lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (VI)

La violación de Sonia
Dado que Sonia sólo iba a estar con nosotros unos días, no quería que nos viese la cara para evitar que nos denunciase. Por tanto, tenía preparadas unas gafas de nadador de piscina muy pequeñitas que había pintado por dentro con pintura negra, de forma que no se veía absolutamente nada con ellas. Había elegido las más pequeñas, de forma que no se moviesen de su cabeza salvo que se las quitase con la mano, cosa que por supuesto no le dejaría hacer. Le coloqué las gafas bien apretadas, metiendo la goma bajo su pelo, para que no le molestase por encima del pelo.
Una vez así, comencé a tocar sus tetas desnudas, que aún no había visto. Primero quería tocarlas para imaginarme como serían. Eran en verdad, más grandes que las de Vanesa y por supuesto mayores que las de Elena. También eran menos firmes, pero su tacto era increíblemente suave. Los pezones los tenía durísimos y grandes, o sea que fui a por una cadenita con dos pinzas que tenía guardada. Era una cadenita para enganchar de pezón a pezón y la presión de la pinza era regulable de forma que podía hacer realmente daño, como si estuviese una boca permanentemente mordiendo el pezón. No había utilizado este elemento con mis dos esclavas anteriores. Antes de ponérselo, le di la vuelta y observe que sus pechos eran muy bonitos. Tal vez no tan bonitos como los de mi Vanesa, pero realmente más grandes. Dará gusto ver como se mueven cuando me la folle a cuatro patitas como a una perra. Le coloqué la cadena, regulando las pinzas a una presión media, lo cual Sonia por supuesto no notó ya que estaba anestesiada. Habrá que ver la cara que ponga al despertar.
Después de eso, le quité la malla blanca que llevaba como pantalón, dejando a la vista la parte de delante de un precioso tanga blanco de encajes. Su pubis estaba muy abultado bajo el tanguita aunque no salía ni un solo pelo por fuera de la braguita. Elena había hecho buen trabajo. Le di la vuelta y observé que su culo era increíble. Me parece que iba a disfrutar de lo lindo follándome semejante maravilla de culo. Era algo mayor que el de mis dos esclavas, pero igual de precioso o incluso más. Además su tono café con leche lo hacía si cabe más apetecible aún. Aunque el tanga no me dificultaba acariciar su culo, la desnudé completamente dejándola únicamente con sus zapatillas de deporte puestas, para que no pisara el suelo de la bodega. Tumbada boca abajo, abrí ligeramente sus piernas para poder meterle mano al coñito y comencé a acariciar su culo y su coño. Estaba alucinado del bombón que tenía delante. No sé porque tuve la sensación que después se confirmaría que la chica era también virgen, tanto anal como vaginalmente. Mis dos esclavas terminaron su trabajo y se quitaron los delantales, sentándose a mi lado completamente desnudas.
  • "Vamos a hacer de todo con esta puta negrita, o sea que no debemos dejar que nos vea. Por eso le he puesto esas gafas. No se os olvide nunca".
  • "Vale mi amo", respondieron ambas a la vez.
  • "Elena, creo que voy a dar a esta puta negrita la misma iniciación que te di a ti. ¿Qué te parece?".
  • "Bien mi amo. Yo no lo recuerdo porque estaba dormida, pero por los dolores que tenía al levantarme, me imagino que me la metiste por detrás no sé si tu polla o un consolador. ¿Es así?".
  • "Así es pequeña. Fue mi polla. Te coloqué sobre el potro y te follé el culo por primera vez. Es la mejor forma de saber si dilata bien o no, ya que como el cuerpo no nota dolor, no se hace por contraerlo".
  • "¿Os parece su probamos el culo de la negrita?".
Ambas asintieron. Realmente ambas estaban excitadas, en especial Elena, que no perdía detalle de cómo masajeaba el culo de Sonia.
