigió al cinturón de su albornoz, deshaciendo su nudo con total suavidad. Ahora su albornoz colgaba abierto, dejando ver su monte de venus, que parecía muy bien recortadito a primera vista. Sus pechos quedaban todavía cubiertos por las dos partes del albornoz. No tardé más de 10 segundos en, después de retirarme un paso para mirarla de arriba abajo, coger con total suavidad el albornoz por los hombros y echarlo hacia atrás para dejarlo caer hasta el suelo. Estaba completamente desnuda frente a mí, sin levantar la vista del suelo por el miedo que le paralizaba. Sus pechos ahora a mi vista eran dignos de la madre de Vanesa por su tamaño y firmeza. Algo más pequeños y un poco más caídos que los de su hija no dejaban de ser casi tan apetecibles como los de Vanesa. Su cintura era realmente estrecha y su forma física delataba con total claridad que era una mujer que a sus 35 años cuidaba su figura con todo esmero en un gimnasio. Sujetándola por los hombros con total suavidad, le giré 180 grados dejándola mirando a la pared, para ver su culo, que era al igual que sus tetas digno de la madre de mi esclava favorita. Sus nalgas en forma de pera, ligeramente más grandes que las de su hija eran totalmente apetecibles y mi estado de erección hizo que no pudiera resistirme a sujetarlas con fuerza desde atrás, estrujándolas para comprobar su firmeza. Fue en ese momento cuando reaccionó la mama de Vanesa y pareció salir de su estado de absoluto pánico, volviéndose y saltando sobre la cama trató de huir hacia la puerta, cosa que yo por su puesto le impedí arrojándome tras ella y cogiéndola por las dos piernas a la altura de las pantorrillas. La buena de Sue quedó tendida boca abajo con medio cuerpo fuera de la cama y el otro medio sobre la misma, forcejeando para intentar escapar de mi sin éxito.
  • "¡¡Socorro!!, ¡¡que alguien me ayude!!", Comenzó a gritar. "¡Suéltame hijo de puta!, ¡¡¡no me toques!!!", comenzó a gritar con bastante fuerza.
  • "Cállate puta, que ya verás como al final te gusta lo que te voy a hacer", le dije.
Mientras tanto, tiré de sus pies colocándola totalmente sobre la cama mientras me encaramaba yo a ella, para terminar montado a caballo sobre su espalda a la altura de su cintura, sin que ella parase de insultarme y forcejear para tratar de escapar.
  • "Joder, pues si que nos ha salido rebelde la chinita", le dije.
  • "¡¡Cabrón de mierda, ni sueñes que me vas a hacer nada!!. ¡¡Suéltame ahora mismo hijo de puta o te mato aquí mismo!!, gritaba entre gemidos por la fuerza que hacía para intentar escapar de mí.
Lo primero que hice para inmovilizarla fue colocarle unas esposas en las muñecas con los brazos en la espalda y las otras en los tobillos. En esa posición ya no podría hacer más que retorcerse o intentar levantarse a saltos dela cama, cosa que era completamente imposible. Una vez colocadas las esposas, que me costaron cierto trabajo (en especial las de los tobillos), me levanté para recoger mi bolsa con objeto de inmovilizarla realmente y evitar sus gritos. Con el precinto até sus antebrazos cruzados en su espalda en una posición realmente forzada, que le impedía moverse con energía y quité las innecesarias esposas de los tobillos. Cogí su tanga usado que estaba en la cama y tirándola del pelo, se lo metí en la boca a pesar de sus arcadas, seguido por otros dos que saqué del cajón de la cómoda, cerrándole la boca con dos buenos pedazos de precinto. De esta forma no podía hacer otra cosa que emitir sonidos guturales que no serían audibles seguramente ni siquiera para Vanesa que se encontraba en la habitación contigua. Por último puse en sus ojos las gafas de nadador ennegrecidas con las que no vería absolutamente nada y que ya usé con su propia hija, advirtiéndola que si se las quitaba y me veía sería mucho peor para ella.
