jueves, 4 de agosto de 2011

Culitos tiernos para un jardinero (XXX)

Comienza un nuevo engaño para tres chicas nuevas

Habían pasado ya un par de semanas en que las clases con Gemma y con Elsa habían continuado sin que ocurriese nada reseñable. Un inoportuno cambio de horarios había hecho que siempre que tocaba clases con Elsa estuviese su madre en casa, por tanto las clases se limitaron a unas simples lecciones de matemáticas que la chica en general atendía con poco interés. Lo único que me atrevía a hacer estando su madre en casa es a piropearla a la vez que le cogía por la cintura o le daba una palmadita en el culete. A la chica parecía hacerle gracia y de hecho en más de una ocasión pensé que estaba deseando volver a follar conmigo. Con su hermana Gemma el tema se tuvo que parar también por el mismo motivo, ya que a la hora en que yo estaba con ella, la asistenta estaba haciendo la limpieza de casa. Sin embargo como sabía que al la hermana mayor la gustaba y mucho follar conmigo, le pedía casi todos los días que me hiciese una mamadita a lo cual increíblemente ella accedía sacándomela polla por la bragueta y reclinándose sobre mí. Me encantaban esas mamadas furtivas con la asistenta limpiando por la casa y yo corriéndome en la boquita de la rubia adolescente. Mi forma de devolver el favor a la niña era masajeándola el clítoris por debajo de su falda. Nunca se quiso desnudar por miedo a ser descubierta y que la asistenta contase todo a sus padres. De hecho yo también tuve miedo de pedírselo porque me jugaba demasiado si alguien me ponía una denuncia.
Un día repasando el material que tenía en casa, volvieron a caer en mis manos las fotos que saqué a la hermana pequeña, Elsa cuando estaba tomando alcohol en la calle con unas amigas. Fueron las fotos que utilicé para chantajearla y poder follármela. Al verlas me fijé en algo que hasta entonces no me había fijado. Tres de sus amiguitas del grupo de 8 estaban buenísimas. Con mas curvas que Elsa y las tres algo más altas, vestían ropa ajustada y son seguridad tangas como si fuesen realmente buscando guerra.
Al día siguiente en la clase con Elsa, nuevamente estaba su madre por allí, pero saqué una de las fotos y le pregunté por el nombre de las chicas.
  • "Para qué lo quieres saber, son unas amigas de mi curso en el colegio".
  • "Es solo por saber chica, no seas tonta. Pensé que eran mayores que tú".
  • "No, son de mi edad. Se llaman Arancha, Paula y Ainhoa".
  • "Vale, solo era por saber chica. Es que ayer vi la foto y pensaba que eran amigas de mi hermano, pero no, por su nombre no son las mismas".
  • "Ah, era eso".
La clase terminó con normalidad y volví a casa a pensar en mi siguiente plan. Si tenía éxito, estaba seguro de que iba a ser un vídeo más que rentable para vender por la red, porque las chicas eran una auténtica monada. Conociendo el nombre de las chicas y su colegio, no fue difícil adivinar sus apellidos en incluso sus teléfonos, ya que el colegio publicaba en su página web el anuario, con los nombres y direcciones personales de todas las alumnas. Alquilé una oficina justo enfrente del colegio de las chicas. Era una planta baja, antigua oficina de seguros que estaba totalmente acondicionada. Le dije a la inmobiliaria que no podía pagar fianza, ya que solo necesitaba la oficina durante 15 días, para la realización de unas entrevistas laborales. Finalmente les convencí y firmamos un contrato por un precio muy asequible de 2 semanas de duración. La oficina estaba perfecta, con un enorme ventanal a la calle cubierto por unas cortinas venecianas interiores que ocultaban completamente el interior en caso de ser cerradas. Incluso hice colocar en la puerta una placa con el nombre del colegio, para que pensasen que efectivamente era una oficina perteneciente a su centro escolar.