  • "Vamos a lubricar el culito de esta putilla, no vaya a ser que la primera vez que se lo follamos se lo vayamos a romper. Elena, ponte de pie un momento". Elena obedeció sin rechistar y se puso de pie a mi lado.
  • "Eso es, quiero usar tus jugos para lubricar el culito de la negra", dije mientras introduje 2 dedos en el empapado coñito de Elena. Ante eso Elena lanzó un gemido de placer. "Tranquila, que ahora no te toca a ti, no seas putilla".
Con los dedos empapados en los jugos vaginales de Elena, los dirigía al culito de Sonia.
  • "Abrid bien las nalgas de esta puta". Las dos obedecieron y tirando cada una de una nalga, abrieron al máximo el culo de Sonia, lo cual yo aproveché para lubricarlo y meterle los dos deditos.
Realmente estaba apretado el esfínter de la adolescente, pero mis dedos entraron bien hasta el fondo. Sin más preámbulo, tras lubricar con los jugos de Elena un poco el agujerito, casi tumbado encima de la niña, metí toda mi polla hasta el fondo de ese culito. Entera de una sola vez. Hasta que mis huevos tocaban su coñito, como a mí me gustaba.
  • "Dios, que maravilla de culo tiene esta putita. Es realmente estrechito también, pero yo creo que no tanto como el tuyo Vanesa. Vosotras poneos ahí delante. Os concedo el permiso de que os hagáis un 69 las dos mientras me follo a esta pequeña golfa".
Las dos obedecieron encantadas y comenzaron a devorarse los dos coñitos delante de mí. Vanesa en el suelo y Elena encima de ella. La escena era increíble. Dos preciosidades comiéndose enteritas delante de mí, mientras yo hundía mi polla una y otra vez en el culo de una negrita adolescente a la que ni siquiera había dicho una palabra.
Primero se corrieron ellas 2 veces, pero yo seguí follando y follando ese culo hasta que exploté completamente dentro de ella. Me corrí dentro de ese culito en lugar de en su boca, como hice con Elena, pero ya habría tiempo para eso también. Para correrme, me puse de rodillas sin sacar mi polla de su ano y sujetándole por las caderas con fuerza, me corrí dentro de ese culito que después sabría que era virgen Mientras me corría me di cuenta que estaba empezando a despertar, pues estaba empezando a emitir callados gemidos de dolor a la vez que contraía su esfínter anal, dándome a mi más placer si cabe, al apretar más mi polla. Una vez terminé con mi orgasmo, limpié mi polla en el pelo de Sonia y ordené a mis dos esclavas que la dejasen atada en las argollas del suelo. Les ordené que le atasen mirando hacia el suelo, los codos juntos por delante con unas ataduras al suelo y las muñecas también atadas juntas, de forma que quedaba con la cabeza incorporada como si se estuviese levantando del suelo. Coloqué una barra atada en un extremo a sus ataduras de las muñecas y en el otro a un collar de cuero que puse en su cuello, de forma que no pudiese alcanzar con las manos a tocarse la cara y por tanto a quitarse las gafas que no le dejaban ver nuestras caras. Pasamos una cuerda por su cintura atándola al suelo y otra alrededor de cada uno de sus tobillos, abriendo sus piernas un ángulo de más de 120 grados. De esta forma podría penetrarla fácilmente por sus tres agujeros sin que se moviese, lo cual por supuesto iba a hacer en breve.
  • "Donde, donde, ... estoy. No veo. ¿Quién hay ahí?", comenzó a despertar Sonia.
  • "Bueno, negrita, más vale que seas una niña buena ni no te pongas tonta. Estas en un sitio donde vamos a jugar con tu cuerpo hasta cansarnos Te vamos a follar como nos apetezca, y vas a ser nuestra esclava por un tiempo. Puedes optar por relajarte, obedecer y disfrutar, o resistirte. Hagas lo que hagas, jamas te quites las gafas y evitaras vernos las caras. ¿Esta claro?". Mientras yo hablaba, ella comenzaba a agitar su cabeza intentando moverse.