En esa postura una vez inmovilizada, aproveché para levantarme y tras observar mi obra, coger el dinero que ella misma me había dicho que tenía en el cajón de la cómoda. Había no menos de 2000 Euros que guardé inmediatamente en mi bolsa de deporte ya que al fin y al cabo tampoco había que hacer ascos al dinero. Después de esto y sin perder de vista a la pobre Sue, que se retorcía en la cama sin dejar en ningún momento de emitir sonidos guturales en los que ahora parecían entenderse súplicas de que le soltase, me quité toda la ropa, quedándome en pelotas con mi polla gorda a punto de reventar por los juegos anteriores con su hija. Si bien le había dicho a Vanesa que le llamaría cuando hubiera echado un par de polvos a su mami, se me ocurrió hacer otra prueba de total sumisión a la niña, haciéndole presenciar toda la violación de su madre, por lo que fui a la habitación de al lado, donde Vanesa estaba tumbada sobre la cama con ojos de gran preocupación.
  • "Ven aquí, pequeña, esta va a ser tu prueba de oro. Quiero que estés en la habitación de tu mama mientras me la tiro y le hago todas las perrerías que se me ocurran. Ahora ya le tengo inmovilizada o sea que levántate, acompáñame, te sientas donde yo te diga y no hagas ni un solo ruido hasta que yo te lo diga."¿Está claro?".
  • "Sí mi amo", pero te ruego por última vez que no le hagas esto a mi madre.
  • "No te preocupes, que me parece que es más puta de lo que tú te crees y seguro que disfruta como una golfa"
Coloqué a Vanesa en una pequeña butaca que había al otro lado de la cama, frente a la cama, de forma que saldría en el video que estaba grabando. Me acosté de costado a su lado y mientras con la mano derecha comenzaba nuevamente a jugar con sus preciosas nalgas, empecé a hablar con ella para hacer aún más excitante mi violación.
  • "Bueno, chinita, me parece que el juego va a empezar y me voy a poner morado, porque estás aún más buena de lo que pareces vestida. Llevo muchos meses pensando en lo que te voy a hacer, o sea que ya te puedes relajar y disfrutar, porque hacértelo te lo voy a hacer quieras o no ¿Está claro?".
La única respuesta que emitió fueron unos quejidos guturales debido a su mordaza que me sonaron a insultos.
  • "La primera y única regla es que harás todo lo que yo te diga, incluso responder a todas y cada una de mis preguntas con total sinceridad. Ten en cuenta que te conozco mejor de lo que tú te crees y si me mientes y me entero te castigaré de verdad. ¿Está claro?".
Su respuesta siguió siendo unos gemidos guturales entre los que se entendían palabras como "Cabrón, maricón, hijo de puta,...", y similares.
  • "Está bien, te has ganado tu primer castigo. Cuando me digas sí con la cabeza 5 veces seguidas pararé, zorra", le dije mientras sentado en el borde de la cama cogía su cuerpo para ponerlo sobre mis rodillas con su trasero a la altura exacta de mis mulsos. Posición exacta para comenzar la azotaina que la hacía gritar de dolor a cada bajada de mi mano dejando marcados los dedos sobre sus blancas nalgas
El castigo prosiguió entre sus forcejeos y gemidos durante no menos de 10 minutos. Había aguantado mucho más que su hija o sus amigas, pero finalmente comenzó a mover la cabeza afirmativamente mientras sus gemidos de dolor se transformaron en gemidos de lloros y humillación. Sus nalgas estaban rojas de verdad y la azotaina había sido de tal intensidad que incluso mi mano estaba roja de tanto golpear su culo.
  • "¿Obedecerás absolutamente todo lo que te ordene y dirás la verdad cuando yo te pregunte algo?.
Afirmó con la cabeza, diciendo algo que interpreté como "Está bien pero no sigas por favor".
  • "Si no vas a gritar te quitaré la mordaza. ¿Vas a estar calladita y no gritar salvo cuando yo te pregunte algo que responderás con la verdad?".
  • "MMhh, mmhh", gimoteó asintiendo con la cabeza.
  • "Está bien, pero te advierto que como te quite la mordaza y hagas tonterías te castigaré de verdad. Esto solo ha sido un juego".
  • "MMhh" volvio a gemir mientras asentía con la cabeza.
  • "Está bien, vamos a probar", dije mientras le quitaba el precinto y sacaba de su boca los 3 tangas que había metido a presión hace breves minutos. Esa operación la hice sin moverla de encima de mi regazo, por tanto una vez quitada la mordaza Sue quedó todavía en posición de seguir azotándola.
  • "Te había dicho alguien que estás muy buena, zorra?", le pregunté mientras con las dos manos abría sus nalgas a la altura de la entrepierna, pudiendo comprobar que su entrepierna estaba total y perfectamente depilada como no podía ser menos. En esa postura, el dominio que tenía sobre ella era total, si bien Sue apretaba las piernas para impedir que yo pudiera meter la mano en su entrepierna. Habría tiempo para todo.