Al día siguiente de preparar todo el plan, contacté con las 3 chicas por teléfono. Les dije que era el nuevo director del colegio, que sustituía a su antigua directora (obtuve su nombre de la página web del colegio también) y que en mi segundo día en el colegio había llegado a mis manos un tema disciplinario muy importante que tenía que aclararlo con ellas antes de decírselo a sus padres. Les dije que quería hablar con las 3 a la vez y les cité en la puerta del colegio que estaba justo frente a mi oficina a las 11 de la mañana del sábado. El despacho donde iba a recibir a las chicas lo había preparado excelentemente con 5 cámaras en distintos ángulos que grabasen todo lo que ocurriese allí. Desde el interior de la oficina pude ver a las 3 chicas con cara de asustadas que llegaban juntas y esperaban en la puerta donde les había citado, al otro lado de la calle.
A la hora justa, vestido de traje salí de la oficina y crucé la calle observando la ropa que llevaban las chicas. Ainhoa, la más alta de las tres y también la más formada era una monada: morena, pelo muy largo, ojos marrones y vestía un pantalón super ajustado blanco con rayas negras, que hacía parecer su culo un poco más grande de lo que realmente era. Arriba llevaba una camiseta de manga corta blanca ajustada a sus grandes pechos con una chaqueta blanca por encima. Paula era rubia con dos coletas y ojos verdes claros. Era un poco más bajita que Ainhoa, pero con un tipazo acojonante. Vestía un pantalón también ajustado negro y arriba una camiseta un poco escotada que dejaba entre ver sus pechos. Por supuesto las dos llevaban tanga porque si no se les marcarían las bragas en los pantalones tan ajustados. La tercera, Arancha era un poco más bajita, morena con pelo bastante cortito y llevaba un vestido con minifalda azul bastante ajustado. Arriba llevaba una media chaqueta que le tapaba el culo, pero prometía, porque su cara era increíblemente sexy.
  • "Hola soy Adolfo el nuevo director. Sois Arancha, Paula y Ainhoa, ¿verdad?", les dije estrechándoles la mano una a una.
  • "Sí respondieron al unísono", bastante asustadas.
  • "Acompañadme por favor. Perdonar, pero de momento tengo este despacho ya que Aurora no ha recogido todavía todas las cosas del anterior, pero esta oficina me sirve para poder ir trabajando hasta poder coger el despacho de dentro".
Las chicas, posiblemente al ver que el despacho estaba justo enfrente del colegio, y la placa que había en la entrada, se lo creyeron y entraron conmigo en la oficina sin oponer resistencia ninguna sentándose en las 3 sillas que había preparado frente a mi mesa mientras yo cerraba las cortinillas.
  • "Bueno chicas, pues el motivo por el que os llamo es el siguiente", les dije sacando las fotos de la juerga con Elsa en la calle. "Este es un colegio de orientación católica, de gran responsabilidad social, …. (les conté un rollo que ponía la página del colegio) y no puede permitirse que sus alumnas se emborrachen cada fin de semana en la calle como si fuese un instituto público cualquiera".
  • "No pero esto no es lo que parece, es que …" empezó a decir Ainhoa.
  • "Chss, un momento por favor. Esto es lo que se ve en las fotos. Os he llamado a vosotras por que a el resto de compañeras no las he identificado todavía y por que las referencias que he tenido vuestras no son buenas. Hablaré con vuestros padres sobre este tema y teniendo en cuenta vuestra edad, el curso en que estáis, por tanto fuera de la educación obligatoria, es muy posible que se habrá un expediente de expulsión del centro".
  • "¡¡¿Quéeee?!!. ¿Expulsarnos por tomar algo en fin de semana?. Si no hemos hecho nada, por favor, nos van a matar nuestros padres", dijo Paula.
  • "Tengo otras fotos que no os voy a enseñar por vergüenza en la que se os ve en actitud indecorosa con unos chicos. Esas se las enseñaré también a vuestros padres".
Las chicas estaban muy nerviosas y asustadas.
  • "Por favor. No volverá a ocurrir Señor Adolfo. Ha sido un fallo solo por favor. No nos expulse por eso", dijo Ainhoa.
  • "Ya. Claro y qué voy ha hacer con vosotras. No hago más que llegar a mi nuevo puesto y me encuentro con este lío de expulsión de 3 alumnas".