  • "Por favor, ¿qué es esto?, ¿dónde estoy?. No veo. Dejadme marchar, por favor", comenzó a sollozar Sonia, todavía sin comprender demasiado lo que le pasaba y tratando de liberarse de sus ataduras moviendo su cuerpo en la medida de lo posible.
  • "Será mejor que te estés quieta negrita. No te preocupes por tu vista. Simplemente no ves porque tienes unas gafas oscuras para que no nos veas a nosotros. Es por tu bien".
  • "¡¡No, Dios, no!!, ¿Qué me habéis hecho?. Dejadme marchar, cabronazos. No me hagáis nada. Mi padre tiene mucho dinero y os dará lo que pidáis, pero no me hagáis nada".
  • "Vaya, vaya, resulta que la negrita es millonaria. No te preocupes negrita, que lo que te vamos a hacer no se compra con dinero en ningún sitio. No es posible encontrar una putita adolescente como tú y con ese cuerpo tan delicioso".
  • "Soltadme cabrones. No se os ocurra tocarme hijos de puta".
  • "Vaya, veo que la puta negrita esta tiene mala leche. Bueno, algo creo que algo de ti ya lo he probado, y desde luego pienso seguir. ¿No notas nada putita?".
  • "Maldito cabronazo", dijo entro sollozos por la humillación que sentía, más que por el dolor. "Me duele el culo. ¿Qué me habéis hecho?. ¿Estoy desnuda?. Cabrones muertos de hambre. Os he dicho que mi padre pagará un buen rescate por mí. Soltadme, bastardos.".
  • "Tú ¿qué crees que te hemos hecho, zorra?".
  • "Hijo de puta", dijo con una gran rabia. Estaba claro por su tono de voz, que Sonia estaba humillada pero ni mucho menos se había rendido como mis otras dos esclavas. Iba a ser muy difícil domesticar a esta tercera esclava.
  • "Te he hecho una pregunta, zorrita. No te vuelvo a repetir más una pregunta. Cuando yo pregunte, tu responderás con la verdad y añadiendo siempre un ‘mi amo’ al final de la frase. ¿Qué crees que te hemos hecho?". Hice un gesto a Elena para que me trajese el látigo de cuero, porque me parecía que esta cría necesitaba un poco de disciplina de verdad".
  • "Vete a la mierda cabronazo violador", respondió con un tono de voz de auténtico odio.
  • "Bueno, como quieras. Aquí las cosas se hacen por las buenas o por las malas. Cuando te parezca me respondes a la pregunta que te he hecho". Y al terminar la frase hice un gesto a Elena para que descargase un latigazo bastante fuerte sobre sus negras nalgas, que le pillo totalmente desprevenida y la hizo lanzar un enorme alarido de dolor. "¿Te das cuenta, negrita?". La ordené continuar descargando el látigo sobre sus nalgas, dos, tres, cuatro,...., dieciséis veces. Mientras ella seguía gritando todo lo fuerte que podía. "Tú sabes como parar esto negrita, o sea que tu verás". Diecisiete, dieciocho, ...
  • "¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAhhhhhhhhhhhhh, baaaaaasta, nooooooo!!!!!!!!".
  • "Responde a mi pregunta zorrita o te voy a dejar el culo en carne viva". El látigo seguía cayendo sobre las preciosas nalgas de Sonia, dejando una marca roja a cada golpe.
  • "¡¡¡Está bieeen!!!!. Sí que se lo que me habéis hecho. " Dijo Elena con los ojos completamente llenos de lágrimas. Ordené a Elena que parase el castigo.
  • "Muy bien negrita, explícanoslo, y recuerda añadir la coletilla de ‘mi señor’".
Sonia se sentía terriblemente humillada por tener que hacer lo que le había ordenado.
  • "Me duele atrás como si me hubieseis metido algo,..., mi señor", gimoteó entre sollozos.