  • "Mmhh, eh... supongo que sí", dijo entre sollozos de rabia por la humillante postura que mantenía.
  • "Seguro que te lo han dicho muchas veces, porque lo estás. Estás casi tan buena como tu hijita de18 años, a la que si no me quedo satisfecho contigo igual le hecho un polvo".
  • "No, por favor, dejala a ella. No me hagas esto por favor", comenzó a gimotear mientras mi mano derecha no dejaba de recorrer cada milímetro cuadrado de sus nalgas.
  • "No sufras. En principio estoy aquí por ti. Por cierto, me apasiona tu culo. Te lo han petado alguna vez".
  • "¿Cómo?".
  • "Que si ten han dado por el culo, coño"
  • "No por favor. No me hagas eso. No lo he hecho nunca. Lo intenté una vez con un hombre y fue imposible. No consiguió meter ni un milímetro. Te lo ruego, estoy segura de que me desgarrarás sin lo intentas", dijo mientras comenzaba a lloriquear nuevamente.
  • "¿Un hombre?, ¿quién es ese que te la intentó clavar en esta maravilla de culo que voy a estrenar yo?".
  • "No por favor, fue un hombre con el que tuve relaciones hace 2 años".
  • "¿Tu marido?".
  • "No, el no. Un chico, un modelo de mi agencia".
  • "Vaya con la puta chinita, ¿o sea que le has puesto la cornamenta a tu maridito?".
  • "Ehhh, bueno... sí, supongo que sí, pero él se lo merece porque no me hace ni puto caso. Esta solo pendiente de la idiota de Vanesa mi hija y no me hace ni puto caso".
  • "Vaya, vaya, ¿con cuantos tíos le has sido infiel a tu maridito?".
  • "Ehh,,, no se, con muchos supongo 15, 20, … no lo se. No los cuento". Los ojos de Vanesa, habían cambiado de una expresión de miedo y no querer mirar mientras yo sobaba a su madre a un asombro mezclado con odio.
  • "Vaya, con la puta chinita. Con 20 tíos. No me puedo creer que ninguno te la haya clavado por el trasero".
  • "No les he dejado. Ya te dije que uno lo intentó pero no pudo. Además me hacía un daño horrible".
  • "Pues nada, yo te voy a desvirgar este agujerito como venganza de tu maridito cornudo", le dije mientras dirigí mi dedo anular de la mano derecha a su ano, que estaba realmente apretado.
  • "Espero al menos que chuparla se la hayas chupado, ¿eh zorrita?",
  • "Si, a casi todos", dijo mientras Vanesa comenzaba a poner una cara de real enfado, debido a la confesión de infidelidad de su madre. Se notaba que ella adoraba a su padre y no sentía demasiado por su mamaita la putilla.
  • "¿Y tragar leche?, espero que seas buena mamona hasta el final y tengas experiencia".
  • "Por favor eso no me hagas. Basta por favor, ya me has humillado bastante", dijo mientras me humedecí el dedo índice con agua que tenía en el pelo completamente empapado aún por la ducha.
  • "No te creo zorra. Alguno se tiene que haber corrido en tu boca de chinita chupona".
  • "Hubo uno que cuando se la estaba chupando se empezó a correr y no me avisó. Descargó los dos primeros chorros en mi boca el muy cabrón".
  • "Me dio un asco horrible y tuve que salir corriendo a lavarme la boca. No volvía a acostarme con él".
  • "Joder, pues nada otra cosa que vas a probar".
  • "Nooooo, por favor, eso no te lo ruego. Te pagaré bien, pero no me hagas nada", decía entre llantos Sue, mientras mi dedo anular ahora mojado de su pelo volvía a su culito, con la descarada intención de penetrarlo.
  • "Ahora que me doy cuenta, además has dicho que no solo le has puesto lo cuernos a tu marido con 20 tipos, sino que te has acostado varias veces con ellos".
  • "Sí claro, muchas supongo", dijo mientras los ojos de Vanesa estaban como inyectados en ira.
  • "¿Con cuantos de ellos sigues ahora, puta?.
  • "No se". Por favor no me metas eso por ahí, dijo refiriéndose a mi dedo que intentaba penetrar su super apretado culo.
  • "Mira, putita, relaja este culete, porque te lo voy a petar, quieras o no, y si estás tan apretada, te va a doler de verdad. Además no me has respondido a mi pregunta de con cuantos de tus amantes sigues hoy en día teniendo relaciones.