  • "No por favor, no nos expulse. No volverá a ocurrir. Si mis padres se enteran de esto me matan", dijo Arancha casi llorando.
  • "Bueno, pues vosotras diréis, si no os expulso ni puedo hablar con vuestros padres, ¿qué puedo hacer con vosotras?".
  • "Lo que sea por favor, pero no se lo cuente a ellos. No volverá a pasar, ¿verdad?" dijo Ainhoa mirando a sus amigas.
  • "Sí, sí. No volverá a pasar. Haremos lo que nos pida" asintieron las amigas.
  • "Ya, pues mirad, para que no diga yo nada, lo único que se me ocurre es que seáis mis esclavas durante una semana. Elegid vosotras. Si queréis empezamos ahora mismo".
  • "¿Esclavas?. Y eso para qué", dijo Paula.
  • "¿Tú que crees preciosa?. Sois tres mujercitas, estáis buenísimas y os habéis portado mal o sea que yo no hablaré de esto con nadie si hacéis lo que os mande en estos próximos siete días".
Las chicas se quedaron bastante cortadas, y hablaron entre ellas mientras yo me hacía el distraído. Finalmente por increíble que parezca Ainhoa dijo.
  • "Haremos lo que usted nos mande en la próxima semana si nos da las fotos y nos promete no decir nada".
  • "Por supuesto. Yo soy un caballero. Tomad las fotos", y se las di en un sobre blanco mientras me levantaba de la silla y me sentaba en un sofá que había en el despacho tras cerrar con llave la puerta a la calle mientras las 3 chicas me seguían con la mirada."Perfecto, pues ala preciosas, levantaros y os quiero ver en braguitas y sujetador en menos de un minuto que cuenta desde ya".
Las chicas estaban totalmente confundidas y lo de ser "esclavas" se debían pensar que era limpiar el suelo o algo parecido. De todas formas al decir que era un minuto, primero Paula y luego sus dos amigas se empezaron a desvestir rápidamente quedándose en ropa interior alineadas frente a mí en pocos segundos. Las tres llevaban tanguitas de diferentes colores y solo Paula estaba conjuntada con el sujetador, azul igual que su tanga.
  • "Perfecto estáis buenísimas zorritas. Ahora daros la vuelta que os vea el culo un rato".
Me hicieron caso y yo me levanté del sofá y les acaricié sus preciosos culitos adolescentes. Solo Paula se quejó pero no se movió.
  • "Ahora los sujetadores encima de la mesa. Hay que ver las tetitas de zorritas que tenéis".
Tras unos segundos de lapsus las tres se quitaron el sujetador y lo tiraron a la mesa. Sus tetas eran a cual más increíble. Para lo delgadas que eran y sobre todo su edad, tenían unas tetas acojonantemente grandes. Sobre todo Ainhoa tenía las tetas más grandes en comparación al cuerpo que había visto hasta ahora y además estaban duras y mirando al techo. Por supuesto ahora dejé sus culos tranquilos, me senté en el apoya brazos del sofá y las hice acercarse una a una para sobarles las tetas bien sobadas, chupándoles un poquito los pezones y pellizcándoselos suavemente. Todas estaban medio llorando, pero me dio igual. Terminada la ronda, volví a llamar a Ainhoa a mi lado y mientras mi boca se comía una de sus tetas, mis manos bajaron su tanga al suelo ante el sobresalto de la niña que quedó completamente desnuda. La obligué a sentarse en el sofá con las piernas totalmente abiertas para que yo y sus amiguitas pudieran verle el conejito. La chica obedeció muerta de vergüenza y nos mostró una preciosa entrepierna con bastante pelito y un coñito deliciosamente virgen y joven. En esa postura era posible verle también bastante bien su estrechísimo ano. Me acerqué a ella y arrodillándome entre sus piernas dí unos buenos lametones a su rajita y su culito, haciéndose que la chica se sonrojase pero arrancando un par de gemidos muy bajitos.
  • "¿Te gusta, eh?. Que zorrita que eres cariño. Más te gustará cuando te folle como te mereces. Has sido una chica muy mala y te voy a enseñar modales".
