lunes, 1 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (IX)

Después de dejarlas dormir durante unas 8 horas, bajé a la bodega, donde vi que las tres estaban completamente dormidas. Decidí hacer algo que no había hecho todavía, pero que me apetecía. Iba a despertar a la negrita de una forma especial. Me acerqué sigilosamente a donde permanecía atada desde el día anterior, con sus piernas completamente abiertas, dejando a mi disposición sus dos agujeros y me escupí en la mano, para lubricar un poco mi polla, que estaba totalmente erecta. Sin tocar su cuerpo, me sujeté la polla apuntándola a su ano y comencé a empujar con fuerza. Su ano estaba muy relajado, ya que dormía profundamente, o sea que lo pude penetrar con facilidad. Tardó unos 3 segundos en despertar con un gemido, que se transformó en grito cuando mi polla llegó hasta el fondo de su culo, con mis huevos golpeando sus preciosas nalgas. En ese momento, noté como trataba de contraer su esfínter, apretando mi polla con gran fuerza. Esta presión me provocaba una excitación más grande si cabe, porque se parecía al culo de mi chinita cuando lo penetraba.
  • "Quieta zorrita, no te muevas tanto que es peor para ti. Cuanto más aprietes el culo es peor para ti".
  • "¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!. ¡¡Nnnoooo!!. ¡Basta!, por favor mi amo, no me vuelvas a hacer eso. ¡No lo soporto, noooo!.¡¡¡¡Aaaayyyyy, mi culo, que dolor!!!!.
  • "No será para tanto, negrita. Además grita lo que quieras, porque me voy a follar tu culito quieras o no".
Mis movimientos eran lentos, para gozar de la gran presión que hacía con su esfínter en mi polla, que entraba hasta el fondo y casi salía completamente de su agujero. De esta forma además podía tardar más en correrme. Estuve follándome su culito de esta forma al menos 25 minutos, en los que sus quejidos de dolor no cesaron.
  • "Soltad las ataduras de la negrita, quiero ver cómo se mueve cuando la doy por el culo".
Elena y Vanesa obedecieron y en 2 minutos, Sonia estaba libre de ataduras en la butaca, pero mantenía sus piernas completamente abiertas, y con sus manos lo único que hacía era ponerlas sobre mi estómago, como tratando que no metiese tan al fondo mi polla por su agujero trasero.
  • "¿Le vas cogiendo el gusto a esto negrita?.
  • "Por favor, basta, mi amo. Me duele mucho y tengo miedo.¡¡Bastaaaa, por favor!!.
Ordené a Elena que se pusiese la polla de plástico y se tumbara en el suelo. Quería hacer un sándwich con la negrita, antes de despedirla. Le saqué la polla de su culo, ante lo cual dio una especie de suspiro de alivio y la cogí como los padres cogen a sus nenas para mear en la calle, con las piernas completamente abiertas. De esta forma la lleve hasta donde estaba tumbada Elena, para clavar su conejito en el consolador. La polla de plástico entró sin problema por el coñito de Sonia a pesar de sus ruegos en cuanto lo notó. Yo me coloqué detrás de Sonia, que recibía ya los movimientos de la polla de Elena en su coñito. Apunté mi polla a su culo y comencé a empujar con fuerza.
  • "¡¡¡¡¡Nnnnnnooooooo!!!!. Por Dios esto es demasiado. No me hagáis eso ahora. ¡¡Me vais a reventar!!. ¡¡No lo soportoooooooo!!. No me cabe, por favor mi amo. No me hagas eso, me vas a destrozaaaaaar.
Según terminaba de quejarse Sonia, mi polla volvió a vencer la resistencia de su ano y se clavó en su interior.
Durante al menos otros 20 minutos estuvo recibiendo los movimientos de mi polla y la de Elena simultáneamente. Notaba perfectamente el movimiento de la polla de Elena rozando con la mía a través del interior de Sonia.
  • "Además ahora para rematarlo pequeña negrita, tienes que comer el coñito de una amiga mía. Además más vele que te apliques, porque ella quiere correrse y sino, te voy a tener que castigar".
Mientras decía esto ordené a Elena que se pusiese delante de Sonia abriéndose los labios con la mano, para que la lengua de ella tuviese facil acceso a su clítoris.
  • "Por favor mi amo, no puedo aguantar. Me estáis destrozando. Te lo suplico. Para por favor. No podré hacer nada a tu amiga. Además no lo he hecho nunca y creo que me dará asco".