  • "¿Qué crees tu que te he metido por detrás?."
  • "No lo sé. Tal vez un dedo o incluso dos,..., mi señor".
  • "Aclara eso de por detrás".
  • "Pues... mmhhh, por mi culo, mi señor".
Tanto Vanesa como Elena reían maliciosamente según iba arrancando las palabras a Sonia, que le hacían sentir tan humillada.
  • "¿Y por qué crees que yo voy a meterte dos dedos por tu culito negro?".
A medida que iba hablando la cría yo me iba excitando más y más y mi polla estaba durísima y pidiendo volver a penetrar a la chica. Antes de hacer eso, decidí darme un pequeño placer mientras hablaba con ella e hice un gesto a Vanesa para que me fuese haciendo una mamadita mientras yo hablaba. Una mamadita muy lenta para tenerme a tope sin hacer que me corriese. Vanesa por su puesto obedeció enseguida y se metió mi polla en su estrecha boca sin mi ayuda y comenzó a jugar con su lengua en mi capullo lentamente. Se introducía mi polla completamente en su boca, tocando con sus labios mis huevos, para luego sacarla lentamente y lamerme el capullo como si se tratase de un helado.
  • "Pues no lo sé. Supongo que te excitará verme indefensa y te gustará hacerlo, mi señor". Dijo Sonia sollozando nuevamente.
  • "¿Y si te digo que no han sido dos dedos, que creerías que te he medido, pequeña?".
  • "¡¡Basta por favor!!. Déjame marchar. Mi padre pagará un rescate por mí y yo jamás diré nada de esto. Por favor no me hagáis nada. Por favor...".
  • "Bueno, veo que no has aprendido mi lección de antes pequeña negrita, y no respondes a mis preguntas. Ya que no quieres responder a mi pregunta, pues te voy a demostrar lo que te hice antes mientras estabas dormida".
  • "¡¡¡¡¡Nnnoooooooooo!!!!!, no me toques. No me hagas daño por favor. ¡¡¡Soy virgen, por favor, no me toques!!!".
  • Ignorando las súplicas de la niña, ordené a Vanesa que parase con su fantástica comida y me sitúe de rodillas detrás de Sonia, entre sus piernas. Podía ver perfectamente su coñito entre abierto y su culito ya completamente cerrado tras mi anterior penetración. Sus nalgas seguían bastante rojas, pero de todas formas el castigo no había provocado ninguna marca permanente en tan delicioso culo. Con mis manos comencé a sobar el culo de la niña, que inmediatamente al sentirme se agitó y gritó todo lo alto que pudo para que le dejase. Rogó y suplicó que no le hiciese daño, pero estaba totalmente dispuesto a meter a esta negrita orgullosa en cintura. Con un dedo unté un poco de vaselina en el año de Sonia.
  • "¡No por favor. No me hagas eso!. Soy virgen y me vas a destrozar", gimoteaba la niña mientras mi dedo entraba y salía de su culito dejándolo perfectamente lubricado para mi polla. "Te lo pido por favor no me hagas eso!".
  • "Ahora te voy a demostrar pequeña lo que te hice mientras dormías. A ver si así es más fácil que me expliques lo que sientes. ¿Sabes lo que estoy a punto de hacerte?", pregunté mientras sacaba mi dedo del ano de Sonia y posicionaba mi polla justo enfrente de tan estrecho agujero.
Antes de que ella pudiese responder, comencé a empujar, para volver a penetrarla por el culo. Mi polla enfilaba su estrecho esfínter mientras ella se retorcía en sus ataduras mientras gritaba y apretaba el culo para no dejar entrar a su nuevo ocupante.
  • "Eres estrecha de verdad, pequeña. Voy a tener que trabajar este agujero a conciencia para dilatártelo de verdad y que te pueda follar por aquí un regimiento de soldados. ¿Sabes ahora lo que te estoy haciendo o te sigue dando vergüenza admitirlo?".