Seguí unos minutos comiéndole el coñito, arrancando cada vez gemidos de placer más audibles. Fue increíblemente fácil hacer que la niña llegase a su primer orgasmo mientras mi lengua jugaba con su clítoris y su ano y mis manos estrujaban sus tetazas.
  • "Arancha, ven tú".
Repetí la operación de bajada de tanga, sobada y comida de coñito. La entrepierna de Arancha no tenía ni un solo pelo, depilada posiblemente para llevar bañador, y la muy golfa se corrió con mi comida de coñito.
  • "Es tu turno Paula".
Repetí el proceso con la tercera niña, cuya entrepierna estaba poblada de un rubio vello que la hacía parecer bastante mayor. Tardó más en correrse pero mi comida terminó en un orgasmo.
Bueno, pues vamos a ver qué hago con unas niñas tan malas, dije mientras yo me iba desnudando ante la atónita mirada de las niñas. También pulsé al play de un DVD que había preparado en la habitación con una selección de tomas de películas porno sobre todo con mamadas y enculadas. Mientras las chicas se quedaban sorprendidas mirando la tele, yo me tumbé en el suelo completamente boca arriba y comencé a dar instrucciones a la niñas.
  • "No sé si habéis mamado alguna polla, pero si no sabéis, yo os enseñaré y además tenéis en la tele unos buenos ejemplos o sea que ala, Paula y Ainhoa a chuparme la polla entre las dos. Quiero que os la traguéis hasta el fondo como está haciendo la chica de la tele ahora mismo. Quiero que os vayáis turnando una chupándomela y otra mamándome los huevos. Venga a gatas con los culetes a la altura de mis manos empezad a mamar. Y tú Arancha preciosa ponte aquí a caballito sobre mi cabeza que te voy a comer enterita otra vez. Tienes el coñito más precioso y sabroso que he probado en mucho tiempo".
Dicho y hecho, en menos de 15 segundos las chicas se pusieron exactamente en la posición que yo les había ordenado. Paula fue la primera en abrir la boca y meter mi polla dentro. La tuve que dar unas instrucciones sobre cómo apretar con los labios, cómo succionar y sobre no tocarme con los dientes, pero en un par de minutos me la estaba mamando como una auténtica campeona. Mientras Ainhoa sobaba y chupeteaba mis cojones. Sus dos culitos estaban a mi alcance y cada pocos segundos les daba un buen azote que arrancaba de su garganta un gemido de dolor y sorpresa. La que estaba pasando también un buen rato era sin duda Arancha, que inconscientemente frotaba su entrepierna contra mi cara mientras mi lengua jugaba con su clítoris. Mis manos cambiaban entre las tetas de Arancha, sus nalgas y los culos de sus dos amigas. No fue necesario más de 5 minutos para que Arancha se corriese con cara de placer, gimiendo sin contenerse en absoluto. Mientras se corría mis manos sujetaban con mucha fuerza sus pechos estrujándoselos uno con cada mano. Sus dos amigas habían cambiado varias veces y en ese momento era Ainhoa la que mamaba la polla con todas sus ganas. Después del orgasmo, Arancha casi lloraba rogando que la dejase descansar, ya que debido a su excitación, mi lengua rozando su clítoris le proporcionaba una sensación que no podía soportar. Aún así seguí comiéndola, haciendo que se volviese a correr poco antes de obligar a las tres chicas a dejar de chuparme la polla para que no me corriese.
Perfecto preciosas. Habéis aprendido a mamar de maravilla. Vamos a pasar a otro juego. Quiero veros a las tres a gatas alineadas, con los culitos juntos y con vuestra frente tocando el suelo. Arancha quiero que tú estés en el medio. Las chicas nuevamente obedecieron brindándome una de las fotografías más excitantes de mi vida.
  • "Ahora quiero que ni os mováis".
  • "¿Supongo que a las tres os ha bajado la regla ya?.
Las tres asintieron, o sea que iba a tener que follarlas con condón y eso me daba mucha rabia por tanto empezaría por sus puertitas de atrás y luego ya se vería.