  • "Como el coño de mi amiga pequeña zorra, que si no te vas a enterar lo que es que te cabalgue el culo con ganas" y mientras decía esto, le agarraba con mi cintura para introducir totamente mi polla en su culo,
  • "¡¡¡Esta bieeeen!!!, pero no me hagas tan fuerte, por favor mi amo. Dijo lloriqueando.
  • "Con tu culo hago lo que quiero. Es mío y lo tengo a mi disposición. Que te quede claro, zorrita".
  • "Sí mi amo lo tengo claro. Ya me lo has demostrado al desvirgármelo, pero no me folles tan fuerte te lo suplico", y comenzó a lamer rápidamente el clítoris de Elena que se lo estaba pasando en grande.
Finalmente, primero Elena, luego Vanesa y luego yo, inundando su intestino, me corrí. Al de unos minutos, cuando mi erección había bajado, desempalé su culito y le puse la polla en la boca para que la limpiase.
  • "Limpiame la polla perfectamente, pequeña".
Sonia, a pesar de que le daban arcadas por el sabor de mi polla recién sacado de su propio ano, chupó hasta dejarme la polla totalmente limpia.
  • "Está bien, pequeña negrita. Creo que ya te he dicho que eres una gran mamona, pero me ratifico en lo dicho. Levántate y siéntate en esa silla, acoplando tu coñito en condiciones". Como ella tenía los ojos tapados, ordené a Elena que le ayudase a sentarse. Evidentemente se trataba de mi silla para esclavas, con el consolador eléctrico, que Elena hizo que entrase perfectamente por su coñito para poder sentarse. Sonia gimió mientras el consolador se alojaba en su interior. Tan pronto se sentó, puse en marcha el consolador en la velocidad media.
  • "Bueno, en estos dos días has sido una chica bastante buena, pero tengo que hacer un trato contigo. Quiero que sigas siendo mi esclava durante tu libertad, y para ello te propongo una cosa".
  • "Aaaaaahhhhh, Dios, esto es demasiado. Por favor, para esto mi amooooo".
  • "Tu habla y disfruta, pequeña"
  • "Dimeeeee ese tratoooo".
  • "Pues yo te libraré de ese Sr. Roberts al que odias, pero a cambio serás mi esclava sexual cuando te lo pida durante los próximos 6 meses. Te daré placer y tú me lo darás a mí, siendo mi esclava sexual, para todos mis juegos".
  • "Aaaaaaaaaaaah". Sonia se corrió nuevamente. "Mi amo, no sé que decir. Pero si te ruego que me libres del Sr. Roberts, sino cualquier día le mataré".
  • "Lo haré, pero no olvides tu parte del trato. Si quieres que te quite de encima a ese novio tuyo, lo haré también. Me da igual si prefieres seguir comiéndole la polla a él y a todos sus amigos, pero antes de que él o cualquiera se folle tu coñito o tu culito, me debes pedir permiso. Además te voy a regalar una cosa, que cuando llegues a casa quiero que veas, para convencerte de lo que hablamos. Si no estás segura de ello, igual debes enseñárselo a tus amigos después de verlo tú. Seguro que cambian la idea que tienen sobre ti". Guardé en su bolso una copia de una cinta de video, con la escena del día anterior en la cual Sonia contaba una historia mientras me mamaba la polla y luego nos la follábamos. "De momento voy a apuntar tu número de móvil y de casa, de forma que cuando yo te llame podamos quedar".
  • "Mi amo, no se, ..., es que me da mucha vergüenza, pero no se. Bueno, ya me llamarás. Por favor, déjame levantar. Tengo la vagina en carne viva y no puedo más".
  • "Tengo tu número de móvil. Todas mis comunicaciones serán por mensajes escritos, que tu una vez leídos responderás con un mensaje de OK. ¿Entendido todo?".
  • "Sí mi amo".
Estaba claro que Sonia dudaba sobre mis intenciones, pero mañana mismo llamaría a esta tal Roberts, al cual daría un susto de muerte y sin duda no volvería a llamarla jamás. Además en cuanto viese ese video, seguro que por miedo a que yo lo mandase a sus amigos o padres, ella accedería, al menos de momento a todos mis caprichos sexuales.
Después de tenerla 2 horas sentada en la silla con el consolador en marcha, ya no se sabía si gemía de dolor o se trataba de un orgasmo continuado, porque no paraba de gritar y morderse las manos. La ordené levantarse y volverse a sentar introduciéndose el consolador por el culo. La costó bastante, pero obedeció y finamente volvió a quedar sentada en la silla.
  • "Muy bien, negrita. Veo que tu culito se ha dilatado un poco".