Sonia apretaba cuanto podía su ano, pero mi posición era excelente para la penetración, por lo que lo único que conseguía era que la penetración anal fuese más dolorosa y mi placer más fuerte por la enorme estrechez de su agujerito. Empuje hasta notar mis huevos golpear su coñito, por lo que le metía la polla hasta el fondo del culo. Sus gritos eran increíbles y sus lagrimas por la humillación más que por el dolor no dejaban de caer.
  • "Me estas dando por el culo, mi señor. Eso es lo que estas haciendo ahora mismo. Me estas follando por mi culo", afirmo entre sollozos. "Te lo ruego. Por favor, para. Me estas destrozando".
  • "No te estoy destrozando. Antes he comprobado que aunque eres estrecha, tu culito soporta perfectamente mi polla, o sea que no te preocupes que no te voy a romper el culo. Descríbeme ahora lo que te estoy haciendo y lo que te parece, negrita".
  • "Mi señor, me estas violando por el culo y yo no me puedo mover", dijo lloriqueando. "Me has desvirgado por detrás y noto como si un obús en lugar de tu polla me estuviese llegando a las entrañas. Noto tu polla como golpea en mi interior y noto mi ano dilatado hasta el punto que parece que se me va a rasgar. Me duele muchísimo. Por favor, basta te lo ruego".
Mis movimientos siguieron y siguieron sin atender a sus súplicas y sus lloros. A cada empujón que le metía, gritaba y rogaba que parase de una vez, pero estaba totalmente dispuesto a follarme ese culito negro a placer. Me tumbe completamente encima de ella y con las dos manos cogí sus deliciosos pechos que estaban aplastados contra el suelo. Mis movimientos se aceleraron y en varias ocasiones sacaba completamente mi polla para volvérsela a introducir. Elena miraba excitadísima con la polla de plástico puesta, esperando su turno de follarse a su amiga, mientras Vanesa tampoco se perdía detalle, aunque parecía compadecerse Sonia, a la que estaba violando analmente sin compasión.
  • "Basta mi señor, por Dios, no puedo más. Basta".
  • "Calla de una vez zorra, que estoy a punto de correrme. ¿Cómo quieres que lo haga?". Mientras seguía penetrando hasta el fondo su aun estrechísimo culo y escuchando como mis caderas golpeaban con sus nalgas a la vez que sus gemidos salían por su garganta.
  • "No sé por Dios, basta ya,..., mi señor". "Soy virgen, por favor, no me penetres por delante".
  • "¿Has comido alguna vez una polla, negrita?", le pregunté.
  • "Sí mi señor. Es lo único que ya he hecho".
  • "¿Y te has bebido la leche?.
  • "No por Dios, eso no. Por favor mi señor, no me hagas eso. No lo soportaré. Me da muchísimo asco".
  • "¿Tú crees?" y sacando mi polla repentinamente de su culo, me puse delante de su cara y obligándole a abrir la boca, lancé toda mi corrida en su interior.
Con arcadas de asco, Sonia dejó caer al suelo toda mi corrida e incluso escupió varias veces para quitar el sabor de su boca. Daba la sensación de que iba a vomitar, pues las arcadas continuaban.
  • "Vaya negrita, como vuelvas a tirar una gota de mi leche al suelo te voy a castigar a base de bien. No quiero que dejes caer ni una sola gota la próxima vez. Quiero que te lo tragues todo como una buena glotona".
  • "Hijo de puta de mierda. Como me vuelvas a hacer eso te acordaras de mi cabronazo", afirmo Sonia totalmente enrabietada con mi violación anal y sobre todo con mi corrida en su boca.
  • "Joder negrita, me parece que sigues sin querer aprender por las buenas. Pues nada aprenderás por las malas. Ya lo verás".