  • "Con varios. Siete u ocho, creo". La cara de Vanesa era un poema. Creo que ahora después de oír esa confesión se iba a follar a su propia madre por rabia.
Mi dedo comenzó a violar su virgen culito, introduciendo la primera falange. Sue apretaba todo lo que podía para evitar la entrada de mi dedo, pero no me costó demasiado introducir la mitad de mi dedo anular poco a poco. Estaba de todas formas realmente complicado el meter una polla en tan apretado, tenso y poco lubricado agujerito.
Con un gesto y vocalizando las palabras ordené a Vanesa que bajara a la nevera por la mantequilla, que iba a usar como lubricante para seguir jugando tranquilamente con el agujerito trasero de su mamaíta. Vanesa comprendió y en menos de 30 segundos estaba de vuelta y me entregaba un paquete de 250 gramos sin abrir de mantequilla.
  • "Vaya, mira que mala suerte tiene nuestra zorrita, que la única mantequilla que tiene es salada. Me temo que te escocerá un poquito en el culete, pero seguro que aguantas, ¿a que sí?", le dije en tono burlón dándole su suave azote en sus todavía coloradas nalgas.
  • "Por favor no me hagas eso. Me vas a romper el culo, lo sé. Por favor te lo suplico", rogaba Sue.
  • "Tu tranquila y confía en mí tenemos mucho tiempo para dilatar tu agujerito. Además igual entre tanto viene tu nenita y me la follo también por detrás. ¿Tú crees que tendrá un culito tan prieto como este?", le preguntaba burlonamente mirando a Vanesa que seguía con cara en enfadada la conversación sentada en una silla.
  • "Por favor no me hagas nada. Basta".
Mi dedo índice recogió mantequilla del paquete recién abierto y la depositó directamente en el ano de Sue, que dio un respingo por la impresión por lo fría que estaba. Mis dedos índice y anular de la mano derecha comenzaron sin más dilación a extender la mantequilla que estaba todavía bastante dura por la parte exterior del ano de Sue. Una vez perfectamente lubricado el exterior, el dedo anular comenzó a meter mantequilla por el culo de la indefensa Sue, que no podía hacer más que lloriquear y rogar que aquella humillación se detuviese. Otros tres pedazos más de mantequilla fueron a parar a la puerta del culo de Sue, mientras el dedo anular empujaba más y más mantequilla al interior del ano. Al principio no entraba más de la primera falange del dedo, pero poco a poco iba entrando más y más en el interior de la oriental. Los movimientos giratorios del dedo lubricaron enseguida a la perfección el tenso esfínter de Sue, que a pesar de seguir aprentado con toda las fuerzas, ya no era capaz de impedir la entrada con facilidad de mi dedo que giraba y giraba impregnando de lubricante el interior del culo de la madre de Vanesa.
  • "Basta por favor, te lo ruego", decía Sue entre sollozos, "me escuece muchísimo. No lo soporto, por favor". Sin duda la sal de la mantequilla comenzaba a incomodar el virgen culito de la mama de Vanesa.
  • "Tú tranquila, que todavía te queda más de medio paquete".
Taquito a taquito, los 250 gramos de mantequilla iban pasando por el estrecho culito de la madre de Vanesa, lubricando su ano y su interior, para permitir el deslizamiento de lo que entrase por un culito tan delicioso como ese. Gracias a la lubricación y a pesar de lo estrecho del agujero, poco a poco mi dedo índice iba acompañando al anular en las incursiones y penetraba también las interioridades de Sue. Al cabo de 15 minutos de juegos en su culo, mis dedos índice y anular entraban y salían juntos de su culito arrancando gemidos de dolor por la dilatación del ano de la chica. En un momento dado incluso desaparecieron completamente en su interior, moviéndose dentro para lubricar a la perfección todo el camino que mi polla tanto deseaba probar. Tras impregnar mi pulgar también con mantequilla intenté meter los tres dedos en su culo, arrancando ya gritos y súplicas de dolor de la mama de Vanesa, pero conseguí introducir la primera falange de los tres dedos simultáneamente. Ya estaba el camino lo suficientemente dilatado para intentar penetrarlo con mi polla. Todo su culo estaba impregnado de mantequilla y se veía brillante y resbaladizo. Su interior rebosaba mantequilla ya derretida, pues los 250 gramos del paquete habían ido a parar ahí dentro y gotas del brillante líquido resbalaban hacia su entrepierna.