En esa postura sobé con fuerza los culos de las tres niñas, pasando mi mano por su entrepierna, notando cómo sobre todo la de Arancha estaba empapada. Qué ricas que estáis las tres zorritas. Tenéis unos culos que da gusto toquetearlos. Seguro que todos los amiguitos del cole os los han sobado ya en cuanto tienen oportunidad. Vamos a pasar al siguiente juego. Con una toallita higiénica húmeda limpié a conciencia los anos de las tres chicas. No quería sorpresas al comérmelos. Una por una, empezando por Paula, me coloqué a gatas detrás de ellas y abriendo sus nalgas con las dos manos coloqué mi boca en su culito, jugando con mi lengua alrededor de su ano. Primero en círculos, luego de arriba abajo, mordiendo de vez en cuando sus nalgas para finalmente tratar de meter mi lengua por su delicioso culito virgen. Mi lengua entraba con dificultad, pero estaba claro que sobre todo los círculos le gustaba, porque se le escapó algún gemido de placer mientras me comía su culete. Seguí un buen rato comiéndome el culito de Paula, con mi mano ahora ya en el clítoris de la niña, que masajeaba muy poco a poco ayudándome de los jugos que empezaban a salir de su conejito. Así seguí hasta que se corrió. Repetí la operación con las otras dos niñas que se corrieron igualmente. Arancha fue especialmente rápida, tardando poco más de 2 minutos en tener otro orgasmo mientras le deboraba el coñito y el culito alternativamente desde atrás. Por si acaso, cogí un bote de vaselina y puse bastante en los culitos de las tres niñas, ya que parecía absolutamente imposible que una polla entrase por ninguno de esos agujeritos y debía trabajarlos con mucha paciencia antes de intentarlo. Las tres chicas se dejaban hacer, dejando escapar un "¡¡Auuu!!", de vez en cuando, sobre todo cuando les daba un buen azote.
La primera en recibir un dedito en el culo fue Arancha, como no podía ser de otra forma. Fue mi dedo índice derecho el que gracias a la vaselina se clavó hasta el fondo del ano de la niña.
  • "¡¡¡Aaaauuuuu!!!", gritó la chica al sentirse penetrada por primera vez. "¿Qué me estás haciendo?. Por favor no me hagas daño. Sácame el dedo, por favor. No me hagas eso. Me duele".
  • "No será tanto pequeña. Además ahora es mi turno. Primero lo has pasado bien tú y ahora me toca a mi. Acuérdate que eres mi esclava y en lugar de tratarte mal hasta ahora solo he hecho que te lo pases muy pero que muy bien".
Saqué el dedo índice e introduje el pulgar volviendo a arrancar un quejido de dolor. Me encantaba meterle el pulgar por el culo a una chica mientras mi mano cogía con fuerza su nalga. Hice girar una y otra vez el pulgar dentro del ano de la pobre chica que gemía humillada con mi dedo en su culo. Al cabo de unos minutos mi dedo ya se movía con facilidad en el trasero de la chica por tanto pasé al siguiente paso: traté de introducir juntos los dedos índice y anular derechos. Parecía que no iba a entrar y de hecho la niña se quejaba de dolor. Sin embargo muy poco a poco mis dedos se fueron clavando en el ojete de la chiquilla que ahora sí tenía motivos para quejarse de dolor y de hecho lo hacía constantemente suplicándome que no le hiciese más daño. Me costó aproximadamente 20 minutos pero finalmente mis dedos entraban y salían con total libertad del culito de la niña o sea que era el momento de que sintiese mi polla hasta lo más profundo de sus entrañas. Me arrodillé entre las piernas de la cría y poniéndome un poco de saliva en la punta de mi polla, la alineé con su culo. Muy poco a poco empecé a empujar a la vez que la sujetaba con mucha fuerza por la cintura.
  • "No por favor. Eso no me haga señor Adolfo. Eso no por favor. ¡¡Aayyyy!!, basta no me la meta por ahí, por favor. ¡¡Me duele muchooooo!!", gritaba la chica mientras lloraba.
Sus dos compañeras no decían nada, pero se las notaba aterradas de que les tocase a ellas ser sodomizadas en los próximos minutos.