Me arrodille a su lado y con las dos manos empecé a sobar sus nalgas. La verdad es que tenía un culo increíblemente firme y durito, como a mi me encantaban, pero era una pequeña muy rebelde, que habría que domar. Con una mano en cada nalga, abrí su culo para comprobar el estado de su ano, que se veía un poquito dilatado por mis penetraciones, pero en perfectas condiciones para seguir recibiendo un poco más. Hice un gesto a Elena que entendió perfectamente. Le di permiso de follar el culito de su amiga Sonia. Elena se puso entre las piernas de Sonia y enfiló su polla de plástico hacia en estrecho ano de Sonia, que tan pronto notó que iba a ser violada nuevamente, comenzó a lloriquear nuevamente.
  • "¡¡No por favor, no puedo más no me lo volváis a hacer, no ...!!".
  • "Te he dicho ya varias veces que cuando hables llames a las cosas por su nombre, negrita, sino no te entendemos. Ya te dije que te iba a dejar el culo preparado para que te lo follase un regimiento de soldados sin problema".
  • "Dejadme cabrones. ¡¡¡Por favor no me volváis a follar el culo!!!. Por favor. Dejadme. ¡¡¡Aaaaayyy!!!". La polla de plástico de Elena comenzó a entrar milímetro a milímetro en el culo de Sonia, mientras sus quejidos e intentos de liberarse de sus ataduras continuaban.
Yo permanecía abriendo a tope las nalgas de la niña, para facilitar la penetración de la polla de Elena sin lubricación.
  • "No olvides lo de ‘mi señor’ en cada frase, negrita, que sino el castigo posterior será más grande de lo que va a ser".
La polla de Elena se hundió completamente en el culo de Sonia, que no dejaba de gritar por la nueva dilatación de su desacostumbrado esfínter. A Elena, los gritos de su compañera le ponían más y más cachonda, o sea que se empezó a mover rápidamente, lo cual hacía que su clítoris se excitase. Yo mantuve varios minutos las nalgas de Sonia abiertas para facilitar el paso del consolador. Cuando ya entraba con más facilidad, solté sus nalgas y deje a Elena que se divirtiese sola. La violación de Elena a Sonia fue incluso más fuerte que las mías, pues tardo no menos de 25 minutos en correrse, en los cuales no paró de follarse el culo de la chica hasta el fondo de su consolador. Vanesa viendo la escena, me pidió permiso para masturbarse, lo cual por su puesto se lo concedí. No me atreví de momento pedir a Sonia que le comiese el coñito, porque todavía no la dominaba lo suficiente para asegurar que no le haría daño a mi chinita, pero ya llegaría el momento. Cuando Elena terminó, su cara de satisfacción era evidente, así como el enorme e increíble sentimiento de humillación que sentía Sonia al haber sido violada analmente nuevamente y esta vez por una mujer.
  • "Bueno negrita, ¿qué tal estas ahora?, ¿cómo tienes el culito?".
  • "Por Dios os lo ruego dejadme marchar, ... mi señor. No soporto el dolor. Me duele el culo. Creo que me lo habéis reventado. No diré nada por favor, pero dejadme ir, mi señor". Esta vez si se acordó de añadir ‘mi señor’ a su respuesta, junto con sus llantos.
  • "No tengas prisa negrita, todavía tienes que aprender más y hacernos gozar mucho más".
  • "Por favor, no puedo más", lloraba desconsolada Sonia, más por la humillación que por el dolor en su culo, que comprobé no estaba en absoluto desgarrado, sino simplemente bastante dilatado.
  • "Además te mereces un castigo por los insultos que me dijiste antes. Tu no tienes ningún derecho aquí, negrita. Solo tienes la obligación de satisfacerme sexualmente a mi y a quien yo te ordene".
  • "Mi señor, creía que el castigo era la penetración que acabo de sufrir. Por favor no me hagáis daño. Por favor os daré todo lo que tengo, pero no me hagáis nada más. No lo soportaré".
  • "Vamos allá,...".

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