  • "Creo que si mi amo, porque no me ha hecho daño ahora al meterme esto por detrás, pero por favor, no le des marcha, que me puedes hacer daño, ya que es muy largo".
  • "Me parece que estas disfrutando ya con esto. Tú tranquila. La última prueba que tienes hoy es similar a la de tu iniciación. Mientras el consolador eléctrico se mueve en el interior de tu culito, me tienes que hacer dos mamadas, tragándote hasta la última gota. Una vez lo consigas te liberaré". En ese momento conecté el vibrador a velocidad media, ante lo cual Sonia se estremeció y gritó por el dolor del vibrador perforando su esfínter anal. "Come esto preciosa", le dije mientras le ofrecía mi polla.
Sonia me la comió sin rechistar, gimoteando por los movimientos del vibrador en su culito. Mi polla desaparecía completamente en su boca una y otra vez hasta que me corrí en su interior. Ella tragó sin rechistar mi leche, y continuó comiéndomela hasta que nuevamente se puso lo suficientemente tiesa para hacer que me corriese de nuevo en su garganta.
  • "Chica, cada vez la chupas mejor. Eres fantástica".
  • "Gracias mi amo, pero para esto por favor. No puedo más".
Así lo hice. Pare el vibrador, dormí a Sonia con un dardo y ordené a Elena que la devolviese a su casa, lo cual hizo en poco más de 1 hora, tras lo cual volvió a la bodega.
El tiempo de mis dos esclavas ya se estaba terminando también, o sea que tenía que ir pensando en soltarlas para que sus padres pensasen que volvían del viaje de EEUU sin novedades especiales.
Había llegado el día de la liberación. Habían sido 3 semanas de placer para mí, violando de todas las formas a mis dos adolescentes sumisas, con la mayoría de edad recién estrenada. Su grado de sumisión era tal que no tenía duda de poder abusando de ellas durante un tiempo. Sería para mi un inmenso placer llamarlas de vez en cuando para follarmelas o para encularlas en cualquier sitio. No todos los hombres tienen acceso a tres preciosidades como estas para someterlas a todas sus perversiones.
Esa misma tarde las dije que se sentaran en las sillas con consolador eléctrico clavado en su coñito y tras activarlo, comenzó la despedida.
  • "Bueno pequeñas, esto llega a su fin. Ha sido para mí un placer disfrutar de vuestros cuerpos durante estos 20 días en los que espero que hayáis aprendido a ser buenas y obedientes. A partir de ahora sois libres, pero debéis saber que yo sigo siendo vuestro amo y si os portáis mal, tendré que someteros a un nuevo tratamiento como el que habéis tenido. A partir de hoy seréis mis esclavas para todo lo que yo quiera. ¿Esta claro?"
  • "Si mi amo", respondieron ambas al unísono.
  • "Todas las grabaciones que he hecho durante estos días no saldrán de mi casa si sois buenas. Si sois malas igual me da por regalarlas por ahí, pero estoy seguro de que seguiréis siendo tan sumisas como estos días. Esta claro pequeñas".
  • "Sí mi amo", respondió Elena con cara de estar ya cerca del orgasmo por el consolador activado en su conejito.
  • "Está claro mi amo" dijo Vanesa, "podrás hacer conmigo lo que quieras fuera de aquí, pero por favor, no saques nunca esas cintas. Si mi padre me ve haciendo lo que he hecho me mata y me mete a monja".
  • "No te preocupes, pequeña además tened en cuenta que habéis participado en el secuestro de Sonia tanto o más que yo, o sea que estaremos juntos en esto para siempre. Ahora apuntaré vuestros teléfonos móviles que siempre tendréis abiertos para mí y que si algún día cambias, me lo debéis comunicar unos días antes".
  • "Mi amo, ¿puedo pedirte una cosa?", dijo Elena.
  • "Dímelo. ¿Qué quieres?".
  • "Es que... mi amo, me pusiste los primeros días 3 piercings en los pezones y en el clítoris, que no me has quitado. Te pido permiso para quitármelos y no llevarlos por la calle. Ten en cuenta que cuando mis amigas me vean en la ducha desnuda, harán muchas preguntas y...".
  • "Está bien, puedes quitarte las anillas de los pezones ahora mismo, pero en el clítoris te voy a cambiar esa anilla por un piercing más pequeño, para que puedas andar cómodamente y no se te vea salvo que te abras de piernas como una putilla".
  • "Gracias mi amo".
  • "A ver, ábrete de piernas al máximo que te cambio el del clítoris ahora mismo".