  • "¿Qué tal ahora, pequeña?. Ya tienes la puntita metidita en el culo ¿Te gusta, eh?".
  • "¡¡¡Aaahhhh!!!, ¡¡¡aayyyy!!!. ¡No por favor. Me duele mucho por favor!".
Sus manos trataban de empujarme por las caderas para que no pudiese meterla más polla en el interior, pero hacía muy poca fuerza, ya que su cabeza seguía sobre el suelo y no podía casi empujar.
  • "No exageres. La puntita es lo más gordo y ya ha desaparecido en tu culito".
  • "Basta, por favor, basta. Yo no he hecho nada para que me haga esto señor Adolfo. Por favor se lo pido basta".
  • "Verás que bien entra todo cariño"
  • "¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh!!!!, gritó la chica al sentir como el resto de mi polla se clavaba hasta el fondo de su culo como un cuchillo caliente corta la mantequilla.
Mis huevos tocaban su coñito cuando la chica apoyó las manos en el suelo poniéndose de verdad a cuatro patas como tratando de facilitar que mi polla llegase al fondo sin hacerle daño.
  • "¿Y vosotras que pasa con vosotras?", dije a sus amigas dándoles un azote a cada una. "Estoy dando por el culo a vuestra amiga y vosotras os quedáis tan tranquilas. No os creáis que es tan facil. A ver cómo de apretados tenéis vosotros el ojete. Y tú Arancha, te he soltado las caderas o sea que no se te ocurra sacarte la polla del culo porque te prometo que será mucho peor.
  • "¡¡¡Aaahhh!!!, ¡¡¡Aaahhh!!!, ¡¡¡Aaahhh!!!, ¡¡¡Aaahhh!!! Más despacio por favor. Me está destrozando", dijo la chica.
En esa postura, los culos de las dos chiquillas estaban a mi alcance o sea que simultáneamente los dedos índice de mis dos manos de colocaron enfrentados a sus ojetes y comenzaron a presionar. Las dos chicas se quejaron mientras mis dedos las perforaban sus también vírgenes culitos, pero no pudieron hacer nada por resistirse ya que la saliva y la vaselina hacían que mis dedos entrase y saliesen a su antojo.
  • "Mmmmmhhh, pero qué culitos más ricos y más apretaditos. Ya veréis cuando recibáis la polla aquí en lugar del dedo. Vais a gozar como putitas".
Las tres chicas gemían y lloriqueaban posiblemente más por la humillación que por otra cosa.
Al igual que hice con su amiga, el siguiente inquilino del culo de las chicas fue el dedo pulgar, por tanto saqué mis dedos índices y los sustituí por los pulgares arrancándoles nuevamente gemidos de dolor entre sus llantos y sus súplicas. Los "¡¡¡Aaahhh!!!, ¡¡¡Aaahhh!!!" de Arancha eran constantes a cada embestida de mis caderas. Después de un minutito de sodomía con los pulgares, fueron los dedos índices y anulares los que ocuparon sus agujeritos traseros. Con Paula no fue nada difícil y entraron a la primera sin gemido de dolor por su parte, pero con Ainhoa tuve que trabajar y empujar hasta hacerla llorar de dolor. Finamente la fotografía era auténticamente increíble. Mi polla sodomizando a un culito virgen de 17 años mientras mis dedos preparaban los anitos de dos amiguitas suyas.
Así estuve al menos 20 minutos, dando por el culo a la pobre Arancha, que por no tener pelitos en la entrepierna le había tocado "el gordo" ese día. Pasados esos 20 minutos, mi polla estaba ya con ganas de correrse, pero antes debía probar los culazos de sus amigas, o sea que fui a por Paula.
  • "¡No por favor!. Señor Adolfo, no me haga eso a mí también por favor. No me la meta por detrás por favor. No voy a soportar el dolor. ¡¡¡Aaaaaaaahhhhhh!!!", gritó la chica desconsolada cuando mi polla petó su culito sin respetarla mínimamante.
  • "Tomar zorrita. Estírate que te va a llegar a la garganta putilla".