  • "Bueno, es hora de probar si es verdad que entra una buena polla en este culito tan rico que tienes", le dije mientras la quitaba de mi regazo y la tumbaba sobre la cama boca abajo colocando bajo sus caderas un par de cojines.
  • "¡¡¡Noooo!!!, eso noo por favor", decía mientras con dificultad debido a sus ataduras se revolvía en la cama quedando de lado al lado de los cojines. "Basta por favor, no me hagas eso te lo pido por favor. Te daré dinero si quieres. Puedo ir al cajero y te doy 2500 o 3000 Euros que tengo en mi cuenta corriente, pero eso no.". Se revolvía en la cama tratando de incorporarse para escapar, pero las ataduras de sus brazos eran muy ajustadas y le dolía demasiado para moverse.
  • "No te muevas tanto puta chinita", dije colocándome de rodillas sobre la cama y volviendo a colocarla con el culo en pompa sobre los cojines. "Ya verás como entra bien", le dije mientras me colocaba detrás de ella de rodillas entre sus piernas que me costó bastante trabajo abrir. "Te recomiendo que no te muevas porque sino te va a doler mucho más. Además he sido bueno gastando mi tiempo en lubricarte el culito, que te podía haber petado sin nada, golfa".
Me coloqué a caballo sobre sus muslos, imposibilitando completamente todo movimiento de mi nueva víctima. En esa postura, orientando mi polla con la mano, tenía a mi alcance tanto su vagina como su estrecho agujero trasero. Dos dedos de mi mano derecha, comenzaron a orientar mi polla hacia su ano. Mi glande fue recorriendo muy lentamente toda su raja del culo desde las caderas hasta llegar a su ano. Quería que ella pudiese notar cómo me iba acercando poco a poco hasta su trasero. Una vez enfilado su ano, que debido a la resistencia de Sue volvía a parecer absolutamente impenetrable, comencé a empujar muy lentamente para sentir cómo a pesar de que ella apretaba con fuerza, la mantequilla me iba permitiendo el deslizamiento de mi polla hacia su interior.
  • "Mas te vale golfa que aflojes un poquito la tensión de tu culo, sino te voy a machacar esta preciosidad de agujero. Pero tú eliges. A mi igual hasta me gusta más que esté tan apretadito", le dije mientras daba un fuerte azote en su nalga derecha con mi mano.
  • "¡Por favor, te lo pido, no me hagas esto!. Te pagaré joder, te pagaré bien. Puedo sacar algo más de dinero de otra cuenta corriente. Igual puedo llegar a darte 6000 Euros esta misma tarde, pero no me hagas algo que no he dejado hacer a nadie", imploraba Sue con una lágrima corriendo por su mejilla, producto de la humillación más que del dolor, ya que prácticamente no había metido más que la puntita de mi glande en su interior.
  • "Cállate ya zorra. No he venido aquí a por tu dinero", le dije.
  • Una vez enfilado su esfínter anal, sujeté fuertemente las caderas de Sue con mis dos manos, para hacer más fuerza y penetrar definitivamente su culito. Milímetro a milímetro mi polla fue desapareciendo en el interior del culo de Sue, que seguía resistiéndose a la violación hasta el final. En un par de minutos, mi polla había desaparecido completamente en su interior y mis huevos se apoyaban sobre su coñito, que también había quedado pringado de mantequilla. La resistencia de la mama de Vanesa había desaparecido casi completamente y únicamente emitía gemidos y ruegos de que parase la humillación, pero al contrario, una vez metida la polla hasta el fondo de su trasero comenzó lo bueno. Comencé a moverme metiendo y sacando primero lentamente y a los pocos minutos rápidamente mi polla de su trasero mientras mis manos sujetaban con fuerza las nalgas de la oriental. Sus nalgas, fruto de la tensión, estaban muy duras y la sensación de masajearlas mientras violaba su culo era indescriptiblemente placentera. En varias ocasiones saqué completamente mi polla de su culo, para volver a introducirla sintiendo nuevamente el placer de penetrar su todavía apretado esfínter y comprobando como cada vez su dilatación iba aumentando. Cada vez que sacaba y volvía a meter la polla, arrancaba un gemido entre dolor y humillación de Sue que me excitaba más y más. Así continué follando su culo durante unos 20 minutos, al final de los cuales mi polla podía entrar y salir con total facilidad.