Elena se abrió de piernas totalmente, subiéndolas en la mesa, quedando el consolador totalmente clavado en su vagina, de forma que parecía estar empalada. Evidentemente no se lo quité sin más, sino que la premié con unos chupetones y un buen masaje en su rajita, que la llevaron nuevamente al orgasmo. Una vez se corrió, quité la anilla de plata y coloqué una pequeña barrita con dos bolitas en los extremos, que me costó insertar, pues era más gruesa que la anilla, pero se veía menos. Cuando se lo metí, Elena se quejó levemente porque la hice daño al meter su nuevo piercing. También quité sus piercings de los pezones y me los guardé.
  • "Muy bien, ya puedes bajar las piernas".
  • "Alguna otra cosa quereis".
  • "Sí, yo mi amo", dijo Vanesa justo terminando de correrse. "Te ruego una cosa por favor. Ya te lo he pedido otras veces y no se si lo admitirás, pero te lo pido por favor de nuevo. Te haré todas las mamadas que quieras y te dejaré que me folles cuando y como quieras, pero por favor, respeta mi culo. Me duele un montonazo cuando me la metes por detrás. La tienes demasiado gorda para mi ano".
  • "Me temo chinita, que tu culito es tan maravilloso que no podré reprimirme de follarlo. De hecho me apetece despedirme de él. Bueno, basta ya de placer para vosotras. Levantaros y reclinaros sobre la mesa que os voy a dar por el culo a las dos".
Las dos obedecieron y se levantaron extrayendo el consolador eléctrico de sus vaginas. Se levantaron y se reclinaron sobre la mesa, apoyando en ella los codos dejando sus culos a mi disposición. Por supuesto quería empezar con Vanesa, que era el culo más delicioso, estrecho y favorito de mis tres esclavas. Me acerqué por detrás con mi polla totalmente empinada , lubriqué su esfínter con un poco de saliva y un dedo y de un solo empujón clavé mi polla en el culo de la niña, que se estremeció y estiró de dolor sin decir absolutamente nada. Elena mientras tanto miraba de reojo a Vanesa, como recibía mi polla por su trasero, conteniendo los gritos.
  • "Muy bien chinita. Eres fantástica. No me explico como puedes tener un culito tan apretado y que mi polla entre una y otra vez sin rompértelo. Para que veas que te hago algo de caso en tu súplica, te permito gritar si te hago daño, pero voy a darte por el culo todavía muchas veces. Grita lo que quieras pequeña que no te castigaré".
  • ¡¡¡¡¡"Aaaaaaaaahhhhhhhh!!!!!. No puedo más. No me acostumbraré jamaaaaaaaaaaaaaas".
A cada empujón de cadera mío, que clavaba completamente mi polla en su trasero, mientras sujetaba a la niña por las caderas, arrancaba un grito de dolor de la boquita de mi chinita, que me encantaría silenciar con una buena polla, pero ya habría tiempo para eso. Me encantaba ver como mi polla desaparecía entre las suaves y perfectas nalgas de mi esclava oriental mientras mis huevos golpeaban su coñito, húmedo por el trabajo anterior del consolador. Era realmente increíble que con los gritos de dolor que salían de su boca, su cuerpo no hacía un solo gesto para impedir la penetración anal.
Después de 10 minutos de penetración anal de mi chinita, saqué mi polla y se la clavé en el culo a Elena, que permanecía recostada sobre la mesa en idéntica posición que su amiga. También a Elena le costó recibir al principio mi polla, que hasta la quinta embestida no entró completamente. Elena también gemía de dolor mientras me la follaba por detrás, pero no tanto como Vanesa. Después de unos minutos dándole por el culo me corrí dentro de su trasero, inundándolo nuevamente de blanco esperma, mientras me recostaba sobre ella y cogía sus dos tetas con fuerza. Después de un minuto con mi polla descansando dentro del culito de Elena de la saqué y les ordené que me limpiasen la polla con la boca a las dos juntas. Ambas se fueron turnando para comerme la polla, limpiándola completamente de leche y restos de sus apretados culitos. Lógicamente no pude resistir sin empinarme nuevamente el fantástico lavado de bajos que me estaban haciendo, así que poco a poco mi polla fue recobrando brío hasta estar completamente empinada nuevamente.
  • "Está bien chinita, antes le a tocado a nuestra amiga y ahora te toca a ti recibir mi descarga, pero quiero que sea dentro de tu boquita".
  • "Como quieras mi amo", e inmediatamente abrió la boca, tragando mi polla con dificultad. Finalmente había aprendido a hacerlo.