La chica lloró pero se dejó hacer. Saqué completamente una y otra vez mi polla de su trasero haciéndole ver las estrellas cada vez que mi glande se volvía a clavar en sus entrañas, pero lo único que se atrevía a hacer era estirarse completamente hacia delante para alojar mejor mi adulta polla en su culito adolescente. El tamaño era desproporcional y parecía que la iba a romper, pero mirando al culo de su amiga Arancha, que se veía totalmente dilatado y preparado para seguir recibiendo polla me daba cuenta que no se iba a romper nada. Aguanté un par de minutos dándole por culo y nuevamente me vinieron ganas de correrme pero tenía que probar a su amiga Ainhoa, la tetas divinas o sea que fui a por ella. Sus lloros comenzaron en cuanto me vio llegar pero no puso impedimento hasta que mi glande comenzó a presionar el que era sin duda el culo más prieto de las tres amigas. Se revolvió tirándose al suelo al notar que mi polla entraba por su culo. Eso me excitó y me cabreó simultáneamente.
  • "Mira zorrita. Tus amigas han aguantado la enculada sin tanto rollo o sea que no te hagas la estrecha. Te la voy a meter por las buenas o por las malas o sea que más te vale que sea por las buenas".
La chica no decía nada y se dejaba hacer hasta que nuevamente el glande volvía a empujar y ella se tiraba al suelo gritando, llorando y rogando que no soportaba el dolor.
Yo me enfadé y saqué cinta de embalar de una bolsa, con la que até sus manos a su espalda y sus tobillos juntos. La puse boca abajo y me senté sobre sus muslos.
  • "Tú lo has querido. No has podido por las buenas o sea que será por las malas. Así tienes el culo más cerrado y te va a doler más pero tú te lo has buscado zorrita".
En esa postura la abrí un poco las nalgas y comencé a empujar. Su culo así estaba cerradísimo pero la chica no podía moverse nada y solo hacía una gran abdominal al sentir que mi polla se iba metiendo por su agujero secreto. Se retorcía increíblemente lo cual aproveché para cogerla con fuerza con una mano en cada teta pellizcándola los pezones.
  • "Pero qué pezones de putilla tienes nena. Se mueves como un potrillo desbocado, pero yo te voy a domar estos días. De eso puedes estar segura pequeña".
La chica gritó por el dolor, pero seguía tratando inútilmente de zafarse gritando sin parar. Finalmente noté que mi glande había sobrepasado su esfínter lo cual la dejó como paralizada.
  • "¿Ves como te la iba a meter igual idiota?. Ahora vamos a darle caña".
En esa postura un tanto incómoda para mí, pero muy excitante, la podía sobar las tetas mientras la enculaba hasta el fondo. La penetración no era tan profunda como con sus amigas, pero su culo era tan estrecho que la aguanté un par de minutos antes de llenarle el culo de leche. Mi orgasmo fue tremendo. Uno de los mejores que recordaba en mis andanzas con mis esclavas. Había estado unos 45 minutos follándome los culos o las bocas de las tres crías para terminar corriéndome en el más estrechito de los tres. Tenía la polla al rojo vivo, hasta el punto que casi me dolía por lo cerrados de los agujeritos.
  • "Buenos preciosas ya os podéis levantar", dije sacando la polla del culo de Ainhoa y cortando la cinta de embalar de sus muñecas para que ella se pudiese soltar la de los tobillos.
Las tres chicas estaban con las caras llenas de lágrimas por la sodomización, pero especialmente Ainhoa era una pasada. Tenía la cara desencajada y hacía como hipos por haber llorado del dolor y sobre todo la humillación de sentirse sodomizada.
  • "Os podéis vestir. De momento habéis cumplido el trato de una semana de esclavitud. Apuntada ahí vuestros números de teléfono móvil que yo os llamaré. De momento no os preocupéis que no diré nada a vuestros padres. Por cierto que sepáis que todo lo que ha pasado en esta habitación ha sido grabado y que si os ponéis tontorronas igual reciben copia en casa vuestras amigas".
Las chicas obedecieron y después de vestirse, apuntaron sus teléfonos móviles en un Post – It y tras arreglarse un poco la cara se fueron del improvisado "despacho del director".

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