  • "¿Ves zorra como yo tenía razón?. A partir de ahora a todos esos amantes que tienes les vas a tener que decir que te den por el culo, porque te lo estoy dejando bien dilatadito.
  • "Basta por favor, no sigas. No puedo más".
  • "Bueno, bueno. Por cierto, ¿qué tal la chupas, puta?.
  • "No por favor eso si que no. No me hagas eso después de habérmela metido por ahí. Me moriré de asco", respondió, a lo que yo contesté con 6 fuertes azotes en sus nalgas.
  • "No me has respondido puta. Te he preguntado si la chupas bien o no. Chupármela me la vas a chupar. Eso seguro.
  • "¡¡Basta por favor!!, está bien, te la chuparé como quieras".
  • "Así me gusta", y le saqué la polla de su culito, para inmediatamente colocarle boca arriba en la cama y cabalgando sobre su pecho acerqué mi polla a su boca. "Demuéstrame que eres la puta reina de las chuponas chinita", le dije dándole un pequeño cachete en su mejilla.
Abrió la boca e inmediatamente mi polla desapareció en su interior. Le dejé mamármela durante unos minutos hasta que mi estado de excitación fue en aumento y se acercaba el momento de mi corrida.
  • "Que bien la chupas puta. No dejes caer ni una gota o te vas a acordar de mí", le dije mientras ella solo podía abrir los ojos todo lo que podía para rogar que no me corriese en su interior.
Sin hacer caso sujeté sus mejillas y me follé su boca hasta el fondo provocándole arcadas hasta que finalmente me corrí en su garganta. La descarga fue muy grande y con dificultad de dos tragos, engulló todo mi esperma entre arcadas de asco por el sabor que tenía mi polla tras habérsela metido por el culo.
  • "Está bien golfa. Me he corrido realmente a gusto, pero ahora tienes que seguir chupándomela hasta que esté preparada de nuevo para metértela por este conejito", le dije mientras con mi mano derecha sujetaba su entrepierna.
  • "¡Nngo, pod favod, basta nnya!", dijo con la boca llena de mi polla.
  • "¡He dicho que no pares!. Además tengo otra sorpresita. Ábrete bien de piernas puta", dije mientras hacía un gesto a Vanesa señalando en medio dilatado ano de su madre.
Vanesa entendió el gesto a la perfección y sin hacer nada de ruido, se acercó hasta su entrepierna. Sue no se dio cuenta de la presencia de su "segundo violador" hasta que la polla de plástico penetró su culo sin avisar. El grito se tuvo que oír desde dos manzanas, a pesar de que su boca seguía llena con mi polla.
  • "Calla puta, que ahora lo tienes bien dilatado y mi amigo necesita también probar tu trasero", pero Vanesa había sido tan brusca que había clavado su polla hasta el fondo del culo de su madre sin lubricar. "Deja de quejarte que te arreo, guarra".
Sue aguantó como pudo las embestidas de su hija mientras yo seguía follandome su boca hasta volver a tener una buena erección. Eso ocurrió a los pocos minutos, después de los cuales me tumbé en la cama y coloqué a Sue sobre mi polla, penetrando por primera vez su vagina, que estaba pringada de mantequilla, por lo cual permitió la entrada de mi polla sin dificultad. En esa postura de sándwich Sue tenía aún más fácil la violación anal de su madre. Los dos bombeamos durante 30 minutos los agujeros de Sue hasta que tanto Vanesa como yo nos corrimos. Yo descargando mi leche en su interior y Vanesa ahogando sus gemidos para evitar ser reconocida por su propia madre.
Cuando terminamos, ordené a Vanesa que abandonara la habitación, me vestí dejando a Sue en la cama desnuda y humillada, recogí todo el equipo de video y antes de marcharme cogí el dinero que Sue me había prometido del cajón de la cómoda y corté sus ataduras de las muñecas advirtiéndole que no se desatara ni descubriese sus ojos hasta pasados 15 minutos.
  • "Adiós puta chinita. Que sepas que a partir de ahora si me apetece follarte lo haré cualquier día porque he grabado todo lo que aquí ha pasado y estoy seguro que a tu maridito no le gustaría saber que le pones la cornamenta con muchos", le dije poco antes de cerrar la puerta y despedirme.
Me despedí de Vanesa que estaba asqueada por haber oído a su propia madre contar como le era infiel a su querido papa y le dije que estaríamos en contacto a lo cual respondió:
  • "Sí, mi amo, lo que tu mandes. Gracias por haberme dejado follar a mi madre".

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