Fueron 5 minutos de fantástica mamada, tras lo cuales, sujeté la cabeza de Vanesa con las dos manos y me follé su boca como si de un coño se tratase durante 5 minutos, metiendo mi polla completamente en su garganta mientras mis huevos golpeaban en su barbilla. Al terminar esos 5 minutos, me corrí en su garganta, provocando que como siempre, gotas de esperma manasen de sus orificios nasales. Después de haber eyaculado en su boca, esperé un par de minutos con mi polla en su boca antes de sacarla.
  • "Aprieta bien los labios pequeña, que quiero que me salga la polla totalmente limpia".
  • "MMMMmhhhhhhhhhhh", gimió Vanesa apretando al máximo sus labios contra mi polla mientras yo se la sacaba de la boca.
  • "Bueno pequeñas esclavas, ahí os he dejado las bolsas de ropa que trajisteis el primer día. Poneos la ropa que queráis que os llevo a casa. No olvidéis que seguís siendo mis esclavas y que por tanto debéis responder a mis mensajes a vuestros móviles inmediatamente. ¿Está claro?".
  • "Sí mi amo", respondieron ambas al unísono.
  • "Además os doy permiso para que vosotras dos mantengáis relaciones entre vosotras cuantas veces queráis, incluso con otras mujeres. Pero tenéis prohibido mantener relaciones con otro hombre sin pedirme permiso a mi, excepto comer pollitas. Es decir, podéis comer pollitas de vuestros amiguitos si queréis, pero antes de que cualquiera os folle el conejito o el culito, debéis pedirme permiso. ¿Está claro?".
Eso fue lo que hicieron las niñas, tras lo cual les conduje a sus respectivas casas en mi coche blanco disfrazado de taxi, al igual que cuando las secuestré el primer día, ya que habían quedado por teléfono con sus padres en coger un taxi desde Barajas a sus casas ya que nadie podía ir a recogerlas al aeropuerto. Ambas se despidieron de mí con un escueto, "Adiós mi amo" y una sonrisa en la boca, desapareciendo en sus casas. Ahora tendrían que inventar una historia sobre el viaje a EEUU que supongo que sería fácil que los padres creyesen, ya que tanto los padres de una como los de la otra no les solían hacer demasiadas preguntas a sus hijas, demasiado ensimismados en sus respectivos trabajos. Primero dejé a Elena en su casa y luego a Vanesa. Al dejar a Vanesa, su madre salió a recibirla y me dio 10 Euros de propina.
  • "Gracias, señora". Si hubiese sabido que encima de haber violado a su hija por todos sus agujeritos y de todas las maneras, me estaba dando la propina,... . Lo que me impresionó fue la mamá de Vanesa, que como me había comentado la criada de su casa en su día era Japonesa y de ahí los rasgos de mi chinita. Tendría no más de 35 años, sobre 1,65 de altura, vestía un pantalón de chándal y camiseta de tirantes sin sujetador, que dejaba entre ver unas tetas con una forma preciosa y unos pezones grandes y duros. Su culo era digno del de su hija aunque un poquito más grande. La verdad es que me encantaría follarmela, pero bueno, ya veríamos como evolucionaba todo en el futuro. Lo primero que deseaba hacer era ver si efectivamente mis tres esclavas iban a seguir con el juego. Lo que estaba prácticamente seguro es que ninguna iría a denunciarme por miedo o por que eran unas putitas y en el fondo les gustaba.
Cuando madre e hija desaparecieron tras la puerta de su jardín, me marché. Tenía que hacer una visita al bueno del Sr. Roberts, sobre el tema que le había prometido a Sonia. Me presenté ante él como agente de policía de menores y en cuanto le conté con detalle que sabía lo que estaba pasando con una de sus alumnas se le vino el mundo al suelo. Le dije que estaba a un paso de una condena de muchos años de cárcel por lo que había hecho, pero que podía hacer algo para evitar todo a cambio de dos cosas. La primera, que jamás volviese a molestar a mi pequeña negrita y la segunda 10.000 Euros. El Sr. Roberts no tuvo ninguna duda y accedió a ambas cosas, rogándome que la convenciese de no presentar la denuncia. Después de acompañarle al banco a por el dinero, le garanticé que mi parte del trato se cumpliría si el cumplía lo de no molestar nunca más a Sonia y además le devolvía esa misma tarde a ella la foto pornográfica que le pillo en su día junto con una carta manuscrita de perdón y de promesa de no molestarle más.
Esa misma tarde el Sr. Roberts al terminar la clase de la academia, le pidió a Sonia que se quedase un momento y le dio un sobre cerrado con la carta y la fotografía, mientras le pedía perdón y le decía que jamás ocurriría de nuevo.

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